Ningún estado te será revelado... - Ibn Arabí


NINGÚN ESTADO TE SERÁ REVELADO SIN QUE SEAS RECIBIDO EN ÉL CON REFORZAMIENTO, RESPETO Y EXALTACIÓN

Ibn Arabí
 

         Ningún estado te será revelado sin que seas recibido en él con reforzamiento, respeto y exaltación. Cada estado te será expresado y se te señalará su grado con referencia a la presencia iláhica. Te será dado amar con intensidad su identidad. Si no te detienes junto a esto, será descorrido para ti el mundo de la consideración, la calma, la firmeza, la astucia, los secretos ambiguos, y todo lo que se asemeja a estas variedades.

Si no te detienes junto a esto, será alzado para ti el velo que cubre el mundo de la perplejidad, la limitación y la impotencia. Descubrirás los tesoros almacenados de los actos en los estantes supremos. Si no te detienes junto a esto, te serán desvelados los Jardines, la ordenación de sus grados, su interpenetración y la superioridad de su bienestar. Estarás situado sobre una estrecha vereda y desde ahí se te hará asomarte sobre Yahannam y contemplarás la ordenación descendente de sus grados, cómo se interrelacionan y la superioridad de sus acciones. Te serán mostrados los actos que conducen a cada una de las moradas.

Si no te detienes junto a esto, te serán revelados los espíritus consumidos por el amor. Los verás en alguna visión perplejos y ebrios, vencidos por el poder de la pasión. Su estado te invitará.

Si su invitación no te detiene elevará hasta ti una luz en la que no verás otro que a ti mismo. Una pasión inmensa y un amor violento nacerá en ti que te inclinará hacia ella y donde encontrarás, a través de Allah, un placer que nunca hubieras podido imaginar y todo lo que has presenciado anteriormente te parecería insignificante y mínimo. Te agitarás como una antorcha dentro de esa luz.


 
 
Si no te detienes, te desvelará imágenes sobre las imágenes de los seres humanos. Descorrerá velos, elevará y echará cortinas. Cada cual tiene su expresión específica en la alabanza abstrayente que conocerás si las extiendes. No te dejes impresionar y podrás ver tu imagen entre ellas. A partir de esa imagen conocerás tu momento, tu tiempo en el que estás situado.

Si no te detienes, extenderá para ti el lecho rahmánico sobre el que está todo. Si miras en él, verás todo aquello a lo que te has asomado y conocido, y aún más, y no habrá ciencia o determinación que no contemples. Busca tu causa en el todo y sabrás dónde está tu meta, tu posición y el límite de tu grado, y cuál es el Nombre que es tu Señor, dónde está tu parte del gran conocimiento y de la autoridad administrativa. Vislumbrarás también la imagen de tu especificidad.

Si no te detienes junto a todo ello, descorrerá ante ti las cortinas que velan todas las cosas y sus signos, verás sus efectos y conocerás sus noticias, contemplarás su degeneración, su aptitud receptiva y el detalle de su compendio en el reino de la Nun.

Si no te detienes junto a nada de ello, te mostrará el generador del movimiento.

Si no te detienes serás borrado, después ocultado, después extinguido, después pulverizado, después serás completamente destruido hasta ser alcanzado por los efectos totales del Desintegrador y los demás Nombres de su género. Entonces serás reafirmado, después convertido en presencia, después hecho permanecer, después serás reunido y después ocultado hasta ser desembarazado de toda carga a la que puedas aferrarte y que continuamente conoce variaciones. Después serás devuelto a tu pliego y verás de nuevo todo lo que habías contemplado hasta entonces bajo imágenes diferentes, hasta ser devuelto al mundo limitado y terrestre de tu sentido o bien retenido en el lugar de tu ocultamiento. La meta de todo viajero se adecúa al camino sobre el que marcha. Algunos son objeto del discurso bajo la forma de sus propias lenguas o bien de otras. De acuerdo a la lengua que le transmita el conocimiento, el viajero se convierte en heredero de la tradición que le corresponde. Nos referimos a aquello que suelen decir las gentes del sendero: tal es musawi o isawi o ibrahimi o idrisi. Los hay que verifican el diálogo bajo dos lenguas, o tres o cuatro o incluso más. Alcanza la plenitud aquel al que se dirige con todas las lenguas: ese es el muhammadí en especial. Mientras permanezca en su meta es llamado wáqif (el que hace un salto) en tanto que no inicia el retorno. Algunos son consumidos en ese estado como ocurrió a Abu ‘Uqal y otros. Allí encuentran la muerte y se verán resurgir.

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