EGIPTO
Federico González Frías
"... ya que la
sagrada patria de nuestros ancestros se encuentra en el medio de la Tierra, que
el centro del cuerpo humano es el santuario del corazón y que el corazón es el
habitáculo del alma, por esa razón, hijo mío, los humanos de este país, por lo
demás no menos dotados que los otros, son, excepcionalmente, más inteligentes y
más sabios, porque han nacido y crecido en el lugar del corazón".
(Palabras de Isis a Horus). Corpus Hermeticum, Estobeo XXIV, 13.
La importancia
de Egipto en la historia de nuestra tradición es fundamental, ya que Kemi
(nombre dado al Egipto antiguo, que significa "tierra negra", origen
de la palabra Alquimia), es cuna de toda la cultura occidental y
particularmente del Hermetismo.
Según Plutarco, los egipcios comparan su tierra
a un corazón que representa también al cielo. Esta visión, que concibe al
espacio habitado por el hombre como un reflejo de lo celeste y como una región
central y sagrada es común a toda civilización que proviene de la Tradición
Primordial, como es el caso de la egipcia, que comparte con otras altas
culturas las verdades esenciales. Thot, el dios egipcio que posteriormente
tomará entre los griegos el nombre de Hermes, es el que enseña a Isis el arte
sacerdotal que esta diosa transmitirá a su hijo Horus. Estos misterios pasan a
los hierofantes, guardianes y transmisores de una Sabiduría divina y esotérica
que se deposita y revivifica en los símbolos, mitos y ritos de esa gran
cultura, que con otras formas será también conocida por griegos y romanos y por
el Occidente medieval y renacentista.
El descuartizamiento de Osiris –como es
el caso igualmente del Dionysos Zagreus griego– a manos de Seth y la
restitución que de su cuerpo realiza Isis, uniendo lo disperso, ha sido en
Occidente el modelo simbólico de la Iniciación (muerte y resurrección). Guiados
por Hermes y con el auxilio de Isis, viajan los muertos hacia la verdadera
morada, en un trayecto que es análogo al viaje iniciático. Isis en Egipto, como
Deméter en Eleusis, es la que instituye las iniciaciones entre los hombres y la
que enseña sus ritos. Es clara la relación entre Egipto y la cultura judía. Recordemos
que José, el hijo de Jacob, fue vendido por sus hermanos a unos mercaderes
ismaelitas que le llevaron a Egipto, y gracias a sus dotes adivinatorias llegó
a ser virrey, gobernando como otro faraón. Allí recibió posteriormente a su
padre y sus once hermanos (Génesis, XXXVII a L) y a partir de ellos las doce
tribus de Israel se engendraron en tierras egipcias en las que permanecieron
hasta tiempos de Moisés, que como es sabido fue educado en la corte faraónica.
Es interesante también observar que José y María con el niño Jesús, por consejo
de un ángel que apareció en sueños, huyeron a Egipto para escapar de la matanza
de Herodes, "a fin de que se cumpliera lo que había pronunciado el Señor
por su profeta, diciendo: 'De Egipto llamé a mi hijo´ " (Mateo II, 15).
Algunos afirman que Jesús regresó a ese país durante su vida oculta.
Existe un
paralelismo indiscutible entre los dioses egipcios y los de las mitologías
griega y romana, lo que demuestra una clara influencia de la cosmovisión
egipcia sobre la grecorromana, lo cual se confirma con el hecho de que varios
pensadores presocráticos, encabezados por Pitágoras, recibieron buena parte de
su formación directamente de los iniciados egipcios, que habrían transmitido a
este último muchos de los conocimientos matemáticos, geométricos, musicales y
astronómicos que han nutrido nuestra cultura hasta el día de hoy. También es
notable que haya sido en Alejandría, en el delta del Nilo, donde se diera una
asombrosa reunión de sabios de diversas tradiciones, en los siglos II, III y IV
de nuestra era, produciéndose una síntesis de la gnosis egipcia, griega,
romana, judía y cristiana, que desde allí pasó al Occidente medieval,
iluminando toda la historia de Europa y Próximo Oriente. El antiguo Egipto se
ubica en el origen del Kali-Yuga y con seguridad es el puente que une a esta
era con las anteriores. Las similitudes entre esta civilización y las culturas
americanas precolombinas (especialmente en el simbolismo constructivo) han
hecho pensar a muchos que ambas provienen de la desaparecida Atlántida.
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