La manera en que los elementos se hallan en los cielos, en las estrellas, en los espíritus, en los ángeles y en Dios mismo - Cornelio Agrippa


LA MANERA EN QUE LOS ELEMENTOS SE HALLAN EN LOS CIELOS, EN LAS ESTRELLAS, EN LOS ESPIRITUS, EN LOS ANGELES Y EN DIOS MISMO

Cornelio Agrippa

Es opinión de los platónicos que, así como en el mundo arquetípico todas las cosas se halla en todos, lo mismo ocurre con el mundo corporal, con la diferencia de que ellas se hallan de diferentes maneras, a saber, según la naturaleza de los sujetos que reciben las influencias o impresiones. Así los Elementos están no sólo en todas las cosas de aquí abajo, sino también en los Cielos, en las Estrellas, en los Espíritus, en los Ángeles, y en el Dios mismo, que es el creador y el autor de todas las cosas. Mas los Elementos se encuentran, en este mundo inferior, como formas groseras y elementos materiales, inmensos. Los Elementos se hallan natura-es en los Cielos, y en toda su fuerza, a saber, de una manera celeste y más excelente como no se encuentran en todo lo que existe debajo de la luna: pues todo se halla en su pureza perfecta; la solidez de la tierra, sin la cual nada hay de grosero ni de material, la ductilidad del aire, sin espesor ni división alguna, el calor del fuego, sin ardor, que no hace sino relucir y vivificar. Entre las Estrellas, Marte y el Sol tienen el fuego; y las que habitan en el octavo cielo tienen la tierra; lo mismo que la Luna (que muchos juzgan compuesta de agua) a causa de que extrae las aguas, del cielo y de la tierra, que nos comunica al estar imbuida por su proximidad.

 Entre las Constelaciones existen también aquellas en las que domina el fuego, en unas el aire, en otras la tierra y en otras el agua; y son los Elementos los que gobiernan los cielos, distribuyéndoles a todos sus cuatro cualidades, siguiendo sus tres diferentes órdenes y el principio, el medio y el fin de cada Elemento. Así Aries toma su principio del fuego; Leo, su progreso y su acrecentamiento; y Sagitario su fin. Tauro extrae su principio de la tierra; Virgo su progreso, y Capricornio su fin. Géminis extrae su principio del aire; Libra, el progreso; y Acuario, su fin.


 
 
Cáncer toma su principio del agua; Escorpio, el progreso; y Piscis, el fin. Los Elementos forman, pues, y componen por su mezcla todos los cuerpos con los planetas y los signos. Lo mismo ocurre con los Espíritus; de manera que unos se parecen al fuego, otros a la tierra, otros al aire y otros al agua. He aquí por qué se dice también que los cuatro ríos de los infiernos tienen, a saber, Flegeton, fuego; Cocito, aire; Estigia, agua; y Aqueronte, tierra. Incluso se ve en las Escrituras el fuego que sufren los condenados, y el fuego eterno al que son condenados los malditos. El Apocalipsis hace mención de un estanque de fuego; e Isaías dice de los condenados: "Dios los golpeará con aire corrompido"; y Job dice: "Pasarán de aguas de nieve a un calor extremado"; y expresa incluso que hay "una tierra de tinieblas y miserias cubierta por la oscuridad de la muerte".

En fin, los Elementos se hallan asimismo en todo lo que existe de celeste, en los Ángeles, y las inteligencias bienaventuradas, ya que la solidez de la esencia, y la fuerza de la tierra allí se encuentran (pues son las sólidas sedes del Señor), así como la clemencia y el amor, virtudes del agua purificante: he aquí por qué el Salmista las llama las aguas, cuando dice a Dios al hablar de los cielos: "Tú que gobiernas las aguas que están por encima de ellos". Existe en ellos el aire de un espíritu sutil, y el amor del fuego, que reluce; es por ello que las santas Escrituras las denominan las alas de los vientos, y el Salmista, al hacer otra mención de ellas, dice: "Tú que haces de los espíritus, tus ángeles, y del fuego ardiente, tus ministros".

En los órdenes angélicos también están los que corresponden al fuego, que son los Serafines, las Virtudes y las Potencias; los Querubines, de la tierra; los Tronos y los Arcángeles, del agua; las Dominaciones y los Principados, del aire. ¿No se halla algo tan tocante relativo al autor del mundo, que la tierra se abra y engendre al Salvador, y no se le llama en la misma santa Escritura, fuente de agua viva, purificante y regenerante, y soplo de vida? ¿Moisés y Paulo no dicen que es un fuego devorador?

Nadie puede, por tanto, discrepar en cuanto a que los Elementos se hallan por doquier, y en todas las cosas de maneras diferentes; primeramente en todas las cosas que contiene este mundo inferior, pero son impuros y groseros; en las cosas celestes son más puros y netos, y vivos en lo que está por encima de los cielos, perfectos, bienaventurados y acabados de todas maneras. Los Elementos son, pues, en el arquetipo, las ideas de todo lo que se produce; en las inteligencias, las potencias; en los cielos, las virtudes; y en todo lo que existe aquí abajo, las formas groseras e imperfectas.

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