Muchas veces
hemos oído hablar sobre la “Intuición”, y las diversas connotaciones que la
gente (iniciados o no iniciados), ha hecho sobre lo que piensan, suponen o
creen que significa para ellos.
Algunas
afirmaciones más o menos acertadas la vinculan al entorno de lo espiritual, ya
sea como una técnica o una especie de medio para alcanzar las realidades pertenecientes
a otro orden de ideas dentro del desarrollo interior. Para la gran mayoría, la
identifican o la “encierran” dentro del aspecto más bajo de todos, al pretender
que como frutos de la Intuición a los logros obtenidos en el mundo profano o
terrenal. Por increíble que sea, esta idea que se tiene sobre la “Intuición” es
la que mayor fuerza ha cobrado en los diversos espacios de la sociedad; pero
más aún (y con mayor preocupación) dentro de los grupos destinados al estudio
de la vía interior.
Se pretende
atribuir a la Intuición las riquezas que ha obtenido una persona dentro del mundo
de los negocios, en el comercio, en los ámbitos profesionales e incluso, cuando
las mismas, han sido obtenido por alguna astucia por medio de actos de
corrupción, porque se ha logrado crear una red de influencias para conseguir
más dinero defraudando al fisco, a las instituciones bancarias, cuando se le ha
engañado a algún comerciante en la medida que se hacen los negocios y pare
usted de contar… para estos ignorantes de lo que representa “El Lenguaje del
Alma”, todo se sustrae a la Intuición.
Podríamos
resumirlo en que, para muchos, el tener dinero de la manera cual fuera, es
producto de la Intuición; y que daño le ha hecho esta manera de “pensar” a las
nuevas mentalidades de jóvenes que han emprendido el estudio de la vía del
corazón, cuando maestros irresponsables, totalmente carentes de sentido de lo
espiritual y de las verdaderas riquezas del alma y contraviniendo cualquier
doctrina espiritual, aseguran que es por medio de la Intuición, que uno tiene
lo que tiene…. Sin importar la formas en que se ha conseguido.
Sobre lo último
que hemos referido queremos hacer nuestra primera mención acerca del tema,
porque incluso la manera en que se obtienen las riquezas en el mundo
manifestado, debe de estar en total “armonía” y “equilibrio” con un proceso
interior que está dirigido a lograr el desarrollo del ser hacia lo alto y que
de manera inversa; pasa por renunciar a las pertenencias (o al menos esa
obsesión destructiva de hacer riquezas y obtener bienes a como dé lugar) en
nuestro paso por este mundo.
Bien lo
aseguraba Mateo (6: 19-21): “No acumulen
para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde
los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo,
donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar.
Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón”.
Que terrible
ha sido para las escuelas de misterios en Occidente, la falta de preparación de
sus maestros y guías espirituales. Bien sabemos que las escuelas de misterios
menores, actúan como un “gurú” y es por
medio de ellas es que se transmite la Influencia Espiritual una vez abiertos
los trabajos y operado el rito; pero la necesidad de verdaderos y mejores maestros
preparados, es cada vez más notoria. Producto de ello es la falta de “discernimiento”
de lo que representan los valores para el hombre común y los valores del
iniciado en este plano de la manifestación.
En su
mayoría, no se detienen a pensar cuales acciones del ser pertenecen al alma, y cuáles
de ellas a la Razón. Todo es atribuido a la Intuición y ello demuestra que por
lo menos uno de los pecados capitales del iniciado, no ha sido efectivamente
trabajo desde la morada íntima.
Cuan fuerte
y destructora puede ser la ignorancia. Y no hablamos de la ignorancia de
sentarnos a leer miles y miles de libros o de carecer de su uso por el
contrario, situación última que pudiera en voz de los maestros, ilustrarnos
sobre la diferencia que existe entre la Intuición y la razón, para poner cada
cosa en su lugar.
Tanto como
el que aborrece y critica la instrucción doctrinal como el que hace un abuso de
ella; comete el pecado de trasladarse hacia los extremos, apartándose del
centro mismo. Nada menos intuitivo que ello.
