LOS ORÍGENES DE LA COMUNIDAD CRISTIANA DE
ALEJANDRÍA
Antonio Piñero
El comienzo del
cristianismo en Egipto se halla vinculado a los tímidos inicios de esta nueva
religión en la ciudad más importante de Egipto, fundada por Alejandro Magno.
Sin embargo, a pesar de la inmensa importancia que con el tiempo habría de
poseer la comunidad cristiana de esta urbe -cuyo patriarcado fue la segunda
sede episcopal después de Roma durante siglos- los primeros pasos del
cristianismo allí se hallan envueltos en el mayor de los misterios. Quizás
ocurrió con el Delta lo que pasó con el cristianismo en Roma: que esta nueva
religión llegó allí antes de que las fuentes documentales más primitivas de los
cristianos, el NT, pudiera hacer alguna mención de ella. Alejandría pudo sin
duda albergar muy pronto misioneros cristianos, procedentes de Palestina o de
algún otro lugar como Siria, Chipre o la Cirenaica, pero no quedan rastros de
ello.
Según el historiador
cristiano Eusebio de Cesarea, la semilla del cristianismo fue llevada a
Alejandría por el evangelista Marcos. Como discípulo de Pedro, fue enviado por
éste a predicar el evangelio y a establecer iglesias comenzando por la capital
del país. A pesar de la autoridad de Eusebio, ningún historiador moderno presta
oídos a esta noticia, pues se considera legendaria. El que otros personajes
importantes de esa comunidad, como Clemente de Alejandría u Orígenes, o
cualquier otro escritor eclesiástico anterior a Eusebio jamás se haya eco de
esta noticia la hace en extremo sospechosa.
Otro documento cristiano
primitivo, del s. III, las llamadas Homilías Pseudoclementinas tiene también su
versión del origen del cristianismo en Egipto. En ellas se nos cuenta cómo un
navío en el que se había embarcado S. Clemente de Roma, el autor de la epístola
que lleva su nombre, fue empujada por los vientos hacia Alejandría. Allí se
encontró con un compañero de Pablo, Bernabé, que rodeado de algunos cristianos
disputaba en lengua griega con los filósofos de la ciudad acerca de la fe en
Cristo. Clemente resultó convencido por las prédicas del antiguo colega de
Pablo, se convirtió al cristianismo, junto con muchos otros, viajó hasta
Cesarea y allí conoció al apóstol Pedro. El problema en torno a esta historia,
que presenta a Bernabé -y no a Marcos- como el introductor del cristianismo en
Egipto, es que en otra parte de esta colección, llamada en latín Recognitiones, se habla de la actividad
de Bernabé en otros términos, haciéndolo misionar no en Alejandría, sino en
Roma. Aparte del sabor legendario del relato en su conjunto, esta diversidad de
tradiciones hace que la noticia de que fue Bernabé el primer difundidor del
cristianismo en Alejandría sea también muy sospechosa y tampoco creíble.
Aparte de estas dos obras
tenemos otras, más o menos antiguas que nos hablan también de los orígenes de
la comunidad cristiana de Egipto. Así, una nota al margen del Codex Bezae Cantabrigensis, del s. V, al
que luego tendremos ocasión de mencionar, afirma que Apolo, ese misionero
cristiano que Pablo nombra en la 1 Carta a los Corintios, recibió instrucción
cristiana en Egipto, muy pronto por tanto, antes de trasladarse desde allí a
Corinto. Las Constituciones apostólicas, que son una reunión de prescripciones
eclesiásticas y de rúbricas litúrgicas, de finales del s. IV, confirman por su
parte que fue Marcos el primer evangelizador y que consiguió llegó a consolidar
de tal modo la comunidad alejandrina que nombró a su primer obispo, Aniano.
También en el s. IV, S. Jerónimo en su obra de viris illustribus repite la tradición recogida por Eusebio de
Cesarea. Más tarde, hacia el s. X, la Historia de los patriarcas de la Iglesia
copta de Alejandría, reunida por un tal Severo, obispo de Ashmunayin en el Alto Egipto, habla también de que Marcos, quince
años después de la ascensión de Jesús, fue enviado por Pedro para evangelizar
Egipto, etc. Otra obras más o menos tardías recogen tradiciones similares, pero
ninguna fiables.
