LA MUJER EN LA CABALLERÍA
Ibn Idris Ibrahim
(Ignacio Sánchez)
Ibn Idris Ibrahim
(Ignacio Sánchez)
Toda cultura
humana, sin importar su origen, se crea a partir de unas bases Tradicionales,
es decir, que toda manifestación humana funge como el reflejo de un principio
superior. La alquimia, cábala, expresiones de la tradición taoísta, temas de la
cultura hindú, magia, astronomía, astrología y otras tantas, han definido
nuestra identidad como hombres y mujeres de Dios aunque en la mayoría de los
casos no tengamos consciencia de ello. La “Caballería” no escapa a esto.
La caballería nace
en Europa como una necesidad de organizar militarmente a un grupo de hombres
armados destinados a proteger los intereses terrenales de los señores feudales,
a la caída del imperio romano hasta la llegada de Carlomagno, es la caballería quien
logra unificar a todos los pueblos europeos bajo el mandato de Sacro Imperio
Romano Germánico bajo la dinastía sajona. Es así como la Iglesia debía
conformar sus propios ejércitos pero al servicio no de un fin en particular;
sino de los propósitos del mismo “Cristo”.
La Caballería
de Cristo o la "miles christi"',
es una de las formas tradicionales que mayor interés ha despertado en muchas
generaciones ya sea para extraer de la misma los aspectos más fantasiosos y
surrealistas característicos del hombre actual o para intentar conocer como
estos grupos de hombres armados determinaron el rumbo de nuestra sociedad
occidental, que pareciera conducirse sin rumbo determinado, pero que en
realidad está consumiendo parte del camino que toda cultura debe completar para
poder erigirse sobre bases más sólidas.
El caballero
de cristo era un “penitente”, al no servir a los propósitos de un señor feudal,
sino a los designios del Papa; debía renunciar a los placeres de la vida
mundana: lujos, tener una mujer, propiedades, joyas, etc. El caballero de
Cristo; había abandonado todo por la oración y la penitencia que lo acercaría
un poco más a su Señor Dios. La Caballería Espiritual; era el signo de la vida
espiritual “activa” que tenía como propósito “la Guerra Santa” en contra de los
enemigos interiores que tenían su reflejo en los exteriores.
La caballería
espiritual toma su rol protagónico en la cultura occidental a partir del
llamado del Papa Urbano II en 1095 en el “Concilio de Clermont”, con el
pretexto de enviar apoyo a los cristianos que se encontraban asediados en
Bizancio por los ejércitos selyúcidas. Es entonces, cuando los ejércitos de la
Iglesia cristiana son agrupados con un propósito espiritual. Los más grandes
nobles abandonan sus vidas nobiliarias y se convierten en caballeros
cristianos, es así como Huges de Payens y Godofredo de Bouillon, aparecen como
nobles que a la llegada y conquista de Jerusalén en 1099, fundarían dos de las
órdenes de caballería denominadas espirituales. La caballería espiritual
representó para occidente aquello que es conocido en la tradición hindú como el
elemento “Kshatriya”, de la jerarquía
de “castas”, es decir; la vía del guerrero, que tiene su analogía directa en lo
que la Tradición Hermética llama como “Arte
Real” o regia.
Las órdenes de
caballería espiritual actuaban en torno a la figura y a la obra de seres
humanos especiales que habían recibido, gracias a la “Iniciación Sacerdotal”, la “Revelación
Divina”. Estos personajes singulares se nos presentan como gnósticos
cristianos y han pasado al acervo de nuestra cultura como “Santos”, “Padres de
la Iglesia” o “Doctores de la Iglesia” y ellos vienen a representar en
occidente lo que la tradición hindú conoce como “Brahma” de la organización de castas que junto a la caballería
espiritual (los Kshatriyas), representaron
para esta cultura, el acceso a las dos vías que hacen perfecta a una tradición:
la vía a los Misterios Mayores y la vía a los Misterios Menores.
Podemos
observar entonces, que en este proceso figuraron ante los ojos del hombre de
toda Europa las dos vía del espíritu: la vía activa del guerrero y la vida
contemplativa del sacerdocio, unidas y trabajando bajo un solo engranaje
tradicional, siendo las corporaciones de constructores como la Masonería y el Compagnoge, las que actuaban en la mayoría de los casos bajo la
influencia de ambas.
