MARTINEZ DE
PASQUALLY Y LOS "CABALLEROS ÉLUS COHENS DEL UNIVERSO"
Robert Ambelain
"De entre los
diferentes Ritos de los cuales se han ocupado, desde tiempo inmemorial, los
Masones más instruidos y más penetrados de la persuasión íntima que en la
perseverancia en nuestros Trabajos debe acrecentar la suma de los
conocimientos, y hacerles llegar a las Altas Ciencias, el Rito de los
"Elus-Cohens" es el que ha conquistado los más elevados, y conservado
con más detalle el secreto de sus misteriosos trabajos…".
Tal es la definición de
la Orden de Masonería Iluminista, que encontramos en los Estatutos del Gran
Oriente de 1804, tomo I, fascículo 4, página 369. Esta apreciación, tomada de
una Obediencia masónica que precisamente jamás ha pasado por mística, y que
debía, en adelante, borrar de sus rituales la invocación al Gran Arquitecto del
Universo y deslizarse insensiblemente, de la filosofía ecléctica a la política
pura, tiene por tanto más valor. Y uno
de los más eruditos y de los más imparciales historiadores que se han ocupado
de las Obediencias de la masonería mística, Gérard Van Rijnberk, declara que:
"No se puede negar que la Orden de los Elus-Cohens constituía un grupo de
hombres animados de la espiritualidad más alta…" (1).
Otro historiador,
especialista de gran valor en cuestiones relativas a la alta-masonería
ocultista, M. Le Forestier, nos dice poco más o menos la misma cosa, destacando
el carácter puramente altruista y desinteresado de esta fraternidad, más
ocultista y mística que masónica en el sentido general de la palabra. Es por esto que, de las múltiples
"Órdenes" de masonería Iluminista, surgidas en Francia y en Europa en
la agitada corriente del siglo XVIII, ninguna ha ejercido una influencia
comparable a esta que ha entrado en la Historia con el nombre común (e impropio
además) de Martinismo.
Su aparición coincide con
la de un personaje extraño, llamado Martinez de Pasqually. Aun en la fecha
actual, las hipótesis más románticas se barajan sobre su nombre, y sobre sus
orígenes. Algunos dicen que era de raza oriental (siria), otros dicen que era
judío (polaco…). Martinez de Pasqually no fue ni lo uno ni lo otro, y sus
interesados detractores - a menos de preferir usar falsas afirmaciones
históricas, cosa moralmente bastante grave… - no pueden ignorar o disimular los
documentos, definitivos visto el carácter que se les otorga. Estos son:
1.
El acta de matrimonio del Maestro, con la señorita Marguerite-Angélique de Collas;
2.
El certificado de catolicidad, con fecha de 29 de abril de 1.772, registrado
antes de su partida para Santo Domingo, por el "Duque de Duras".
En estos dos documentos,
publicados por la Señora René de Brimont, que se encuentran en los archivos
departamentales de la Gironde, donde no importa quien pueda examinarlos,
resulta que el personaje es llamado, más exactamente: Jacques de Livron Joachin de la Tour de la Case
Martinez de Pascally. Era hijo de "Messire
de la Tour de la Case", nacido en Alicante (España) en 1.671, y de la
señora "Suzanne Dumas de Rainau".
Él había nacido en Grenoble, en 1.727, y murió en Santo Domingo, el martes 20
de septiembre de 1.774.
Ninguno de los
patronímicos precedentes nos hace suponer de ninguna forma que fuese judío. Y
con menos motivo el hecho de haber vivido en Bordeaux, en un cierto periodo de su vida, en la "rué Judaïque". Pues, si la cercanía
del gueto pudiera ser determinante (y lógicamente, ¿cómo?), bastaría entonces
objetar que París descendía de la casa de los Agustinos de la orilla del Sena,
no siendo esto cierto.
Se ha formulado la
hipótesis de que podría ser descendiente de judíos, o judío converso. Nosotros
objetaremos de nuevo que la historia se escribe con documentos, y no con
suposiciones, y que este empeño de ciertos "historiadores",
interesados en que fuese judío y francmasón a la vez, nos resulta
extremadamente sospechoso en cuanto a las intenciones finales. La verdad es
que, pese a que ignoraba el hebreo (lo ha probado en sus trabajos…), estaba
enamorado de la Kabala, y, como todos los practicantes de la Magia ceremonial,
acostumbraba a utilizar las tradiciones y los elementos materiales judaicos.
También su discípulo, el marqués Louis-Claude de Saint-Martin, que en toda su
vida jamás se separaría de una Biblia hebraica, no la tenía presente y
utilizaba, como él, los elementos hebreos, bases de toda la tradición religiosa
cristiana. No ignoramos que el hecho de reconocer aquí mismo, legalmente, que
todas las tradiciones mágicas y cabalísticas de Occidente, son en su mayor
parte, judías, va a hacer sobresaltarse de placer a todos los fanáticos
adversarios de todo conocimiento trascendental. Nosotros les pediremos
simplemente, con toda lealtad, que lancen el mismo "descrédito" sobre
una religión, unos maestros y una hipótesis divina, cuya mayor parte reclaman,
imprudentemente, saber: el cristianismo…
NOTAS:
1. "Un Thaumaturge du XVIIIº siècle”: Martinez de Pasqually. (Alcan,
1935).
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