ALFONSO X EL SABIO
Programa Agartha
Por razones históricas y
geográficas Toledo es el centro de la Península Ibérica. Además lo es por
razones simbólicas y metafísicas, y la Tradición señala, por un lado, la
antigüedad de esta ciudad que se remonta al origen de los tiempos, a saber, el
tiempo mítico, y por otro, a su relación con la Atlántida, también presente en
las raíces TL de su nombre. Queremos referirnos en este trabajo a Alfonso X el
Sabio, verdadero punto central de la historia de España (a la que por otra parte
recopiló), como el monarca más importante de Castilla, la que ha dado a España
su unidad, su lengua, e incluso, posteriormente, su época de hegemonía mundial,
incluyendo la conquista de América.
En la historia de la
España medioeval sobresale la figura eminente del rey castellano (1221-1284),
hijo a su vez de otro gran rey, Fernando III el Santo. Alfonso X era llamado el
Sabio sin duda debido a los vastos conocimientos que poseía sobre las diversas
disciplinas y ramas del saber. Él mismo dejó escrito que un rey para ser tal
debe ser el primero de los hombres en conocimiento y sabiduría, pues sólo así
deviene reflejo en la tierra de la Inteligencia Suprema. Además Alfonso X, por
su doble condición de rey y sabio, reunía en su persona la síntesis entre el
poder temporal y el espiritual, que como ya sabemos constituyen las cualidades principales
de todo verdadero Emperador. Posiblemente esta fue la razón (aparte de
cuestiones dinásticas y de herencia en las que no entraremos) por la que
durante gran parte de su reinado pretendió la corona del Sacro Imperio
Romano-Germánico. El creía ser descendiente del linaje imperial que va desde
Alejandro Magno, pasando por los emperadores romanos, hasta su tío Federico II.
Y además para Alfonso X este linaje tenía orígenes celestes, ya que había sido
instituido por el mismo Júpiter, a quien veía como una prefiguración
grecorromana de Cristo. Si no lo consiguió fue debido a los pleitos e intereses
de la política que en ocasiones empañaron los vínculos entre la realeza y el
papado.
Con toda seguridad lo que
aconteció posteriormente en la historia europea hubiera tomado otros rumbos si
Alfonso X hubiese sido entronizado como Rex
Romanorum. No obstante esto no fue óbice para que la fructífera labor del
rey sabio ejerciera una notable influencia en el terreno de la filosofía, las
artes y las ciencias de su tiempo, y lo que es más importante, que esa labor
tendiera un puente entre las culturas tradicionales de Oriente y Occidente.
Gracias a la Escuela de
Traductores de Toledo (auspiciada por su padre Fernando, quien tomó como modelo
las creadas siglos antes por los califas omeyas de Córdoba), la riqueza de la
civilización y cultura islámica (y a través de éstas de la filosofía griega)
pudieron ser conocidas en la Europa cristiana. En esta escuela, la más
importante de la época, participaban por igual doctores y sabios árabes, judíos
y cristianos, lo cual reflejaba el espíritu de convivencia que caracterizó,
durante grandes períodos del medioevo hispánico, a las tres tradiciones del tronco abrahámico. Los
libros y tratados sobre astronomía, alquimia, música, medicina, geometría, agricultura
y otras artes y ciencias herméticas, hebreas y árabes fueron traducidos al
latín y a las diversas lenguas romances y vernáculas habladas en Europa.
Igualmente el idioma castellano, al que también fueron traducidas muchas de
esas obras, experimentó un enorme enriquecimiento gracias sobre todo a la
influencia árabe, convirtiéndose además en el vehículo de una cultura.
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