LA CABALLERÍA ESPIRITUAL ENTRE OCCIDENTE Y ORIENTE (Parte II)
Ignacio Sánchez
DIOS, SAN MIGUEL Y SAN JORGE
Una
vez que el escudero aspirante a ser recibido “Caballero” había dominado
el estudio del Hermetismo y el intimo significado del proceso alquímico, por
medio de la tradición Heráldica y del blasón, debía de pasar por el baño
purificador a modo de viaje iniciático. Luego de las abluciones sagradas, era
vestido con túnica, medias y ropa íntima de los colores blanco, rojo y negro.
Un recordatorio de las tres etapas que el Ser en su camino de reencuentro con
la Unidad Radical, debía de alcanzar previamente en su corazón: el Nigredo, el Albedo y el Rubedo. El
aspirante era conducido posteriormente a una sala en donde debería ver pasar (ir y venir) a varias personas, con el fin de que reflexionara sobre el profundo
y rico simbolismo de la “peregrinación”,
que es tan característico y tal vital tanto para la caballería como para el
sacerdocio cristiano.
Tras una larga espera, era conducido a la recamara intima en donde lo aguardarían
el Gran Maestre de la Orden, algunos sacerdotes si era necesario y varios
caballeros de la misma orden a la cual se estaba afiliando al candidato, ahora
recipiendario. Allí, con la misma espada que luego le sería dada como su inseparable arma de batalla, es decir, el recordatorio siempre constante y perenne que la única
batalla que siempre debería de estar dispuesto a librar, era contra su propio ego, contra su propia bestialidad, su infiel interior en pos de la
liberación del reino interior y la restitución de su Ser Espiritual como Rey
del mismo; era consagrado por los poderes de la orden caballeresca bajo la investidura del Gran Maestre.
Allí
le era comunicadas las palabras que le conferían la
Influencia Espiritual de la cual era detentadora la orden y cuya oración estaba
encabezada de la siguiente manera: “En el nombre de Dios, San Miguel y San
Jorge…”. Vemos en esta fórmula la conjunción de los tres poderes
divinos que bien guardan una profunda correspondencia entre el plano Metafísico
(Dios), el plano Sutil (San Miguel) y el plano corporal (San Jorge), que nos ilustra como la filiación recibida para el ya caballero espiritual, penetra
y bendice al Ser en su aspecto triuno: cuerpo, alma y Espíritu.
Esta
filiación caballeresca revela de una manera muy sub-rosa y solamente reservada
para los ojos más aptos, un claro simbolismo de la reunificación de todos los
niveles de consciencia que el iniciado debe de reunir en su centro, para luego
conseguir la senda de comunicación con la Unidad.
La Leyenda Artúrica
La Leyenda de Rey Arturo y sus doce
caballeros, representa la esencia y el sentido espiritual, de toda orden de
caballería religada a los principios metafísicos de la Tradición Unánime. Las
ordenes de caballería, grandes conocedoras de los ciclos cósmicos y de las
diversas formas tradicionales, entendían a la perfección cual era el rol de sus
organizaciones, que permitieron la comunicación entre las vías de los Misterios
Mayores para Occidente, en donde lamentablemente hoy día ya han desaparecido a los
ojos del hombre común.
La
Leyenda del Rey Arturo representa un rico simbolismo que nos habla sobre el
“pasaje” o la transmisión de las tradiciones secundarias como la Atlante y la
Celta, a vías derivadas de éstas mismas como lo era la tradición crística o el
llamado esoterismo cristianismo. Arturo es el claro representador del ciclo
menor representado por el Arte Real, el Ars
Regia que forma reyes y que nos habla del dominio del Ser por medio de la
Ciencia del Alma de los Misterios Menores. Merlín nos habla de dicha
transmisión, del pueblo que cumple su fin cíclico y que debe “comunicar” la
Influencia Espiritual de la Tradición que obstenta. Merlín el druida; es un símbolo de la
tradición Celta que preña y penetra con toda su riqueza simbólica y toda su
leyenda, a la naciente tradición cristiana como una síntesis del conocimiento
de los pueblos de Ur y de Caldea, de la que Abraham fue detentador por la Orden de Melkistedeth.
Nunca
debemos olvidar que cuando hablamos de Caballería Espiritual en Occidente,
hablamos de la Síntesis abrahámica y de cristianismo para ser más exactos, pero
sin confundir al cristianismo dogmático y católico con el verdadero al cual la
mayoría de las grandes ordenes de caballería pertenecieron: al Esoterismo
Cristiano y más tarde al Hermetismo Cristiano, luego de la síntesis de los
Maestros Rosacruces del siglo XIV y XVI.
