De los límites de la percepción intelectual - Maimónides

DE LOS LÍMITES DE LA PERCEPCIÓN INTELECTUAL

Maimónides

Percibiréis todo cuanto hay al alcance de tu vista, con solo que vuelvas los ojos a tu alrededor. Empero, si fuerzas excesivamente el ojo, afanándote por ver algún objeto demasiado lejano, o examinando escritos y dibujos diminutos, se debilitará tu capacidad visual no sólo respecto de aquél determinado objeto, sino también respecto de todas las cosas que normalmente sueles percibir. Lo mismo acaece con las facultades especulativas de quien se consagra al estudio de una ciencia. Cuando una persona estudia demasiado y agota su capacidad de reflexión, viene a confundirse y a perder incluso la aptitud de percibir lo que antes claramente aprehendía. 

Si eres capaz de dudar y no tratas de convencerte de que existen pruebas con que sostener lo que no puede ser demostrado, ni intentas percibir cosas que están más allá de tus alcances, entonces habrás logrado el más alto nivel, de perfección humana, y serás como R. Akibha, que "en paz entraba y en paz salía" del estudio de los problemas teológicos. En cambio, si te violentas para sobrepasar los límites de tu facultad intelectiva, o si de buenas a primeras rechazas por imposibles las cosas que nunca se demostró que lo eran, entonces serás como Elisha Aher, y las ideas nacidas de la imaginación prevalecerán sobre ti, y te inclinarás hacia los vicios, y te degradarás en bajas costumbres, a causa de la confusión que nublará tu mente y enturbiará tus luces.


Respecto de lo cual se ha dicho: "¿Has hallado miel?, pues toma de ella lo que baste para tu alimento, no sea que te hartes y la devuelvas" (PROV. XXV 16). Nuestros Sabios han aplicado este verso a Elisha Aher. También han aconsejado al hombre que no se aventure temerariamente a especular sobre falsos conceptos, y que cuando dude acerca de alguna cosa, o no logre encontrar prueba de ella, no por eso debe abandonarla de buenas a primeras, rechazarla y negarla; antes bien, debe suspender su juicio, y, por respeto a la gloria de su Creador, abstenerse de emitir una opinión precipitada. 

No pretendían los Profetas y Sabios, con tales declaraciones, cerrar la puerta a la especulación y estorbar que la mente comprendiera lo que está a su alcance, como imaginan los ignorantes y perezosos, a los cuales place presentar su ignorancia e incapacidad como sabiduría y perfección, y la prudencia de otros, como irreligiosidad y defecto, tomando así las tinieblas por luz y la luz por tinieblas. 

Lo que los Profetas y Sabios se proponían era solamente declarar que hay un límite establecido para la razón humana, donde ésta debe detenerse.

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