EL OJO QUE LO VE TODO
René Guénon
Uno de los símbolos comunes al
Cristianismo y a la Masonería es el triángulo en el cual está inscrito el
Tetragrama hebreo (2), o a veces solamente un yod, primera letra del
Tetragrama, que puede considerarse en este caso como una abreviatura de él (3),
y que por lo demás, en virtud de su significación principial (4), constituye de
por sí un nombre divino, e incluso el primero de todos según ciertas
tradiciones (5). A veces, también el yod mismo está reemplazado por un
ojo, generalmente designado como "el Ojo que lo ve todo" (The
All-Seeing Eye); la semejanza de forma entre el yod y el ojo puede,
en efecto, prestarse a una asimilación, que por otra parte tiene numerosos
significados, sobre los cuales, sin pretender desarrollarlos enteramente aquí,
puede resultar interesante dar por lo menos algunas indicaciones.
En primer lugar, cabe advertir que
el triángulo de que se trata ocupa siempre una posición central (6) y que,
además, en la Masonería, está situado expresamente entre el sol y la luna.
Resulta de aquí que el ojo contenido en el triángulo no debería estar
representado en forma de un ojo ordinario, derecho o izquierdo, puesto que en
realidad el sol y la luna corresponden respectivamente al ojo derecho e
izquierdo del "Hombre Universal" en cuanto éste es idéntico al
"macrocosmo" (7). Para que el simbolismo sea enteramente correcto,
ese ojo debe ser un ojo "frontal" o "central", es decir, un
"tercer ojo", cuya semejanza con el yod es más notable
todavía; y, en efecto, ese "tercer ojo" es el que "lo ve
todo" en la perfecta simultaneidad del eterno presente (8). A este
respecto, hay, pues, en las figuraciones ordinarias una inexactitud, que
introduce una asimetría injustificable, debida sin duda a que la representación
del "tercer ojo" parece más bien inusitada en la iconografía
occidental; pero quienquiera comprende bien ese simbolismo, puede fácilmente
rectIficarla.
El triángulo recto (o sea, con un
vértice superior), se refiere propiamente al Principio; pero, cuando está
invertido por reflejo en la manifestación, la mirada del ojo contenido en él
aparece en cierto modo como dirigida "hacia abajo" (9), es decir,
desde el Principio hasta la manifestación misma, y, además de su sentido
general de "omnipresencia", toma entonces más claramente el
significado especial de "Providencia". Por otra parte, si se
considera ese reflejo, más particularmente, en el ser humano, debe notarse que
la forma del triángulo invertido no es sino el esquema geométrico del corazón
(10); el ojo que está en su centro es entonces, propiamente, el "ojo del
corazón" ('aynu-l-qalb en el esoterismo islámico), con todas las
significaciones que implica. Además, conviene agregar que por eso, según otra
conocida expresión, se trata del corazón "abierto" (el-qalbu-l-maftùh);
esta abertura, ojo o yod, puede ser figurada simbólicamente como una
"herida", y recordaremos a este respecto el corazón irradiante de
Saint-Denis d'Orques, sobre el cual ya hemos hablado anteriormente (11), y una
de cuyas particularidades más notables es precisamente que la herida, o lo que
exteriormente presenta esa apariencia, tiene visiblemente la forma de un yod.
Más aún: a la vez que figura el
"ojo del corazón", como acabamos de decir, el yod, según otra
de sus significaciones jeroglíficas, representa también un
"germen" contenido en el corazón asimilado simbólicamente a un fruto;
y esto, por lo demás, puede entenderse tanto en sentido
"macrocósmico" como "microcósmico" (12). En su aplicación
al ser humano, esta última observación debe ser vinculada con las relaciones
entre el "tercer ojo" y el lûz, (13) del cual el "ojo
frontal" y el "ojo del corazón" representan, en suma, dos
localizaciones diversas, y que es además el "núcleo" o "germen
de inmortalidad" (14). Es también muy significativo a este respecto que la
expresión árabe 'aynu-l-juld presente el doble sentido de 'ojo de
inmortalidad' y 'fuente de inmortalidad'; y esto nos reconduce a la idea de
"herida", que señalábamos antes, pues, en el simbolismo cristiano,
está también referido a la "fuente de inmortalidad" el doble chorro
de sangre y agua que mana de la abertura del corazón de Cristo (15). Es éste el
"licor de inmortalidad" que, según la leyenda, fue recogido en el Graal
por José de Arimatea; y recordaremos a este respecto, por último, que la
copa misma es un equivalente simbólico del corazón (16), y que, como éste,
constituye también uno de los símbolos tradicionalmente esquematizados con la
forma de un triángulo invertido.