Es de esta
manera como la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, había
recibido la vinculación y actuaban bajo la regla de San Agustín de Hipona al
igual que lo habían hecho los Hospitalarios de San Lázaro de Jerusalén. Los
Caballeros Templarios trabajaban bajo el mandato de San Bernardo de Claraval y
es por esta razón que la estructura de la Orden era muy similar a la del Cister. Gracias a la obra de San Ignacio
de Loyola, quien abandonó la vida
caballeresca y se consagró al estudio de la teología y de las sagradas
escrituras en una abadía benedictina, se funda la Soberana Orden Militar de Caballería Hospitalaria de San Ignacio de
Loyola con una gran influencia dominica.
La Caballería
de Cristo; debemos verla representada como una muy determinada forma simbólica
y pertenece con total acepción al "hermetismo cristiano" y por lo
tanto porta en su esencia una "gnosis",
es decir; un conocimiento que en este caso en particular es denominada "gnosis alejandrina", ya que como
dice Fermín Vale Amesti, es en la Alejandría de los siglos II y III que ella
toma forma tradicional al entrar en contacto con la gnosis ismaelita, la Qabbalah hebrea, la tradición egipcia,
la tradición griega, la tradición druida y la forma muy particular del
paganismo de la cual toma su estructura tradicional. Estamos hablando entonces
de la "Gnosis Juanista", la
creada a partir de la síntesis del discípulo gnóstico que tuvo Jesús el
Nazareno.
Al igual que
en toda escuela de misterios, la caballería de Cristo no solamente estaba
conformada por hombres. La mujer formó parte de la mayoría de las órdenes de
caballería de la edad media. ¿Cuál fue el rol de la mujer dentro de todo este
proceso tradicional de la Caballería? Uno muy importante sin duda alguna; la
historia nos puede servir de fuente para asegurar que la mujer jugó un rol
protagónico en los acontecimientos de mayor trascendencia para la cristiandad.
Es así como existieron órdenes caballerescas conformadas únicamente por
mujeres. Una de ellas fue la " Orden de las Amazonas del Hacha" las
cuales se distinguían por el hecho de ostentar un hacha roja sobre el seno.
Victor-Emile Michelet nos asegura que en 1149, esta orden de "amazonas"
logró frustrar el asalto de los moros contra la ciudad de Tortosa de donde eran
originarias.
De igual
manera podemos ver reflejado este acontecimiento de órdenes de mujeres armadas
cuando la reina Ana de Bretaña creo la "Orden de las Amazonas de la Cordeliere"' dentro de la cual, las
amazonas, debían rodear sus armas con siete nudos, entrelazados en prenda de
amor como símbolo de alianza.
Hablar de las
"Amazonas" es sinónimo de la mujer guerrera. Su nombre tiene origen
en la tradición griega. Se dice que las Amazonas eran expertas cabalgadoras y
hábiles con el arco y la flecha. Muchas crónicas aseguran que cercenaban su
seno izquierdo para poder tirar del arco mientras montaban a caballo tal y como
lo segura Indro Montanelli; en la "Historia de la conquista de las siete
islas Canarias" el fray Abreu Galindo asegura que la isla de La Palma presento
una fuerte resistencia liderada por las mujeres del pueblo étnico que allí
estaba radicado. Estas mujeres “palmeras” fueron descritas como aguerridas y
diestras en el arte marcial. Estos son seguramente algunos ejemplos de la
aparición de la mujer en el desenlace de los eventos más trascendentales de la
humanidad y que por razones aún no muy claras, han permanecido ocultos.
Por otra
parte, el mismo autor Montanelli y diversas fuentes, aseguran que San Bernardo
de Claraval, padre de la regla de la "Orden de los Pobres Caballeros de
Cristo", mejor conocidos como
los "Templarios", recibieron en el seno de su abadía a Hermanas
Benedictinas e incluso, a "hermanas templarias", debido a que en la
primera reforma de las reglas ya no podían aceptar "a más mujeres" en
el seno de la orden. A las “caballeras” admitidas en la Orden del Temple en su
iniciación eran denominadas “Amazonas Blancas”.
