LOS ALTOS GRADOS MASONICOS
RENE GUENON
Hemos visto, en un anterior artículo, que, debido a que la
iniciación masónica conlleva tres fases sucesivas, sólo puede haber tres
grados, los cuales representan precisamente estas tres fases; de lo que
parecería resultar que todos los sistemas de altos grados son completamente
inútiles, al menos teóricamente, ya que los rituales de los tres grados
simbólicos describen, en su conjunto, el ciclo completo de la iniciación. De
hecho, sin embargo, siendo que la iniciación masónica es simbólica, los masones
que ella forma no son más que el símbolo de los verdaderos masones, puesto que
allí se indica simplemente el programa de las operaciones que aquéllos deberán
realizar para alcanzar la iniciación efectiva. Precisamente esta es la finalidad
que perseguían, al menos en sus comienzos, los varios sistemas de altos grados,
que parecen haber sido instituidos para llevar a la práctica aquella Gran Obra
que la Masonería simbólica enseñaba en teoría.
Con todo,
hay que reconocer que bien pocos de estos sistemas alcanzaron realmente la
finalidad que se proponían; en la mayor parte, encontramos incoherencias,
lagunas, redundancias y en algunos casos los rituales son de un pobrísimo valor
iniciático, en especial si se los compara con aquellos pertenecientes a los
grados simbólicos. Estas imperfecciones resultan, por otra parte, tanto más
evidentes cuanto mayor sea la cantidad de grados que incluya el sistema; y, si
esto ya es evidente en el "Escocismo" de 25 y 33 grados, ¿qué pensar,
entonces, de aquellos Ritos de 90, 97 o incluso 120 grados? Semejante
multiplicidad de grados aparece tanto más inútil cuanto que se hace necesario
conferirlos por series. En el siglo XVIII, cada quien quiso forjar su propio
sistema, desde luego incorporándolo siempre a la Masonería simbólica, y de la
cual no hacía más que desarrollar sus principios fundamentales, interpretados
demasiado a menudo según las concepciones personales del autor, como puede
verse en casi todos los Ritos herméticos, cabalísticos y filosóficos y en las
Ordenes de Caballería y de Iluminismo. De allí proviene, en efecto, esta
prodigiosa variedad de Ritos, muchos de los cuales tan solo existieron en los
papeles, y cuya enmarañada historia resulta prácticamente imposible de
esclarecer; quienes intentaron poner un poco de orden en semejante caos
debieron renunciar a su cometido, salvo cuando, por uno u otro motivo, no hayan
preferido dar de los orígenes de los altos grados determinadas explicaciones
más o menos fantasiosas, a veces inclusive completamente fabulosas.
A este
propósito, no pasaremos reseña de todas las afirmaciones pretendidamente
históricas que hemos encontrado en los escritos de diversos autores; de todos
modos, lo que no admite dudas es que, contrariamente a lo que se ha sostenido
con frecuencia, el caballero Ramsay no fue el inventor de los altos grados, y
que, si en todo ello le cabe una responsabilidad no es más que de manera
indirecta, puesto que quienes concibieron el sistema del "Escocismo"
se inspiraron en un discurso por él pronunciado en 1737, donde relacionaba a la
Masonería con los Misterios de la antigüedad y, en un tiempo más próximo, con
las Ordenes religiosas y militares de la edad media. En todo caso, Ramsay puede
considerarse tan poco responsable de los rituales de los grados
"escoceses" como puede serlo Elías Ashmole de aquellos de los grados
simbólicos, a pesar de lo que pretendería una opinión bastante generalmente
admitida y reproducida por Ragón y otros historiadores. "Elías Ashmole,
docto anticuario, adepto del hermetismo y de los conocimientos secretos por
aquel entonces de moda, fue recibido masón el 16 de octubre de 1646, en
Warrington, pequeña localidad del condado de Lancaster. No reapareció en Logia
sino al cabo de 35 años, el 11 de marzo de 1682, por segunda y última vez en su
vida, como testimonia su diario personal, que nunca dejó de mantener
actualizado, día tras día, con escrupulosa minuciosidad". Por lo demás, no
pensamos que los rituales iniciáticos puedan ser considerados como la obra de
una o más individualidades determinadas, sino que se han ido constituyendo
progresivamente, a través de un proceso que resulta imposible precisar, que
escapa a toda definición. Por el contrario, aquellos rituales pertenecientes a
los altos grados que aparecen como más o menos insignificantes, presentan todas
las características propias de una composición ficticia, artificial, creada por
la mentalidad de un individuo. En suma, sin demorarnos en consideraciones
carentes de interés, es suficiente considerar a todos los sistemas, en su
conjunto, como las diversas manifestaciones de la tendencia realizadora de
hombres que no se contentaban con la pura teoría, pero que, queriendo pasar a
la práctica, demasiado a menudo olvidaban que la iniciación real necesariamente
debe ser en gran parte personal.
Hemos
querido decir aquí simplemente lo que pensamos acerca de la institución de los
altos grados y de su razón de ser; consideramos que revisten una utilidad
práctica indiscutible, pero a condición –lamentablemente muy pocas veces
respetada y sobre todo hoy día– de que sirvan realmente a la finalidad en vista
de la cual fueron creados. Para ello, sería necesario que los Talleres de estos
altos grados fueran reservados a los estudios filosóficos y metafísicos,
demasiado descuidados en las Logias simbólicas; no debería olvidarse jamás el
carácter iniciático de la Masonería, que no es ni puede ser –dígase lo que se
diga– ni un club político ni una asociación de socorros mutuos. Sin lugar a
dudas, no se puede comunicar lo que por esencia es inexpresable y ésta es la
razón por la cual los verdaderos arcanos se defienden por sí solos de toda
indiscreción; pero, por lo menos, es posible dar las claves que permitirán a
cada uno alcanzar la iniciación efectiva por medio de sus propios esfuerzos y
su meditación personal y asimismo se puede, según la tradición y la práctica
constantes de los Templos y Colegios iniciáticos de todos los tiempos y de
todos los países, colocar a quien aspira a la iniciación en las condiciones más
favorables de realización y proporcionarle esa ayuda sin la cual le sería
prácticamente imposible consumar dicha realización. No nos demoraremos más
sobre este asunto, pensando haber dicho lo suficiente como para permitir
entrever lo que podrían ser los altos grados masónicos, si, en lugar de
quererlos suprimir lisa y llanamente, se los convirtiera en centros iniciáticos
verdaderos, encargados de transmitir la ciencia esotérica y conservar integralmente
el depósito sagrado de la Tradición ortodoxa, una y universal.
NOTAS
1 Oswald Wirth, Le Livre de l'Apprenti, pág. 30, 2º edición. (R)
me gustaría abordaran el caso de la masoneria operativa y especulativa en México, su relación con el escritor Edgar Morin como grado 33 y lider mundial y el legado de Swami Pranavananda Sarawasti al esoterismo masonico, asi como el papel y grado que hoy juega Julio Acimovick en la masoneria operativa, se me hace muy interesante, saldos
ResponderEliminarEstimado lector, antes que nada agradecemos su comentario en esta página de difusión tradicional. Para ser justos y sinceros desconocemos las enseñanzas y obra de las personas que usted amablemente indica en su comentario. A fin de obtener mayor conocimiento sobre ello le ofrecemos escribirnos al sigiente correo: ibnidrisibrahim@gmail.com, para así poder tener conocimiento de estos autores y sus aportes a la Masonería. Gracias por su aporte. Reciba de nuestra parte un caluroso saludo.
ResponderEliminarEl administrador.