Consideraciones Iniciáticas sobre la “Intuición” - Ibn Idris Ibrahim (Ignacio Sánchez)


            Muchas veces hemos oído hablar sobre la “Intuición”, y las diversas connotaciones que la gente (iniciados o no iniciados), ha hecho sobre lo que piensan, suponen o creen que significa para ellos.
            Algunas afirmaciones más o menos acertadas la vinculan al entorno de lo espiritual, ya sea como una técnica o una especie de medio para alcanzar las realidades pertenecientes a otro orden de ideas dentro del desarrollo interior. Para la gran mayoría, la identifican o la “encierran” dentro del aspecto más bajo de todos, al pretender que como frutos de la Intuición a los logros obtenidos en el mundo profano o terrenal. Por increíble que sea, esta idea que se tiene sobre la “Intuición” es la que mayor fuerza ha cobrado en los diversos espacios de la sociedad; pero más aún (y con mayor preocupación) dentro de los grupos destinados al estudio de la vía interior.

            Se pretende atribuir a la Intuición las riquezas que ha obtenido una persona dentro del mundo de los negocios, en el comercio, en los ámbitos profesionales e incluso, cuando las mismas, han sido obtenido por alguna astucia por medio de actos de corrupción, porque se ha logrado crear una red de influencias para conseguir más dinero defraudando al fisco, a las instituciones bancarias, cuando se le ha engañado a algún comerciante en la medida que se hacen los negocios y pare usted de contar… para estos ignorantes de lo que representa “El Lenguaje del Alma”, todo se sustrae a la Intuición.
            Podríamos resumirlo en que, para muchos, el tener dinero de la manera cual fuera, es producto de la Intuición; y que daño le ha hecho esta manera de “pensar” a las nuevas mentalidades de jóvenes que han emprendido el estudio de la vía del corazón, cuando maestros irresponsables, totalmente carentes de sentido de lo espiritual y de las verdaderas riquezas del alma y contraviniendo cualquier doctrina espiritual, aseguran que es por medio de la Intuición, que uno tiene lo que tiene…. Sin importar la formas en que se ha conseguido.

            Sobre lo último que hemos referido queremos hacer nuestra primera mención acerca del tema, porque incluso la manera en que se obtienen las riquezas en el mundo manifestado, debe de estar en total “armonía” y “equilibrio” con un proceso interior que está dirigido a lograr el desarrollo del ser hacia lo alto y que de manera inversa; pasa por renunciar a las pertenencias (o al menos esa obsesión destructiva de hacer riquezas y obtener bienes a como dé lugar) en nuestro paso por este mundo.

            Bien lo aseguraba Mateo (6: 19-21): “No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón”.



            Que terrible ha sido para las escuelas de misterios en Occidente, la falta de preparación de sus maestros y guías espirituales. Bien sabemos que las escuelas de misterios menores, actúan  como un “gurú” y es por medio de ellas es que se transmite la Influencia Espiritual una vez abiertos los trabajos y operado el rito; pero la necesidad de verdaderos y mejores maestros preparados, es cada vez más notoria. Producto de ello es la falta de “discernimiento” de lo que representan los valores para el hombre común y los valores del iniciado en este plano de la manifestación.

            En su mayoría, no se detienen a pensar cuales acciones del ser pertenecen al alma, y cuáles de ellas a la Razón. Todo es atribuido a la Intuición y ello demuestra que por lo menos uno de los pecados capitales del iniciado, no ha sido efectivamente trabajo desde la morada íntima.

            Cuan fuerte y destructora puede ser la ignorancia. Y no hablamos de la ignorancia de sentarnos a leer miles y miles de libros o de carecer de su uso por el contrario, situación última que pudiera en voz de los maestros, ilustrarnos sobre la diferencia que existe entre la Intuición y la razón, para poner cada cosa en su lugar.

            Tanto como el que aborrece y critica la instrucción doctrinal como el que hace un abuso de ella; comete el pecado de trasladarse hacia los extremos, apartándose del centro mismo. Nada menos intuitivo que ello.