La mujer ha
jugado un rol protagónico en todos los procesos que han definido la cultura
occidental. Muchos de ellos ocultos por el carácter dominante y
desproporcionado del hombre encargado de escribir la historia, lo que nos lleva
a pensar que no siempre el que la escribe, tiene un absoluto dominio del
conocimiento de los procesos tal y como sucedieron actuando en muchas oportunidades por la guía de la
ignorancia más que por la vía de la justicia; nada menos caballeresco que esto.
Elizabeth I reina de Inglaterra el día de su ascenso al trono se hizo armar
como "caballera" accediendo de esta manera al trono con todo el
simbolismo que reviste el “Ars Regia”:
la nobleza real del corazón.
No se puede dejar
de lado a una de las figuras femeninas que ha quedado para la memoria de
Francia y de toda la humanidad: Juana de Arco. Esta dulce niña que toma las
armas por un mandato divino, encarnó las más cruentas batallas de la Guerra que
enfrentó a Inglaterra y a Francia entre los años 1429 y 1430 a la cabeza de los
ejércitos franceses como una “digna caballera” de los designios de Dios. Jeanne d´Arc, cuyo nombre hace atributo
a “Janus” viene a representar casi a
la perfección todos los atributos del caballero espiritual: devoción,
martirismo, abnegación, castidad y milicia. Juana, había recibido por medio de
la revelación, ya sea “noética” o “teofánica”, el mensaje de Dios conllevando a
pensar que estuvo ligada a una técnica interior capaz de orientarla a ese
estado de exaltación en comunión con Dios. Juana de Arco es venerada tanto por
la Iglesia Católica como por la Iglesia Protestante.
Juana
de Arco (Domrémy, Francia 1412 – Ruan, Francia 1431)
Patrona
de Francia y de Orleans.
El elemento
que más puede llamar la atención de la presencia de la mujer dentro del mundo
caballeresco es su carácter "simbólico", es decir, la prefiguración
simbólica de la mujer dentro de la caballería espiritual; aquella en donde la
mujer es empleada para representar al “Conocimiento Divino”.
Los Templarios
eran fieles adoradores de la Virgen María y diseminaron todo el territorio
ibérico de vírgenes negras.
Dentro de la
iconografía caballeresca, la mujer juega un papel determinante como simbolismo.
Todo caballero adora a su dama. Su misión es proteger a su "señora",
cuidarla, rendirle culto a su belleza y amarla en el profundo silencio de su
corazón. Dante Alighieri en su "Divina Comedia" así nos las presenta
bajo el personaje de Beatriz. Ella
encarna el prototipo del “misterio del amor” por el cual se han librado las más
feroces batallas y se han compuesto los más preciosos y solemnes himnos. La
Beatriz de Dante representaba la cuarta y suprema significación. Al lado del
caballero aparece su dama y esta realidad no deja de guardar una
correspondencia con el hecho de que cada caballero debía ir acompañado de su
espada, la cual nunca debía perder en batalla, ya que era la usada por el Gran
Maestre de la Orden al investirlo con la influencia espiritual y que lo
vinculaba a la gran cadena de la Tradición Unánime.
“Lanzarote
del Lago y Ginebra”
Robert
Borron.
También
podemos ver a la mujer como representante de la intermediación de la tierra con
los cielos. Es así como en la mitología griega "Iris" actúa como mediadora de los dioses, en la cultura
egipcia es "Isis" quien
logra reunificar los miembros dispersos de su esposo-hermano Osiris actuando como la más clara
representación del proceso alquímico que reúne lo disperso, y también podemos
ver como la "dama del lago" deidad que se eleva sobre las aguas; era
quien resguardaba a "Excálibur", la espada del Rey
Arturo por medio de la cual ejercía el poder temporal de todos los pueblos de
Britania, incluso; en muchas ilustraciones podemos ver a San Miguel Arcángel representado con ciertos aspectos femeninos
dado a que estas identidades de la jerarquía celestial: los arcángeles, son andróginos
ya que el sexo escapa del dominio de la esencia.
