RESURRECCIÓN
Federico González Frías
Como en el caso de la
encarnación, este término es muy propio de la religión católica y se refiere a
la resurrección de entre los muertos de nuestro Señor Jesucristo. Igualmente la
gnosis actual toma este término como la vida después de la muerte del mundo
profano, que se realiza a través de los espíritus intermediarios, como son los
expresados por los símbolos. Este nacer de nuevo a otra realidad es visto como
una resurrección a un distinto nivel de conciencia, o a otro plano vital. El
neófito renace de sus propias cenizas como lo hace el pájaro Fénix, siendo éste
el acceso a una vida diferente.
En alquimia esta
palabra es equivalente a aquella de transmutación, renacer que se produce en
tres planos diferentes, y que por lo tanto no sólo incluye el renacimiento,
sino incluso una segunda muerte que da lugar a un tercer espacio nuevo. Este
proceso, rebatido en el tiempo, es un viaje por etapas en busca del cielo de
las ideas, o sea del Arquetipo, tal como Platón lo concebía. También para este
autor, debe salirse de la caverna donde las figuras proyectadas sobre sus
paredes parecen darnos la idea de la realidad, aunque sólo son sombras
ilusorias. Salir de la caverna, o renacer, es enfrentar al hombre nuevo a
través del proceso alquímico de transmutación, que como su nombre lo indica,
requiere del cambio total del ser anterior para regenerarse en una auténticamente
nueva criatura, o acceder a otro plano de la conciencia individual. Resucitar
de entre los muertos es pues el nacimiento a un tiempo nuevo, sin ningún
parangón con lo conocido anteriormente. De hecho, este es el proceso de
cualquier iniciación cuyos objetivos no difieren de los postulados alquímicos.
Y cuando se habla de
una regeneración se está manifestando la totalidad del hombre como tal, sin
fisuras ni posibilidades no efectuadas. Este proceso es llamado entre los
hindúes la realización espiritual, en la que tampoco ninguna parte del ser
queda ausente.
Meta de todos los
sabios, artistas y hombres de Conocimiento, es a su vez un fin y un comienzo
que se produce innumerables veces a lo largo de esta difícil vía, comparada en
el cristianismo con una puerta estrecha. La realización espiritual, el nuevo
hálito vital, el auténtico nombre, es, bien mirado, la libertad total que se
consigue mediante la efectivización de posibilidades dormidas, o desconocidas,
y ha sido reconocida unánimemente por todos los pueblos y sus culturas.
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