REFLEXIONES DE CATTIAUX SOBRE EGIPTO Y EL ORIGEN
DEL CRISTIANISMO
Louis Cattiux
“Siempre he pensado que los libros de Hermes
eran muy antiguos. La revelación de Jesucristo no es más que la renovación del
secreto olvidado de Dios. De esta forma cada profeta mantiene la revelación y
cada adepto revelado la renueva para la salvaguarda de los pueblos, pero
siempre es el mismo secreto, aunque los símbolos y los ritos puedan cambiar. El
problema es que los sectarios, más o menos ignorantes de la nueva revelación,
creen que son los primeros en conocerla, lo que es cómico si tenemos en cuenta
su antigüedad.
Te
recomiendo el estudio atento del rito de Osiris, para que conozcas el origen
del rito cristiano y la originalidad de la encarnación divina, el misterio de
la muerte y resurrección de Dios hecho hombre. Desgraciadamente pocos
cristianos, entre los más instruidos, conocen esta antiquísima religión en la
que Cristo fue instruido durante su estancia en Egipto.
Osiris
es el Cristo eterno, antiguo, presente, futuro y único, que vuelve a encarnarse
y enseña el camino del eterno retorno al Padre cuando los hombres se extravían
demasiado en el exterior, en el mundo.
Los
egipcios, ciertamente, conocieron toda la verdad y no casi toda la verdad.
¡Ay!
Sin embargo, todo esto es vano si nosotros mismos no poseemos esta verdad
sustancial, viva, divina e inmortal. Todo lo demás es una discusión estéril,
inútil, si personalmente no nos esforzamos en penetrar los textos de los
maestros elegidos y si no conseguimos realizar esta obra divina y natural, que
nos salvará de la muerte.
¿No
querrías concentrar en una página escrita las condiciones para la iniciación de
los pieles rojas y a continuación añadir las de Jesucristo? Será muy curioso y
muy instructivo. Habría también que cotejar lo que dicen y lo que hacen Osiris,
Ahura Mazda, Krishna, Asclepios, Atón Ra, etc. Te pido este trabajo de
confrontación a propósito de Osiris, de Cristo y de los otros hijos de Dios, a
fin de tener un tema de meditación para dar a todos esos cristianos orgullosos
que me echan en cara la sangre de Cristo, sin sospechar siquiera de qué se
trata, y que me hablan constantemente de la verdad de Jesucristo y de la
falsedad de los otros hijos de Dios, lo que proviene de un sectarismo y de una
ignorancia penosos y ciegos al máximo. Las buenas intenciones, la sinceridad y
la borrachera no pueden de ningún modo excusar la ignorancia.
“Florilegio epistolar”
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