Compartimos con vosotros algunos pensamientos del Maestro Constant Chevillon sobre la Oración. Esperamos que sirvan para esclarecer vuestras Huellas en el Sendero de Retorno a la morada íntima del Corazón:
- La verdadera, la única, la santa magia, es la Oración. La magia ceremonial pone, muy frecuentemente, la voluntad al servicio del orgullo. La oración, al contrario, es una aspiración muy humilde de lo finito hacia lo Infinito. El orador se asemeja al desierto que quiere ser una pradera florecida. Él no exige, él suplica.
- La oración no debe solamente tender a quebrar el círculo infernal del Destino, ella es más alta todavía y más noble. Es una elevación sobrehumana hacia el esplendor divino, también de rodillas; es el éxtasis indecible ante la Inefable Caridad.
- Para orar así, es necesario el silencio en sí mismo. Rechazar todos los pensamientos malos o simplemente discordantes. Es necesario poner la sensibilidad, la inteligencia y la razón en el diapasón del espíritu, transpone el modo negativo para permitir al positivo divino realizarse en nosotros. Es necesario combatir la indiferencia y la frialdad, hacer de su ser un holocausto y lanzar, más allá del egoísmo humano, el llamado prodigioso del amor.
- Orad entonces, en las alturas del éxtasis, por vosotros mismos y por los demás; pero orad sobre todo por los demás, y ustedes recibirán la última visión de Dionisio el Areopagita. La víspera de su suplicio, él pensaba en su calabozo en la salud de la humanidad. Jesús vino a él para reconfortarlo y le dijo: “Si tú oras por otros, tú serás escuchado”. Porque, si Dios centuplica la menor limosna hecha al pobre en su nombre, cómo pagará el fruto de tus oraciones? Por su Gloria. (Extraído de la obra "Meditaciones iniciaticas").
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