¿O es que acaso
tenemos a la orden del día y disponer a nuestro antojo, algo que nos puede
llevar toda una vida de trabajo práctico, entrar en contacto con ello? ¿No será
esta situación una prueba de falta de humildad y una falta de postración
interior?
Ahí tenemos
los resultados: “iniciados” atrapados en las redes del ego y por ende de la
razón, especuladores de oficio que emiten opiniones de sillón ante todo lo que
se les antoje por opinar como si fueran la última autoridad espiritual y malhechores
(por no llamarlos ladrones y estafadores) que encuentran en sus riquezas mal
habidas, la manera de imponer su palabra en los grupos de estudio. Claro, para
ellos la Intuición lo aguanta todo.
Es menester
aclarar. La Intuición queda única y exclusivamente atribuida, al Lenguaje del alma,
como ya hemos indicado. Su objetivo es el de entablar una “comunicación” con lo
divino y hacer posible la aprehensión y comprehensión de realidades que escapan
al dominio de la razón e incluso de nuestra situación en el mundo profano.
Es por lo
tanto una técnica del alma y exclusivamente enfocada a que la “Voluntad” en el
Ser, se reencuentre de manera gradual con el “Espíritu”; dejando atrás proporcionalmente,
la necesidad de todo aquello que impida alcanzar esta realidad para el iniciado
y que es característico del “destino”.
Nuestro buen
querido Maestro (muy bien preparado por cierto) Albanashar Al-Walÿ nos instruye
acerca de lo que representa la Intuición:
“La
intuición (Prajna), es la facultad de conocimiento inmediato y directo de una
idea, de una verdad o de realidades absolutas en su estado más puro, sin la
mediación de razonamientos, conceptos o procederes discursivos. Es la forma
superior de Conocimiento que rebasa los límites del saber empírico, se libera
de las necesidades de la experiencia y se remonta a las realidades esenciales.
Es Sintética, no analítica, ni particular, sino excepcional, que porta su
evidencia en sí misma, la evidencia interior de las causas que precede toda
experiencia, la facultad de la Intuición es la “brújula” que puede “orientar”
al Hombre y reconducirlo al estado primigenio en el cual fue creado: a retomar
el contacto con los mundos suprasensibles que forman el substrato de las cosas
accesibles a los sentidos físicos”.
Que obcecada
y absurda necesidad de atribuirle a la Intuición, algo que no pertenece a ella.
Que daño tan terrible le hacen a las formas tradicionales. Tan parecido como
aquello de justificar los excesos sexuales bajo el lema: “a la bestia hay que darle de comer (¿¿??)”. No entendemos en
definitiva con qué autoridad se pueden dar este tipo de opiniones a sabiendas, que
el camino interior, el camino de reencuentro con nuestro Creador, pasa por el
total abandono y la total superación de estos vicios de la carne. Será que aún
no lo han entendido.
Se pasan a
la “torera” el profundo estudio que representan las “Virtudes Cardinales” y las
“Virtudes Teologales”; en el camino de conquista del “Ars Regia”, camino sin el cual; jamás podrá haber una verdadera y
real puesta en contacto con esas realidades trascendentales de la que nos ha
hablado (y nos sigue hablando por fortuna) nuestro querido Maestro Albanashar,
por nombrar a alguno.
Sobre la
Intuición nos muestra Albanashar: “La
“percepción” (Idrak) de lo Trascendente es un develamiento (at-tajâlli) por
medio de la Intuición supra-formal (al-kashf) que sobrepasa la ciencia y la
visión directa (al-iyan) pues tal “penetración” no se limita a comprender, sino
que concretiza el valor y la realidad de las ideas y la Doctrina que
inicialmente es transmitida al Iniciado como resultado de la aplicación
práctica, operativa del método iniciático”.
Nuestro buen
querido Maestro Joël Pozarnik, sabio entre sabios y maestro de maestros nos refiere
sobre el tema: “La Verdad, decía René
Guenón, no es una producción del espíritu humano. Ella posee su existencia por
ella misma, independientemente de nosotros, en el orden intelectual puro. Todo
esto que podemos hacer es tratar de conocerla. “Ustedes conocerán la Verdad y
la Verdad os hará libre” (Jean, VIII,
32). Y no es a través de un razonamiento cualquiera sea que se la puede captar, sino sólo por la
percepción inmediata, directa, por la intuición
intelectual.”
