Síntesis del capítulo xvi de la obra “Los estados múltiples del ser ” de
René Guenon:
“CONOCIMIENTO Y
CONSCIENCIA”
En este capítulo de la excelsa obra del Maestro Rene Guenon, se ha
querido realizar la necesaria distinción entre lo que conocemos por
“conocimiento” y lo que entendemos por “consciencia”.
Es así como
Guenon nos instruye acerca de estos dos elementos del Ser señalándonos que, el
conocimiento no tiene en modo alguno como sinónimo o como equivalente a la consciencia,
cuyo ámbito solo es coextenso con el de ciertos estados determinados del ser.
Rene Guenon
es tajante cuando nos señala: “el
conocimiento se realiza por medio de lo que se puede llamar propiamente una
“toma de consciencia””.
La
consciencia, tal y como la hemos entendido anteriormente, no es más que un modo
contingente y especial de conocimiento en ciertas condiciones, una propiedad
inherente al ser considerado en ciertos estados de manifestación, con mayor
razón no se puede hablar de ella en ningún grado para los estados
incondicionados, es decir, para todo lo que está más allá del Ser, puesto que
ni siquiera es aplicable a todo el Ser. El conocimiento por el contrario, no
puede admitir ninguna restricción, y para ser adecuados a la verdad total, debe
ser coextenso no solo con el Ser, sino también con la propia Posibilidad
universal.
Esto
equivale a decir que conocimiento y verdad, considerados
metafísicamente, no son otra cosa en el fondo que lo que hemos denominado como
“aspectos del Infinito”, nos señala el autor de la obra.
Es de esta
manera que Guenon señala que, el “conocer” y el “ser”, son las dos caras de una
misma realidad y no hay que tomar el término “ser” más que en su sentido
análogo y simbólico, puesto que el conocimiento va más lejos que el Ser y que
todo lo posible es realizado por el conocimiento, identidad tomada universalmente
y que constituye propiamente la verdad en sí.
Por otro
lado, la palabra “real” toma con ello un valor metafísico muy distinto, al
verse referida a este punto de vista de la realización, al convertirse en una
expresión de la permanencia absoluta, en lo Universal, de todo aquello cuya
posesión efectiva alcanza un ser mediante la total realización de sí mismo.
El
“Intelecto” en cuanto a principio universal, se podría concebir como el
continente del conocimiento total, pero con la condición de no ver en esto más
que una simple manera de hablar, pues aquí, en que estamos esencialmente en la
“no – dualidad”, el continente y el contenido son absolutamente idénticos, pues
el uno y el otro deben ser igualmente infinitos.
Nos refiere
Guenon acerca de lo que acabamos de señalar que solamente se puede hablar correlativamente
del intelecto y del conocimiento, en el sentido universal, como lo señala el
maestro en múltiples oportunidades en su obra sobre el Infinito y de la
Posibilidad, es decir, viendo en ellos una sola cosa, que considera en un
aspecto activo y en un aspecto pasivo, pero sin que haya en ello ninguna
distinción real.
El Intelecto
ni es sino rigurosamente uno con su objeto; solo en los modos condicionados del
conocimiento pues el conocimiento relativo se efectúa, no mediante el propio
intelecto, sino mediante una refracción del intelecto e los estados de ser
considerados y como hemos visto es una refracción así la que constituye la
consciencia individual; pero indirecta o directamente, siempre hay
participación en el intelecto universal en la medida en que hay conocimiento
efectivo.
La
consciencia, más que el modo especial de un conocimiento contingente y
relativo, como es relativo y contingente el estado del ser condicionado al que
pertenece esencialmente; se puede decir que es “una razón de ser” para tal
estado, sólo en la medida en que es una participación, por refracción, en la
naturaleza de este intelecto universal y trascendente que es, de modo final y
eminente, la suprema “razón de ser” de todas las cosas, la verdadera “razón
suficiente” metafísica que se determina en todos los órdenes de posibilidades,
sin que ninguna de estas determinaciones pueda afectarlo en nada.
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