ACERCA DE LOS DOS SAN
JUAN
René Guenon
Aunque
el verano sea considerado generalmente como una estación alegre y el invierno
como una triste, por el hecho de que el primero representa en cierto modo el
triunfo de la luz y el segundo el de la oscuridad, los dos solsticios
correspondientes tienen sin embargo, en realidad, un carácter exactamente
opuesto al indicado; puede parecer que hay en ello una paradoja harto extraña,
y empero es muy fácil comprender que sea así desde que se posee algún conocimiento
sobre los datos tradicionales acerca del curso del ciclo anual. En efecto, lo
que ha alcanzado su máximo no puede ya sino decrecer, y lo que ha llegado a su
mínimo no puede, al contrario, sino comenzar a crecer a continuación (1); por
eso el solsticio de verano señala el comienzo de la mitad descendente del año,
y el solsticio de invierno, inversamente, el de su mitad ascendente; y esto
explica también, desde el punto de vista de su significación cósmica, estas
palabras de San Juan Bautista, cuyo nacimiento coincide con el solsticio
estival: "Él (Cristo, nacido en el solsticio de invierno) conviene que
crezca, y yo que disminuya" (2). Sabido es que, en la tradición hindú, la
fase ascendente se pone en relación con el deva-yâna, y la fase
descendente con el pitr-yâna; por consiguiente, en el Zodíaco, el signo
de Cáncer, correspondiente al solsticio de verano, es la "puerta de los
hombres", que da acceso al pitr-yâna, y el signo de Capricornio,
correspondiente al solsticio de invierno, es la "puerta de los
dioses", que da acceso al deva-yâna. En realidad, el período
"alegre", es decir, benéfico y favorable, es la mitad ascendente del
ciclo anual, y su período "triste", es decir, maléfico o
desfavorable, es su mitad descendente; y el mismo carácter pertenece,
naturalmente, a la puerta solsticial que abre cada uno de los dos períodos en
que se encuentra dividido el año por el sentido mismo del curso solar.
Sabido
es, por lo demás, que en el cristianismo las fiestas de los dos San Juan están
en relación directa con los dos solsticios (3), y, cosa muy notable, aunque
nunca la hayamos visto indicada en ninguna parte, lo que acabamos de recordar
está expresado en cierta manera por el doble sentido del nombre mismo de
"Juan" (4). En efecto, la palabra hebrea hanán tiene a la vez
el sentido de "benevolencia" y "misericordia" y el de
"alabanza" (es por lo menos curioso comprobar que, en nuestra misma
lengua, palabras como "gracia (s)" tienen exactamente esa doble
significación); por consiguiente, el nombre Yahanán [o, más bien, Yehohanán]
puede significar "misericordia de Dios" y también "alabanza a
Dios". Y es fácil advertir que el primero de estos dos sentidos parece
convenir muy particularmente a San Juan Bautista, y el segundo a San Juan
Evangelista; por lo demás, puede decirse que la misericordia es evidentemente
"descendente" y la alabanza, "ascendente", lo que nos
reconduce a su respectiva relación con las dos mitades del ciclo anual (5)
En
relación con los dos San Juan y su simbolismo solsticial, es interesante también
considerar un símbolo (6) que parece peculiar de la Masonería anglosajona, o
que al menos no se ha conservado sino en ella: es un círculo con un punto en el
centro, comprendido entre dos tangentes paralelas; y estas tangentes se dice
que representan a los dos San Juan. En efecto, el círculo es aquí la figura del
ciclo anual, y su significación solar se hace, por otra parte, más manifiesta
por la presencia del punto en el centro, pues la misma figura es a la vez el
signo astrológico del sol; y las dos rectas paralelas son las tangentes a ese
círculo en los dos puntos solsticiales, señalando así su carácter de
"puntos límite", ya que estos puntos son, en efecto, como los límites
que el sol no puede jamás sobrepasar en el curso de su marcha; y porque esas
líneas corresponden así a los dos solsticios puede decirse también que
representan por eso mismo a los dos San Juan. Hay empero, en esta figuración
una anomalía por lo menos aparente: el diámetro solsticial del cielo anual debe
considerarse, según lo hemos explicado en otras ocasiones, como relativamente
vertical con respecto al diámetro equinoccial, y sólo de esta manera, además,
las dos mitades del ciclo, que van de un solsticio al otro, pueden aparecer
real y respectivamente como ascendente y descendiente, pues entonces los puntos
solsticiales constituyen el punto más alto y el punto más bajo del círculo; en
tales condiciones, las tangentes a los extremos del diámetro solsticial, al ser
perpendiculares a éste, serán necesariamente horizontales. Pero, en el símbolo
que ahora consideramos, las dos tangentes, al contrario, están figuradas como
verticales; hay, pues, en este caso especial, cierta modificación aportada al
simbolismo general del ciclo anual, la que por lo demás se explica de modo
bastante sencillo, pues es evidente que no ha podido producirse sino por una
asimilación establecida entre esas dos paralelas y las dos columnas
[masónicas]; éstas, que naturalmente no pueden ser sino verticales, tienen por
lo demás, en virtud de su situación respectiva al norte y al mediodía, y al
menos desde cierto punto de vista, una relación efectiva con el simbolismo
solsticial.
