El Símbolo de la Horizontal y la Vertical - Federico González Frías


EL SIMBOLO DE LA HORIZONTAL Y LA VERTICAL
Federico González Frías

          Entre los símbolos geométricos que revelan la estructura del cosmos encontramos el de la horizontalidad y el de la verticalidad. Aunque se trate de una sola línea recta, ésta, al adoptar dos posiciones distintas, nos permite comprender otras tantas lecturas de la realidad, que sin embargo se complementan, tal cual podemos observar en otros símbolos fundamentales, como es el caso de la cruz y la escuadra, que se forman por la unión en un punto de la línea horizontal y la vertical.

          En primer término la horizontal simboliza a la tierra y la materia, al tiempo sucesivo que progrede indefinidamente en un plano o nivel de realidad sin posibilidad aparente de salir de él. Se refiere, en suma, a la lectura literal y puramente fenoménica que el hombre tiene de sí y del mundo. Sin embargo, gracias al doble sentido que posee todo símbolo, también simboliza la sumisión a la ley que regula la rectitud en nuestro comportamiento. Esotéricamente representa un estado de pasividad y quietud interior que hace posible la receptividad de las influencias espirituales.


          Son precisamente esas influencias las que simboliza la vertical. Y si la horizontal se refiere al tiempo sucesivo, la vertical en cambio representa al tiempo simultáneo y siempre presente, que al ser percibido en la conciencia nos libera de los condicionamientos y limitaciones terrestres. En el hombre ese eje vertical, esencialmente activo, incide directamente sobre su corazón, el centro de su ser, y a partir de aquí es que comienza a ascender y conocer otros estados cada vez más sutiles de sí mismo, del Universo y del Ser.

          Todo esto está perfectamente representado en el simbolismo constructivo (del que más adelante trataremos), en donde la horizontal equivale al nivel y la vertical a la plomada. Así, la horizontal (la tierra) es el plano de base del templo, que el hombre recorre en sucesivas etapas hasta alcanzar el altar o centro de ese plano, en el que se encuentra el punto de conexión con el eje vertical, el cual lo comunica directamente con la clave de bóveda de la cúpula (el cielo), que representa el centro del Ser total, más allá de la cual se encuentran sus estados supraindividuales y supracósmicos, en donde hallará su auténtica Liberación y Suprema Identidad.

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