CINCO
Federico González Frías
Si proyectamos los cuatro vértices
del cuadrado hacia el interior, donde ellos se cruzan, o sea el punto en que
coinciden las ortogonales, obtenemos el centro de la figura y por lo tanto el
punto que la sintetiza explícitamente de modo potencial, y como es común en
todos los casos es invisible pero real, de toda realidad.
El cinco que está exactamente en el
medio de la escala numérica de uno a diez es llamado en la alquimia quinta
esencia o éter, el quinto elemento central de la cruz formada por: fuego, aire,
agua, tierra.
Es el número clave en la Tradición
China, donde el emperador vivía en el centro de las cuatro provincias
cardinales de las nueve que constituían su territorio y cinco son los elementos
(fuego, agua, madera, metal y tierra) y cinco los bienes, (riqueza, longevidad,
paz, virtud y salud) y otras muchísimas cosas, fenómenos, o seres ya que era la
llave de toda su numeración. También en Irlanda antigua son cinco las
provincias tradicionales; lo mismo en la Tradición Precolombina, donde
constituye la clave numerológica de sus calendarios; igualmente se relaciona
con el dios del maíz. También es capital para los antiguos peruanos donde el
dios Pariacaca es uno en cinco y lanza el relámpago desde cinco regiones del
cielo. Geométricamente es una estrella de cinco puntas que puede ser trazada
sin levantar el lápiz del papel: un continuo. Es representado por el pentágono,
polígono regular que es la figura central que resulta de la operación
anteriormente descrita y la cara del dodecaedro, el último de los polígonos
regulares.
El cuatro es el plano de las
pirámides egipcias y mesoamericanas y el quinto punto señala su vértice o
cúspide en lo tridimensional, y su proyección en el centro del plano, que apunta
hacia el cielo.
Para Pitágoras los números eran
masculinos y femeninos, lo que ha dado lugar a numerosos estudios y
especulaciones, incluso como una idea-fuerza, por tanto, transmutadora. Al
cinco los pitagóricos lo llamaban número nupcial pues es la suma del primer
número par con el primer impar, de la unión de lo femenino con lo masculino.
Otras Tradiciones lo han denominado el
invariable medio ( Tchung-Yung). En el Taoísmo es nada menos que la unión del
Cielo con la Tierra.
Igualmente en la Década se acaban las
posibilidades cosmogónicas con la proyección final llamada la tierra, que
enmarca toda la intensidad de este principio divino y en cada ser la
posibilidad de acceder a lo verdaderamente sagrado; hablando del cielo y la
tierra no nos queda sino indicar que se trata de la función activa (3) y la
pasiva (2) y su perpetua reintegración, lo que se muestra en el abrazo que
ambos se prodigan, arquetipo de toda unión sexual, o sea, conyugal.
En el Hermetismo es el número del
hombre o microcosmos, y son célebres las representaciones –como la de Leonardo
da Vinci– donde se puede ver a un ser humano con sus piernas y brazos
extendidos, de modo pentagonal inscritos dentro de una rueda.
Cornelio Agrippa, De Occulta Philosophia, 1531
En la Tradición Hebrea también se
destaca su significado pues son cinco los libros de la Torá (el Pentateuco
cristiano). De otro lado son cinco las grandes Eras de las civilizaciones
precolombinas llamadas en Centroamérica Soles y vivimos actualmente en la
quinta y última.
Se corresponde en el Árbol de la Vida
con la sefirah Gueburah, central en el pilar del Rigor, asociada con el planeta
Marte.
Es también en el Tarot la carta del
Papa, o Sacerdote (Hierofante, Chamán). Uno de los símbolos más importantes de
entre todos, presente en todas las culturas y tiempos.
En Masonería el cinco corresponde al
grado de compañero.
Comentarios
Publicar un comentario