Síntesis y comentarios del Capítulo I: “Henoch, el Maestro de Justicia y Revelador de la Gnosis”, de la Obra: “El Retorno de Henoch o
la Masonería Primigenia”; de Albanashar Al-Waly.
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METATRÓN
Ibn Idris Ibrahim
(Ignacio Sánchez)
Ibn Idris Ibrahim
(Ignacio Sánchez)
“Es verdad, sin mentira, cierto y lo más
verdadero: Lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba,
es como lo que está abajo, para que se obren los milagros de una sola cosa”
“La Tabla de Esmeralda”: Hermes Trimegistos
“… para que os
dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el
hombre interior por su Espíritu;
“ para que habite Cristo por la fe en vuestros
corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor,
“seáis plenamente capaces de comprender con todos los
santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura
“y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo
conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”.
EFESIOS 3:
16,17,18 y 19.
“La letra Tau (T), la 22” letra del alfabeto
hebreo es una letra sintética que contiene en ella todo el alfabeto. Es el
Cero, el no-ser, el fin, la omega, el regreso al comienzo por una nueva
partida, un nuevo ciclo. En el hombre, la Tau representa la boca de donde sale
el verbo que da la vida o que mata".
Albanashar
Al Walÿ, nos hace referencia en este primer párrafo del tema, sobre la
trascendencia y el poder evocador que encierra la letra “T” del alfabeto hebreo. Nos referimos más específicamente del
número “9” de la primera línea
numérica que va desde el “Aleph” (1) hasta la letra hebrea “Iod” (10 =1+0 = 1).
Federico González Frías nos señala en su obra “El Simbolismo de la Rueda”, que toda la “correspondencia” numérica,
va desde el “1” hasta “9”, pero que es resumida por la Tradición en el mismo
número “3”. Pudiéramos inferir de
esta afirmación, que el número “9”,
que encuentra su representación en el alfabeto en la letra “T”, en la “Tau” o “Tet”,
que el mismo no es más que su afirmación que el mismo proceso de la creación
Divina que surge a partir del aliento del “Verbo Creador”, está presente en los
tres planos del Ser: cuerpo – alma –
Espíritu.
El
Maestro Jöel Pozarnik, afirmaba que el número “9”, era por lo tanto el número del “Retorno de Henoch”, a lo cual agregamos, que es también el punto de
inflexión en donde la “Reintegración del Ser” ha sido consumada por haberse
agotado todos los estados físicos y manifestados del mismo y que por lo tanto,
ha llegado la hora de reencontrarnos con la causa primera.
Es
por lo tanto el número “9”, el
reflejo manifestado del número “0”,
la boca de donde sale el Verbo que da la vida o que mata y que encuentra en su
forma (en la del Anciano de todos los días) el equilibrio existente que es
“Incomparable” e “invisible”. Evocar por lo tanto al número “9”, es evocar la presencia Divina de
Dios en nuestros corazones, es decir, representa el acceso al portal que nos
permitirá “acceder”, a la íntima esencia de nuestro YO SOY, que no es más que el reflejo de la misma esencia de nuestro
creador; del Espíritu mismo.
Fermín
Vale Amesti nos instruye:
«El patriarca
Henoch fue arrebatado al más alto Cielo en alas de la Shekina, la manifestación
del Resplandor o Aura divina, cuya carne fue convertida en llama, sus' venas en
fuego, sus pestañas en destellos de relámpago y sus ojos en antorchas
llameantes, y a quien Dios colocó sobre un Trono en el Séptimo Cielo (Araboth)
próximo al Trono de Gloria (el Pleroma o Plenitud de los gnósticos), donde está
el Trono de la Shekina y la Merkabah. Después de esta celestial transformación,
sin conocer la muerte, alcanzó de ese modo la posición más alta de todos los
seres creados, por lo cual recibió el nombre de Metatrón, abreviatura de
Metabutronios que significa 'el que permanece junto al Trono de Dios".
Nuestro
buen Maestro Fermín nos señala de una manera precisa, a fin de que podemos
interiorizar de que Henoch, al evocar el valor esencial y espiritual al cual
nos conduce, la misma esencia del número “9”,
como una síntesis de toda la Tradición; el mismo fue arrebatado al Cielo en
alas de la Shekina (Presencia Divina),
en donde su carne fue convertida en llama, sus venas en fuego, sus
pestañas en destellos de relámpagos y sus ojos en antorchas llameantes; es
decir, una clara ilustración que los textos Sagrados nos brinda, del paso del
Estado de Consciencia de “Hombre Verdadero” al de “Hombre Universal”,
en donde el ciclo numérico se consuma y se perfecciona desde el “Alfa” hasta el “Omega”, y que encuentra en el elemento “Fuego”, el vehículo
de transmutación definitiva del Alma, mediante el cual, abandonamos este saco corpóreo
de piel y huesos y somos exaltados hacia la sublime Gracia de Dios, en un cuerpo
irradiante de Luz y de fulgor. Simbolismo éste, que se corresponde a plenitud,
con el del “Ave Fénix”, “El Carro de Fuego”, y “el Tercer
Viaje Simbólico” que damos los aprendices en nuestro valioso Ritual de Iniciación,
que encuentra en el simbolismo del proceso alquímico, una manera de describir
el mismo recorrido que los sabios maestros hebreos y los sabios “Filósofos Herméticos”
de nuestra Tradición Unánime, supieron representar en la cadena numérica que va
desde el “1” hasta el “9”.
