La Proporción Cordobesa - Rafael de la Hoz Arderius


LA PROPORCIÓN CORDOBESA

En la década de los setenta del siglo pasado, el arquitecto cordobés Rafael de La-Hoz hizo un sensacional descubrimiento que merece la pena citar aquí. En el curso de una investigación arquitectónica que pretendía demostrar la universalidad de la proporción áurea, detectándola en los edificios de la ciudad de Córdoba, halló que “en vez de aquélla, por encima de épocas, culturas, tipologías o estilos, apareció un módulo de proporción, hasta entonces desconocido, por completo ajeno al rectángulo armónico que se esperaba encontrar”.



En la visión clásica grecorromana, el rectángulo ideal tiene sus lados en la misma proporción que el radio y el lado del decágono regular, con un valor de 1,6. A este algoritmo se denomina proporción áurea o número dorado. El decágono regular es la figura que expresa la divinidad en el pensamiento grecolatino, es decir, es una figura matemática metafísicamente ideal, que servía para establecer una medida y una proporción universales. En los lugares donde ejerció su influencia el pensamiento grecolatino aparecen con profusión escandalosa esta proporción y esta medida, en las diversas manifestaciones artísticas, arquitectura, pintura y escultura.

 
El resultado obtenido produjo en los investigadores cordobeses una enorme perplejidad: A diferencia de otras ciudades mediterráneas, incluso de aquellas que gozan de una menor importancia cultural, la proporción áurea apenas si aparece en la arquitectura y el urbanismo de la ciudad de Córdoba. Por el contrario, a medida que avanzaban en su análisis, fue surgiendo otra proporción diferente que no se ajustaba a los valores clásicos y cuyo algoritmo, en lugar de ser 1,6, resultó ser 1,3. Más tarde los investigadores pudieron comprobar que este valor surge de la relación entre el lado y el radio del octógono Así, como escribe el propio La-Hoz, “la proporción nacida de una específica sensibilidad estética, quedó reconfortantemente instalada en la mística de los números: concretamente en el 8 y, para ser más exactos, en la matriz del octógono regular.”

Todo ello viene a decir que, para el artista cordobés, el rectángulo más bello y armónico no es el que surge de la aplicación del número áureo ideal y convencional, sino de otro algoritmo. Pero ¿de dónde proviene esta preferencia? La respuesta que encuentra La-Hoz resulta absolutamente fascinante:

 
Hasta la declinación solar de Córdoba coincide en los equinoccios con dicho gradiente, lo que se traduce en que al pasar el sol por la meridiana, la sombra de un sólido y su altura quedan exactamente en proporción cordobesa, la cual, por otra parte, es la sección perfecta que en dicha latitud debe tener un porche orientado al Sur. … Con impresionante precisión cobraron lógica compositiva ordenaciones aparentemente anárquicas; en todas apareció una oculta e invisible trama reguladora trazada según la nueva proporción que daba orden, coherencia y disciplina al todo.”

Este descubrimiento nos pone sobre una pista fundamental para nuestra investigación. El origen de esta proporción cordobesa, a diferencia de la proporción áurea y otras proporciones culturales convencionales, no reside en un arquetipo o figura metafísica sin relación alguna con el acontecer sino que se sustenta en la sinergia entre una forma platónica ideal y una experiencia visual. El algoritmo no surge sólo de una fórmula matemática o una forma geométrica sino de la coincidencia entre una estructura conceptual, en este caso un octógono, y la inflexión de la luz solar en una determinada latitud, es decir, surge de una relación de correspondencia entre las formas armónicas ideales y aquellas otras que traza la luz, en nuestra visión, en la naturaleza, en su recorrido anual en un tiempo y en un espacio determinados.

La primera cifra, ideal y abstracta, necesita, para su comprensión, de una explicación culturalizada, de una alegorización, la segunda no, sino que es en sí misma una experiencia visual de la proporción luminosa equinoccial, aquella que establece la relación anual media y ponderada entre luz y sombra.

 
Entre las numerosas consecuencias que tiene la aplicación de esta proporción en la arquitectura y el urbanismo en la ciudad de Córdoba se halla una muy especial: Los vanos de un edificio abiertos hacia el mediodía, diseñados con la proporción cordobesa, dejarán pasar los rayos del sol al interior de manera progresiva desde el equinoccio de otoño hasta el de primavera, alcanzándose la máxima solarización en el solsticio de invierno. Durante la otra mitad del año, la que coincide con el verano, los rayos no penetran. La iluminación solar invernal de los salones reales de Madinat Az Zahra, que alcanzó posteriormente un carácter casi legendario, está fundamentada en este principio.

Aquí nos interesa este descubrimiento, sobre todo, porque nos sugiere la existencia de otras formas de pensamiento, fronterizas entre el mundo de la percepción sensible y el mundo conceptual, formas holísticas de concebir el mundo que tienen en cuenta el factor existencial humano y la complejidad y diversidad de su acontecer integral, es decir, que surgen “en la confluencia de los dos mares”, en el mundo del alma, en el ámbito donde entran en contacto el mundo de los arquetipos o formas ideales y el mundo de nuestras percepciones sensibles. En este caso, mediante una sinergia entre la geometría de los polígonos regulares y el ciclo solar a través de nuestra experiencia de la luz.

Autor: Rafael de la Hoz Arderius. Arquitecto.

Fuente: Webislam

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