Federico González Frías
nos refiere acerca de Arturo: “Rey arquetípico del mito galés y céltico, es
una imagen del Centro Primordial y por lo mismo del eje del mundo, alrededor
del cual gira el zodíaco simbolizado por los Caballeros de la Tabla Redonda.
Por otra parte, Arturo (Arcturus), era hijo de Uther Pendragon vinculado con la
constelación del Dragón que hace alrededor de 12.000 años estaba en el centro
del Universo. Este Dragón celeste se hallaba relacionado con el poder entre los
celtas y con la Osa (Mayor y Menor), y la civilización Atlante, igualmente con
el número cinco como el del medio, es decir, el centro de los cuatro puntos
cardinales y el Decálogo Pitagórico así se tome al Denario (10=5+5) o a la
Enéada de los números naturales. Arturo es, sin duda, un símbolo del centro y
del poder real, como Merlín lo es del sacerdotal, o sapiencial, y ambos, más
concretamente, el del Axis Mundi.”.
Sobre
el rico y profundo simbolismo de la leyenda artúrica que más tarde pasaría al
acervo simbólico de Occidente entre las ordenes caballerescas y las ordenes de
constructores. tenemos al simbolismo del “Santo Grial” como aquella copa que
utilizó Jesús en la “Ultima Cena” en clara conmemoración de las fiestas de las
Pascuas hebreas, de la espada “Excalibur”,
Motsalvate, la Dama del Lago, Camelot, Avalón, y la de los diversos
personajes de la trama artúrica como Lanzarote del Lago, Morgana, Ginebra, José
de Arimatea, Nicodemo, Perceval, Gawain, Tristán e Isolda, y Galahad por
nombrar solo algunos.
El
Santo Grial representa una pérdida o una disminución en la condición espiritual
del hombre que bien se corresponde con el simbolismo de la “Caída” que
protagonizó Adán. El Grial que buscan los caballeros de la Mesa redonda de
Arturo en su afán por restablecer el “orden” en el Camelot, no es más diferente
que la Piedra Angular que buscan los constructores del Templo o de la Palabra
Perdida que buscan los masones que han accedido a los misterios de la maestría.
Excálibur representa la comunicación del ser con el eje axial entre lo “Horizontal” y lo “Vertical”. El simbolismo de Excálibur bien nos habla del
perfecto equilibrio que debe de existir entre el deseo, el pensamiento y la
acción del iniciado en su claro propósito de lograr la “imposición” de lo
espiritual por sobre lo material. El simbolismo de la espada en el Ser, al
igual que el del “báculo” del sacerdote o del peregrino, no es más diferente
que el simbolismo de la “Rosa sobre la Cruz” (Rosacruz), porque todos ellos nos
hablan de la perfecta armonía cuando hemos develado que todos los actos
de la vida deben ser observados y aplicados sagradamente, porque al entender
que todo parte de una Unidad y que todo debe de retornar hacia esa Unidad, todo
debe ser seguido y materializado a la Gloria del Creador y Reparador de todos
los Mundos. La Rosa sobre la Cruz, es decir, el simbolismo del Mesías redimido
y resucitado en la Cruz, no es más que el simbolismo de la victoria definitiva
de la Guerra Santa Interior; que solo puede ser alcanzada cuando hemos sido
merecedores justos del “Reinado” y del “Pontificado” en nuestro Templo Interior
y de nuestro Imperio Interior no hecho con las manos y eterno en los cielos.
El simbolismo de toda la leyenda que gira en torno al Rey Arturo es complejo y profundo. Hablamos de la misma esencia de una vía secundaria en particular: la Tradición Celta, y abordar todo el conjunto simbólico que la conforma, nos llevaría un trabajo de vida que es imposible plasmar en estas páginas. Sólo deseamos dejarle al lector la idea de que simbolismos como los de la Mesa Redonda, la búsqueda del Sango Grial, el acto de sacar a Excalibur de la piedra en donde fue clavada para que el cualificado pudiese extraerla y otros tantos acontecimientos que representan la simbólica de dicha leyenda, pasaron a formar parte del acervo simbólico de la Caballería Espiritual de la Edad Media, alta y baja. Estudiar la Caballería Espiritual sin tener noción ni consciencia del simbolismo de la Leyenda Arturica, consideramos que representa estudiar la substancia en detrimento de la esencia, que bien nos puede dejar alguna idea muy básica de lo que representaron estas órdenes de guerreros a caballo, pero nunca podremos extraer el sentido y el conocimiento mismo que representó el Espirtu de dichas órdenes.
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