            ¿O es que acaso tenemos a la orden del día y disponer a nuestro antojo, algo que nos puede llevar toda una vida de trabajo práctico, entrar en contacto con ello? ¿No será esta situación una prueba de falta de humildad y una falta de postración interior?

            Ahí tenemos los resultados: “iniciados” atrapados en las redes del ego y por ende de la razón, especuladores de oficio que emiten opiniones de sillón ante todo lo que se les antoje por opinar como si fueran la última autoridad espiritual y malhechores (por no llamarlos ladrones y estafadores) que encuentran en sus riquezas mal habidas, la manera de imponer su palabra en los grupos de estudio. Claro, para ellos la Intuición lo aguanta todo.

            Es menester aclarar. La Intuición queda única y exclusivamente atribuida, al Lenguaje del alma, como ya hemos indicado. Su objetivo es el de entablar una “comunicación” con lo divino y hacer posible la aprehensión y comprehensión de realidades que escapan al dominio de la razón e incluso de nuestra situación en el mundo profano.

            Es por lo tanto una técnica del alma y exclusivamente enfocada a que la “Voluntad” en el Ser, se reencuentre de manera gradual con el “Espíritu”; dejando atrás proporcionalmente, la necesidad de todo aquello que impida alcanzar esta realidad para el iniciado y que es característico del “destino”.

            Nuestro buen querido Maestro (muy bien preparado por cierto) Albanashar Al-Walÿ nos instruye acerca de lo que representa la Intuición:

              La intuición (Prajna), es la facultad de conocimiento inmediato y directo de una idea, de una verdad o de realidades absolutas en su estado más puro, sin la mediación de razonamientos, conceptos o procederes discursivos. Es la forma superior de Conocimiento que rebasa los límites del saber empírico, se libera de las necesidades de la experiencia y se remonta a las realidades esenciales. Es Sintética, no analítica, ni particular, sino excepcional, que porta su evidencia en sí misma, la evidencia interior de las causas que precede toda experiencia, la facultad de la Intuición es la “brújula” que puede “orientar” al Hombre y reconducirlo al estado primigenio en el cual fue creado: a retomar el contacto con los mundos suprasensibles que forman el substrato de las cosas accesibles a los sentidos físicos”.

            Que obcecada y absurda necesidad de atribuirle a la Intuición, algo que no pertenece a ella. Que daño tan terrible le hacen a las formas tradicionales. Tan parecido como aquello de justificar los excesos sexuales bajo el lema: “a la bestia hay que darle de comer (¿¿??)”. No entendemos en definitiva con qué autoridad se pueden dar este tipo de opiniones a sabiendas, que el camino interior, el camino de reencuentro con nuestro Creador, pasa por el total abandono y la total superación de estos vicios de la carne. Será que aún no lo han entendido.

            Se pasan a la “torera” el profundo estudio que representan las “Virtudes Cardinales” y las “Virtudes Teologales”; en el camino de conquista del “Ars Regia”, camino sin el cual; jamás podrá haber una verdadera y real puesta en contacto con esas realidades trascendentales de la que nos ha hablado (y nos sigue hablando por fortuna) nuestro querido Maestro Albanashar, por nombrar a alguno.

            Sobre la Intuición nos muestra Albanashar: “La “percepción” (Idrak) de lo Trascendente es un develamiento (at-tajâlli) por medio de la Intuición supra-formal (al-kashf) que sobrepasa la ciencia y la visión directa (al-iyan) pues tal “penetración” no se limita a comprender, sino que concretiza el valor y la realidad de las ideas y la Doctrina que inicialmente es transmitida al Iniciado como resultado de la aplicación práctica, operativa del método iniciático”.

            Nuestro buen querido Maestro Joël Pozarnik, sabio entre sabios y maestro de maestros nos refiere sobre el tema: “La Verdad, decía René Guenón, no es una producción del espíritu humano. Ella posee su existencia por ella misma, independientemente de nosotros, en el orden intelectual puro. Todo esto que podemos hacer es tratar de conocerla. “Ustedes conocerán la Verdad y la Verdad os hará  libre” (Jean, VIII, 32). Y no es a través de un razonamiento cualquiera sea  que se la puede captar, sino sólo por la percepción  inmediata, directa, por la intuición intelectual.”