Dentro del
simbolismo de la caballería espiritual, la mujer viene a representar ese
elemento que caracterizó a todas las ordenes de caballería que recibieron la
influencia espiritual del sacerdocio hermético de los grandes gnósticos de la
antigüedad: “el amor impersonal”. Es
así como en la leyenda artúrica, Ginebra acompañaba a su amado rey hasta su
partida a la isla de Avalón, Tristán e Isolda hablan nuevamente de ello e
incluso el mismo Don Quijote de la Mancha dedicó sus aparentes aventuras
imaginarias a su preciosa dama Dulcinea del Toboso. Es así como todos los
maestros de la antigüedad utilizaban a la mujer o a los aspectos femeninos para
representar el Conocimiento puro e innato...
Podemos
observar en los dos ciclos de la Caballería novelesca el ciclo mayor y el ciclo
menor, el tema central de la misma es el profeso amor que el noble caballero
dedicaba a su dama, hacia la mujer, hacia el Divino Conocimiento y de alguna
manera es una reivindicación al culto del matriarcado, a la madre tierra, al
conocimiento de las cosas sencillas, a la vida, al amor, a la contemplación de
todo lo que nos rodea y a los cielos que por acción de la caída del hombre,
pasó a ser patriarcal y con ello trajo como consecuencia progresiva la pérdida
de toda conexión espiritual.
El Caballero
debía amar a su dama más no poseerla. Nunca debía consumar ese amor
perteneciente a la "exaltación" del alma con los impulsos de la carne
ya que la mujer en este sentido, es utilizada para representar a ese estado de
comunión con Dios. Es así como Lanzarote
del Lago sucumbe ante la tentación de poseer a su amada reina, la esposa de
su Rey y mejor amigo Arturo, que trajo consigo una época de desolación para
Camelot y para Britania. Hecho por el cual el Rey deambuló muchos ciclos sin
Excálibur. Tanto Lanzarote como Adán, sufren la caída irremediable a los más
bajos estratos terrenales al probar el “fruto” del Árbol Prohibido.
Dentro del rol
que ejerció la mujer dentro del mundo caballeresco pero desde el punto de vista
santoral, es necesario hacer mención a la obra de Santa Margarita María de
Alacoque, quien por medio de la
revelación "teofánica" recibe la aparición de Cristo con el corazón
al descubierto y es gracias a la serie de visiones de esta santa, que la
Iglesia Católica oficializó el culto a la "Adoración al Sagrado Corazón de
Jesús" que más tarde pasaría a ser parte, como elemento casi central y
representativo, de la Tradición Heráldica que sin duda alguna estaba (al menos
en sus orígenes) ligada al mundo caballeresco y al Ars Regia.
“El Sagrado Corazón de Jesús”
Santa Margarita María de Alacoque.
Es de suma
importancia resaltar el carácter “trascendental” de la mujer en el desarrollo
de la humanidad. San Francisco de Asís transmitió su influencia espiritual a Santa Clara dándole paso a la orden de
las Clarisas, el discípulo más cercano a Pitágoras fue Damona, gracias a la cual debemos el conocimiento de toda la obra
del maestro ya que logró huir con sus “Comentarios” el día del asesinato de
Pitágoras. Ni que hablar de Hipatia: iniciada en la Gnosis pagana o por las “Pitias”: damas con el carácter de Hierofantes que en los oráculos de la
antigua Grecia, lograban descifrar los designios de los dioses. Ante todo ello,
la presencia de la mujer ha sido determinante y tal se indicó anteriormente, no
cabe la menor de las dudas que los pasos de la raza humana van orientados a
lograr el “equilibrio” entre los dos sexos, ya que no puede existir una obra si
sus dos columnas no están fortalecidas y erigidas en igualdad de condiciones.
Ni en los
sucesos sangrientos de la caballería la mujer dejó de tener protagonismo.
Confiamos en que las nuevas generaciones puedan aprender la lección y den “al
César lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”. No puede haber Quijote sin Sancho ni Sancho sin Quijote; por lo
que nos toca reconocer el carácter fundamental que desarrolló la mujer dentro
de todos los procesos históricos, sucesos dentro de los cuales, las grandes
religiones nos han privado en conocer de una manera mezquina y despiadada. Todo
en la vida es simbolismo y todo el simbolismo es vida. No hay proceso simbólico
que no pase por la justa proporción de lo masculino y lo femenino, ya sea desde
el punto de vista terrenal o trascendental.
Ibn Idris Ibrahim
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