Este
aspecto de las dos columnas se ve claramente sobre todo en el caso del símbolo
de las "columnas de Hércules" (7); el carácter de "héroe
solar" de Hércules y la correspondencia zodiacal de sus doce trabajos son
cosas demasiado conocidas para que sea necesario insistir en ellas; y es claro
que precisamente ese carácter solar justifica la significación solsticial de
las dos columnas a las cuales está vinculado su nombre. Siendo así, la divisa
"non plus ultra", referida a esas columnas, aparece como
dotada de doble significación: no solamente expresa, según la interpretación
habitual, propia del punto de vista terrestre y, por lo demás, válida en su
orden, que aquéllas señalan los límites del mundo "conocido", es
decir, en realidad, que son los límites que, por razones cuya investigación
podría resultar de interés, no era permitido sobrepasar a los viajeros; sino
que indica al mismo tiempo -y sin duda debería decirse ante todo- que, desde el
punto de vista celeste, son los límites que el sol no puede franquear y entre
los cuales, como entre las dos tangentes de que tratábamos líneas antes, se
cumple interiormente su curso anual (8). Estas últimas consideraciones pueden
parecer bastante alejadas de nuestro punto de partida, pero, a decir verdad, no
es así, pues contribuyen a la explicación de un símbolo expresamente referido a
los dos San Juan; y, por otra parte, puede decirse que, en la forma cristiana
de la tradición, todo lo que concierne al simbolismo solsticial está también,
por eso mismo, en relación con ambos santos.
NOTAS:
1. Esta idea se encuentra, particularmente, expresada varias veces y
en formas diversas en el Tao-te-King; se la refiere más en especial, en
la tradición extremo-oriental, a las vicisitudes del yin y el yang.
2. San Juan, III, 30.
3. Esas fiestas se sitúan en realidad un poco después de la fecha
exacta de los solsticios, lo que manifiesta de modo aún más nítido su carácter,
ya que el descenso y el ascenso han comenzado ya efectivamente; a esto
corresponde, en el simbolismo védico, el hecho de que las puertas del Pitri-loka
y del Deva-loka se consideran situadas respectivamente, no exactamente
al sur y al norte, sino hacia al sudoeste y el nordeste.
4. Queremos referirnos aquí al significado etimológico de ese nombre
en hebreo; en cuanto a la vinculación entre Juan y Jano, aunque
debe entenderse que es una asimilación fónica sin ninguna relación,
evidentemente, con la etimología, no por eso es menos importante desde el punto
de vista simbólico, ya que, en efecto, las fiestas de los dos San Juan han
sustituido realmente a las de Jano, en los respectivos solsticios de verano e
invierno.
5. Recordaremos también, vinculándola más especialmente a las ideas
de "tristeza" y "alegría" que indicábamos en el texto, la
figura "folklórica" francesa, tan conocida, pero sin duda
generalmente no comprendida muy bien, de "Juan que llora y Juan que ríe",
que es en el fondo una representación equivalente a la de los dos rostros de
Jano; "Juan que llora" es el que implora la misericordia de Dios, es
decir, San Juan Bautista; y "Juan que ríe" es el que le dirige
alabanzas, es decir, San Juan Evangelista.
6. [Ya señalado en la última nota de un artículo anterior.]
7. En la representación geográfica que sitúa a esas columnas a una y
otra parte del actual estrecho de Gibraltar, es evidente que la ubicada en
Europa es la columna del norte y la ubicada en África es la de mediodía.
8. En antiguas monedas españolas se ve una figuración de las
columnas de Hércules unidas por una suerte de banderola en la que está inscrita
la divisa "non plus ultra"; ahora bien -cosa que parece
bastante poco conocida y que señalaremos aquí a título de curiosidad-, de esa
figuración deriva el signo usual del dólar norteamericano; pero toda la
importancia fue dada a la banderola, que no era primitivamente sino un
accesorio y que fue cambiada en una letra S, cuya forma aproximadamente tenía,
mientras que las dos columnas, que constituían el elemento esencial, quedaron
reducidas a dos trazos paralelos, verticales como las dos tangentes del círculo
en el simbolismo masónico que acabamos de explicar; y la cosa no carece de
cierta ironía, pues precisamente el "descubrimiento" de América anuló
de hecho la antigua aplicación geográfica del non plus ultra.
Artículo originalmente publicado en "Études
Traditionnelles", junio de 1949, e incluido en Symboles fondamentaux de la
Science Sacrée, París, Gallimard, 1962 [Símbolos fundamentales de la ciencia
sagrada, Buenos Aires, Eudeba, 1969, y Barcelona, Paidós, 1996].
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