Ibn Arabí nos muestra en uno de sus poemas extraídos de su excelsa obra “El Tratado de la Unidad” lo siguiente:
Tú piensas que eres,
más no eres y jamás has
existido.
Si fueras, serías el
Señor,
el segundo entre dos.
Abandona tal idea,
porque en nada diferís
vosotros dos
en cuanto a la
existencia.
Él no difiere de ti y
tú no difieres de Él;
si por ignorancia
piensas que eres
distinto de Él,
quiere decir que tienes
una mente
no educada.
Cuando tu ignorancia
cesa alcanzas la paz,
porque tu unión es tu
separación
y tu separación es tu
unión;
tu alejamiento, una
aproximación,
y tu aproximación una
partida.
Siendo así que te
vuelves mejor,
cesa de razonar y
comprende
por la Luz de la
intuición,
sin la cual te olvidas
de Sus rayos.
Guárdate de dar un
compañero a Allâh,
porque en tal caso te
envileces
con el oprobio de los
idólatras.
Sobre el “Símbolo
y el Simbolismo”, Albanashar Al-Walÿ nos refiere en su obra “El Retorno de
Henoch” lo siguiente:
“El Símbolo es, por lo tanto, un mediador o
relacionador que hace las veces de puente entre lo abstracto y lo concreto.
El
Simbolismo, como expresión de lo inexpresable, es el lenguaje propio del
Esoterismo constituye el lenguaje
electivo de la Metafísica. El Simbolismo es una Ciencia Hierática que tiene sus
reglas precisas y cuyos principios emanan del Mundo de los Arquetipos”.
Querer
atribuirle a la Intuición, el medio o la obtención de las riquezas de éste plano,
sus frutos y la sumisión del universo temporal, es hacer una total inversión de
los valores del alma y hundirla en el estiércol del mundo profano. Querer
atribuir a la Intuición algo que no sea, el medio de interpretación interior
del Símbolo y del Simbolismo; es arrojar el balde con que se ha lavado al niño,
con niño y todo al despeñadero. Es caer en el oprobio de los idolatras como nos
dicen Ibn Arabí en el poema ya citado. Nada más “contrainciatico” en nuestras órdenes.
En cualquier
momento oiremos decir de los personajes de oficio que, a través de un “simbolismo
de las finanzas” o de un “símbolo bancario”, lograron hacerse ricos con mover
el dedo dos veces y que por lo tanto son merecedores de todos los grados
espirituales porque si son ricos de bolsillo, también lo son de espíritu! Vaya
cantidad de pamplinadas e idioteces nos ha tocado oír. Aquí cabe a la
perfección el coloquio popular que reza: “¿Qué
va a saber el burro de crema dental?”.
Sobre el
discernimiento en estos temas del alma, nos refiere Albanashar: “… el genuino Discernimiento Espiritual que
permite “ver” en lugar de pensar y de especular; que abre las puertas hacia la
profundidad del Ser Verdadero, que otorga la intuición instantánea, fruto de
las prácticas espirituales (al-ward, según la Tradición Sufí)”.
Es mucho lo
que hay que decir y de alguna manera denunciar sobre el tema. Nuestro propósito
no es otro que el de hacer justicia por lo que es y también por lo que no es.
No en vano
el Cristo sentenció: “Dad al Cesar lo que
es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”. Busquemos pues, nuestra fuente de
riquezas en los cielos, en el corazón justo del iniciado y en Dios mismo que es
su único depositario. Las de éste mundo, para mantenernos en él y para que nos
sirvan de soporte o medio, para alcanzar las realidades sin forma del alma.
Los maestros
en el Sendero nos han enseñado ya muchas veces que, la “Verdad” se corrompe o
con la mentira o con el silencio. Que no se diga que no hemos dicho al
respecto.
Desde mi
corazón con mucho amor fraterno.
Ibn Idris Ibrahim
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