En 1993 apareció en
Salamanca, en la colección "Plenitudo
temporis" de la Universidad Pontificia el estudio de Jorge Juan
Fernández Sangrador, sobre Los orígenes de la comunidad cristiana de
Alejandría. A lo largo de su trabajo defiende que es casi imposible saber con
certeza algo sólido de los primeros orígenes del cristianismo en Egipto.
Probablemente la fe cristiana se implantó allí gracias a la misión
evangelizadora de "misioneros cristianos vinculados al grupo de aquellos
que en el libro de los Hechos de los Apóstoles reciben el nombre de
'helenistas'. Como no existe acuerdo unánime de las fuentes eclesiásticas
acerca de quién fue el actor principal o el protagonista de esta empresa, ya
que los nombres de Bernabé, Marcos, o incluso Lucas son traídos a colación, es
preferible hablar (de unos misioneros adscribibles) a la corriente
helenista" (p. 180). Es bien posible que la iglesia alejandrina naciera
gracias a los aportes de judíos helenistas convertidos al cristianismo
procedentes de regiones cercanas con las que Alejandría tenía fuertes lazos
comerciales y culturales: la Cirenaica, Chipre o Antioquía de Siria.
Es muy probable también,
opina Sangrador, que los flamantes cristianos de esta ciudad tuvieran su
primeros lugares de culto cerca del Serapeum, templo de Isis y Serapis, y que
precisamente por ello se consolidara su fe en medio de discusiones religiosas y
filosóficas con adeptos al culto de estas dos divinidades. Ello hizo que la en
teología de estos primeros cristianos pudieran influir ideas o concepciones del
talante religioso del mensaje de salvación que predicaban los seguidores de
Serapis e Isis, y que más tarde -con las obras de ilustres alejandrinos como
Panteno, Clemente y Orígenes- lo mejor de las concepciones religiosas y
filosóficas de la cultura griega sirvieran de moldes para explicar por su medio
las concepciones cristianas de la salvación. Por el influjo de las corrientes
filosóficas vigentes en ese tiempo del nacimiento allí del cristianismo en
Alejandría el cristianismo de esa ciudad "nació con una verdadera
preocupación por llevar a cabo en un proyecto vital los principio teóricos que
se enseñaban en las escuelas de la ciudad" constituyendo lo que se podría
denominar más bien un cristianismo de orden sapiencial.
Es interesante subrayar e
insistir en este aspecto de la aportación que el ambiente intelectual de la
ciudad tuvo sobre el cristianismo naciente. "Si Alejandría destacó en la
antigüedad por su escuela teológica no fue porque el fenómeno apareciera
espontáneamente en los últimos años del s. II, sino porque en aquella iglesia,
ya desde sus orígenes, ejercieron gran influencia las corrientes religiosas y
filosóficas del tiempo, ya fueran medioplatónicas, estoicas o pitagóricas"
(Sangrador, op. cit. 177). Todo ello ejerció un poderoso, influjo en el
pensamiento cristiano de la ciudad tal como se refleja en las obras religiosas
cristianas de procedencia alejandrina (la Epístola de Bernabé; los evangelios de
Matías, de los Hebreos, de los Egipcios, etc.) y que incidió poderosamente en
el colorido gnóstico -luego hablaremos de este concepto- de este tipo de
cristianismo. "En la comunidad cristiana de Alejandría predominaban unos
modelos de pensamiento que atendían con el mismo interés tanto a los aspectos
especulativos de cada asunto o cuestión teológica como a las implicaciones
éticas que de él se derivaban. El modelo de cristiano con el que se
identificaban los alejandrinos, y que pretendían encarnar, se parecía más a un
sabio o a un filósofo que, por ejemplo, a un profeta" (Sangrador, op.
cit., 178).
Excelente lectura sobre el cristianismo, definitivamente existen aspectos que desconocemos, pero no hay que olvidarnos de las oraciones que nos presentan.
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