“Henoch es el Superior Jerárquico de todos
los Arcángeles. En el Zohar se le denomina «el Ángel de la Divina Presencia» o
«el Príncipe de la Divina Faz» (Sar·ha-panim). Es el Guardián de todos los
Misterios celestes y quien dirige la Resurrección. Es el Revelador de los
Secretos y Guía de los Adeptos”.
Bajo
las palabras de Albanashar, podemos entender entonces de que Henoch, bien
pudiera representar ese punto de comunión “axial”, mediante el cual se
establece una comunicación Divina, con el proceso de ascensión de los Estados
Superiores del Ser que emprenden los Adeptos, una vez alcanzado el dominio
total del Espíritu por sobre las formas irreales; lo que el Rene Guenon llama
en su obra “Apreciaciones sobre la
Iniciación” como el Estado Rosacruz de la Tradición cristiana. Es por lo
tanto Henoch, la Influencia Espiritual que nos acompaña en ese recorrido
numérico que va desde el “9” hasta
el “1” y que encuentra una especial
correspondencia en el simbolismo de la geometría Sagrada, de la “Línea Recta”,
que va desde la periferia de la circunferencia, hasta el mismo centro, una vez
que desde el centro se ha producido la misma sobre el plano, es decir, lo que
va desde el “1” hasta el “9”.
«El término de Metratrón comporta las
acepciones de Guardián, de Señor, de enviado, de Mediador; él es 'el Ángel de
la Faz' y también 'el Príncipe del mundo’ (Sar-ha-olam); es 'el autor de las
Teofanías', de las manifestaciones divinas en el mundo visible».
Las
palabras del Maestro no puede ser más claras y precisas. Solo nos queda por
corresponder el simbolismo del “Metratrón”, como el de “enviado de
Dios”, con otros como el de: “Arco de Iris”, “El Arca de la Alianza”, “El
Águila de los pueblos Indoamericanos” y con los acontecimientos “teofánicos” de
los cuales, personajes y verdaderos gnósticos de la Tradición como Noé y Yahvé, Moisés con la Zarza Ardiente
(representación del espacio Sagrado a través del cual Yahvé se le manifestó),
Abraham con Melkisedeth, María y Gabriel y otros tantos ejemplos más, en donde
se evidencia la identificación del encuentro en vida con la Realidad Suprema a
la mejor usanza de Henoch, Ezequiel o Elías (ya que son el mismo personaje
simbólico), a fin de poder elevarse por sobre sus capacidades físicas,
alcanzando verdaderos estadios del Conocimiento Sagrado pero guiados por la
Influencia mediadora de Dios.
«Metatrón no solamente tiene el
aspecto de la Clemencia (arrahman), sino también el de la Justicia (al'adl). En
el Mundo Celeste, no es solamente el gran sacerdote (Kohen ha-gadol), sino
también el Gran Príncipe (Sar-ha-gadol), lo que significa que en él se
encuentra, tanto el principio del Poder Real (o regio) como el Poder Sacerdotal
o Pontifical, al cual corresponde propiamente la función de Mediador».
Vemos
entonces, ya para finalizar, como Henoch representa en sí, la misma síntesis de
los Misterios de la Tradición: Los Menores y Los Mayores, o bien del
Poder Real en su carácter de Guardián del “Centro del Mundo”, a la
usanza de un “Caballero Espiritual” y del Pontificado del Arte
Sacerdotal o del Poder Sacerdotal. Es así, como podemos decir que al hablar de
Henoch, estamos refiriéndonos a una misma y exacta correspondencia simbólica de
la misma Tradición Primordial y que en su mismo carácter de mediador, clemente
y Gran Príncipe ha encontrado en el simbolismo de la “Balanza”, la “swastica”
o en el simbolismo de la “Cruz”, una manera de representar a todo el
proceso de “Retorno” que va desde el número “9”, al número “1”, es
decir, desde la Tau hasta Aleph del alfabeto hebreo o lo que los Verdaderos Maestros Hábiles han
denominado como “El Retorno de Henoch”.
Ibn Idris Ibrahim
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