LA VIA SIMBOLICA
Federico González Frías
El símbolo es la huella (o
el gesto) visible de una realidad invisible u oculta. Es la manifestación de
una idea que así se expresa a nivel sensible y se hace apta para la
comprensión. En un sentido amplio toda la manifestación, toda la creación, es
una simbólica, como cada gesto es un rito, sea esto o no evidente, pues
constituye una señal significativa. El símbolo nombra a las cosas y es uno con
ellas, no las interpreta ni define.
En verdad la definición es occidental y
moderna (aunque nace en la Grecia clásica) y podría ser considerada como la
puerta a la clasificación posterior. El símbolo no es sólo visual, puede ser
auditivo, como es el caso del mito y la leyenda, o absolutamente plástico y
casi inaprehensible como sucede con ciertas imágenes fugaces que, sin embargo,
nos marcan. En la época actual se le suele asociar más con lo visual, porque la
vista fija y cristaliza imágenes en relación con estos momentos históricos de
solidificación y anquilosamiento más ligados a lo espacial que a lo temporal.
El símbolo es el
intermediario entre dos realidades, una conocida y otra desconocida y por lo
tanto el vehículo en la búsqueda del Ser, a través del Conocimiento. De allí
que los distintos símbolos sagrados de las diferentes tradiciones –y por cierto
también los símbolos naturales– se entretejan y se vinculen entre sí
constituyendo una Vía Simbólica para la realización interior, a saber: para el
Conocimiento, o sea el Ser, dada la identidad entre lo que el hombre es y lo
que conoce. Lo mismo es válido para los ritos que promueve este manual,
comenzando por el estudio y la meditación.
Por eso es necesario que
el lector tenga una visión lo suficientemente clara de la cosmogonía,
arquitectura del universo reproducida en el hombre, para utilizar el modelo del
Árbol de la Vida, llamado también Sefirótico, ubicarse y trascenderlo,
mediante la aceptación de un Orden capaz de mostrarnos lo que está más allá de
él. Nos estamos refiriendo a la movilización de todo nuestro ser que los
símbolos como intermediarios procuran, al viaje o navegación por las sutiles entretelas
de la conciencia, a la sorpresa de percibir mundos nuevos que permanecían
invisibles y sin embargo nos son familiares, hechos todos estos que jalonan el
proceso mágico de Iniciación, caracterizado por los grados de Conocimiento de
otras realidades espacio temporales, o mejor, de otra forma de percibir la
realidad.
Lo metafísico, esa región
desconocida y misteriosa, se manifiesta en el mundo sensible por intermediación
del símbolo. Gracias a éste, es posible el Conocimiento para el ser humano; imágenes
y símbolos nos permiten tomar conciencia del mundo que nos rodea, de lo que
éste significa y de nosotros mismos. Los símbolos sagrados, revelados, han sido
depositados en todas las tradiciones verdaderas. Los sabios de distintos
pueblos, por medio de la Ciencia y el Arte, han promovido siempre el
conocimiento de esos mundos sutiles que los propios símbolos testimonian. Ellos
permiten que aquellas realidades superiores toquen nuestros sentidos y
posibilitan que el hombre, a partir de esta base sensible, se eleve a esas
regiones que constituyen su aspecto más interno: su verdadero ser.
La vía simbólica que este
Programa propone, con todas las experiencias que ella implica, podrá llevarnos
de una manera ordenada y gradual hacia ese Conocimiento. El símbolo plasma una
fuerza, una energía invisible, una idea. Lo que él expresa y lo que contiene en
su interior se corresponden en perfecta armonía. No debe nunca confundirse con
la alegoría, ya que ésta se correlaciona más con sustituciones y suposiciones y
por lo tanto carece de conexión clara con lo interno y verdadero.
También es importante
apuntar que los símbolos a que nos referimos no son meras convenciones
inventadas por los hombres; ellos son "no humanos", se encuentran en
la estructura misma del cosmos y el ser humano. Al ser los intermediarios entre
lo invisible y lo visible promueven la conciencia de mundos superiores y
regiones supracósmicas.
Es muy notable el hecho de que los símbolos
principales se repitan de modo unánime en todos los pueblos de la tierra en
distintos momentos y lugares. Muchas veces esta identidad es incluso formal,
aunque, como ya se ha dicho, a menudo podremos encontrar símbolos de diferente
forma pero idéntico significado. En todo caso, todos se corresponden con un
arquetipo único y universal del que cada uno de esos pueblos ha extraído sus
símbolos particulares. Los símbolos sagrados son capaces de revelar ese modelo
único, a su Creador, y aún lo increado; pero a la vez velan esas realidades
superiores y se cubren de un ropaje formal, aunque conservan siempre su aspecto
interno e invisible.
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