Moisés, quítate tu calzado... - Constant Chevillon


MOISÉS, QUÍTATE TU CALZADO…

Constant Chevillon

Moisés, quítate tu calzado, porque este lugar es sagrado”.

Así habló Javeh en la zarza de Horeb, cuando el Profeta, exilado de la tierra de Egipto, fue al desierto, a buscar el camino del pueblo elegido.

Hombres, si ustedes quieren franquear el umbral del templo de la Sabiduría, para conquistar vuestra personalidad verdadera, y elevarse hasta Dios, ustedes también, quítense su calzado.

Dejad en el atrio, por temor de molestar los ecos de la divina Palabra y ensuciar el pavimento del santuario con el barro de los caminos.

Depositad, al entrar, el peso de vuestras preocupaciones profanas, de vuestros deseos carnales y egoístas, de vuestros pensamientos humanos.

Entrad, vestidos solamente con la túnica de la fe; colocad sobre vuestras espaldas el manto de la humildad; tended vuestros corazones hacia la esperanza y el fuego viviente de la caridad vendrá a envolverlos con su tejido sutil e impoluto.
 
Arrodillaos en la línea infranqueable del Santo de los Santos e inclinad la frente para recibir la luz interior, del cual la zarza ardiente no era más que el símbolo. Entonces, la visión de las supremas Realidades se desarrollará ante vuestros ojos.

Mirad y escuchad: La Verdad es una, eterna, infinita, fuera de nuestro alcance en su totalidad actualizada. Sed entonces tolerantes y respetuosos de la opinión de los demás.

La Libertad no consiste en hacer o no hacer, ella reside en la conformidad con los canales de Dios. No juzgues temerariamente los actos de vuestro prójimo según la norma humana.
 


 La Igualdad no es ese metro uniforme que nivela todos los seres en la mediocridad, ella se expande en el ritmo de los valores jerárquicos espirituales. Sed misericordiosos con vuestros hermanos que permanecen sobre los escalones del templo, tendedles vuestra mano para llevarlos hasta vosotros.

La Fraternidad no reside en una sensiblería humanitaria inclinada a excusar todas las debilidades, ella comprende un amor fuerte y valeroso que sostiene, corrige y reconforta. Amaos los unos a los otros y reformad mutuamente vuestras tendencias malvadas. La Justicia es la base de todas las virtudes, cuando su rigor inflexible es temperado por la Bondad y el perdón de las injurias, que son la esencia misma de la Caridad.

Sed intransigentes con vosotros mismos, pero olvidad los embustes sembrados sobre vuestra ruta por vuestros hermanos perdidos.

Mirad todavía! La radiación del divino Logos, Todo Poderoso organizador de los mundos, Sublime Pastor que da su vida por sus rebaños, viene a vosotros en el esplendor del Thabor. Escuchad siempre!

En vuestra conciencia magnificada, el coro de los Ángeles canta, como una vez en Belén de Judea: Pax hominibus bonoe voluntatis.

 Y de vuestros labios surge la respuesta de la adoración humana: Gloria in excelsis Deo.

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