NOTAS:
(1). En la Masonería, este triángulo se
designa a menudo con el nombre de delta, porque la letra griega así
llamada tiene, efectivamente, forma triangular; pero no creemos que haya de
verse en ello una indicación acerca de los orígenes del símbolo de que se
trata; por otra parte, es evidente que la significación de éste es
esencialmente ternaria, mientras que el delta griego, no obstante su
forma, corresponde a 4 por su lugar alfabético y su valor aritmético.
(2). En hebreo, a veces el tetragrama se
representa también abreviadamente por tres yod, que tienen manifiesta
relación con el triángulo mismo; cuando se los dispone triangularmente,
corresponden claramente a los tres puntos del Compagnonnage y de la
Masonería.
(3). El yod es considerado como
el elemento primero a partir del cual se forman todas las letras del alfabeto
hebreo.
(4). Ver a este respecto La Grande
Triade, cap. XXV.
(5). En las iglesias cristianas donde
figura, este triángulo está situado normalmente encima del altar; como éste se
encuentra además presidido por la cruz, el conjunto de la cruz y del triángulo
reproduce, de modo harto curioso, el símbolo alquímico del azufre.
(6). Ver L'Homrne
et son devenir selon le Vêdânta, cap. XII. A este respecto, Y más
especialmente en conexión con el simbolismo masónico, conviene destacar que los
ojos son propiamente las "luces" que iluminan el microcosmos.
(7). Desde el punto de vista del
"triple tiempo", la luna y el ojo izquierdo corresponden al pasado;
el sol y el ojo derecho, al porvenir; y el "tercer ojo", al presente,
es decir, al "instante" indivisible que, entre el pasado y el
porvenir, es como un reflejo de la eternidad en el tiempo.
(8). Se puede establecer una vinculación
entre esto y el significado del nombre de Avalokitèshvara [el
Bodhisattva mahayánico a veces llamado "Señor de Compasión"], que se
interpreta habitualmente como 'el Señor que mira hacia abajo'.
(9). En árabe, "corazón" se
dice qalb, e "invertido" se dice maqlûb, palabra
derivada de la misma raíz.
(10). Ver "Le
Coeur rayonnant et le Coeur enflammé" [cap. LXIX de Symboles de la
Science Sacrée].
(11). Ver Aperçus
sur l'Initiation, cap. XLVIII. Desde el punto de vista macrocósmico, la
asimilación de que se trata es equivalente a la del corazón y el "Huevo
del Mundo"; en la tradición hindú, el "germen" contenido en éste
es el Hiranyagarbha.
(12). Le Roi du
Monde, cap. VII.
(13). Acerca de los símbolos
relacionados con el Lûz, haremos notar que la forma de la mandorla ('almendra',
'pepita, que es también el significado de la palabra lûz) o vesica
piscis ['vejiga del pez') de la Edad Media (cf. La Grande Triade, cap.
II) evoca también la forma del "tercer ojo"; la figura de Cristo
glorioso, en su interior, aparece así como identificable al "Purusha en
el ojo" de la tradición hindú; la expresión insânu-l-'ayn ['el
hombre del ojo'], con que en árabe se designa la "niña de los ojos",
se refiere igualmente a ese simbolismo.
(14). La sangre y el agua son aquí dos
complementarios; podría decirse, empleando el lenguaje de la tradición
extremo-oriental, que la sangre es yang y el agua yin, en su mutua relación
(sobre la naturaleza ígnea de la sangre, cf. L'Homme et son devenir selon le
Vêdânta, cap. XIII).
(15) Además, la leyenda de la esmeralda
caída de la frente de Lucifer pone también al Graal en relación directa con el
"tercer ojo" (cf. Le Roi du Monde, cap. V). Sobre la
"piedra caída de los cielos"', ver también "Lapsit
exillis" [cap. XLIV de Symboles Science Sacrée].
Publicado en "Etudes Traditionnelles", abril-mayo de 1948. Recopilado en Symboles fondamentaux de la Science Sacrée.
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