            Ibn Arabí nos muestra en uno de sus poemas extraídos de su excelsa obra “El Tratado de la Unidad” lo siguiente:

Tú piensas que eres,

más no eres y jamás has existido.

Si fueras, serías el Señor,

el segundo entre dos.

Abandona tal idea,

porque en nada diferís vosotros dos

en cuanto a la existencia.

Él no difiere de ti y tú no difieres de Él;

si por ignorancia piensas que eres

distinto de Él,

quiere decir que tienes una mente

no educada.

Cuando tu ignorancia cesa alcanzas la paz,

porque tu unión es tu separación

y tu separación es tu unión;

tu alejamiento, una aproximación,

y tu aproximación una partida.

Siendo así que te vuelves mejor,

cesa de razonar y comprende

por la Luz de la intuición,

sin la cual te olvidas de Sus rayos.

Guárdate de dar un compañero a Allâh,

porque en tal caso te envileces

con el oprobio de los idólatras.

            Sobre el “Símbolo y el Simbolismo”, Albanashar Al-Walÿ nos refiere en su obra “El Retorno de Henoch” lo siguiente:

              “El Símbolo es, por lo tanto, un mediador o relacionador que hace las veces de puente entre lo abstracto y lo concreto.

              El Simbolismo, como expresión de lo inexpresable, es el lenguaje propio del Esoterismo  constituye el lenguaje electivo de la Metafísica. El Simbolismo es una Ciencia Hierática que tiene sus reglas precisas y cuyos principios emanan del Mundo de los Arquetipos”.

            Querer atribuirle a la Intuición, el medio o la obtención de las riquezas de éste plano, sus frutos y la sumisión del universo temporal, es hacer una total inversión de los valores del alma y hundirla en el estiércol del mundo profano. Querer atribuir a la Intuición algo que no sea, el medio de interpretación interior del Símbolo y del Simbolismo; es arrojar el balde con que se ha lavado al niño, con niño y todo al despeñadero. Es caer en el oprobio de los idolatras como nos dicen Ibn Arabí en el poema ya citado. Nada más “contrainciatico” en nuestras órdenes.

            En cualquier momento oiremos decir de los personajes de oficio que, a través de un “simbolismo de las finanzas” o de un “símbolo bancario”, lograron hacerse ricos con mover el dedo dos veces y que por lo tanto son merecedores de todos los grados espirituales porque si son ricos de bolsillo, también lo son de espíritu! Vaya cantidad de pamplinadas e idioteces nos ha tocado oír. Aquí cabe a la perfección el coloquio popular que reza: “¿Qué va a saber el burro de crema dental?”.

            Sobre el discernimiento en estos temas del alma, nos refiere Albanashar: “… el genuino Discernimiento Espiritual que permite “ver” en lugar de pensar y de especular; que abre las puertas hacia la profundidad del Ser Verdadero, que otorga la intuición instantánea, fruto de las prácticas espirituales (al-ward, según la Tradición Sufí)”.

            Es mucho lo que hay que decir y de alguna manera denunciar sobre el tema. Nuestro propósito no es otro que el de hacer justicia por lo que es y también por lo que no es.

            No en vano el Cristo sentenció: “Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”. Busquemos pues, nuestra fuente de riquezas en los cielos, en el corazón justo del iniciado y en Dios mismo que es su único depositario. Las de éste mundo, para mantenernos en él y para que nos sirvan de soporte o medio, para alcanzar las realidades sin forma del alma.  

            Los maestros en el Sendero nos han enseñado ya muchas veces que, la “Verdad” se corrompe o con la mentira o con el silencio. Que no se diga que no hemos dicho al respecto.

            Desde mi corazón con mucho amor fraterno.

Ibn Idris Ibrahim

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