SAN BERNARDO DE CLARAVAL
Nacido en el año 1090,
diez años antes de la llegada de los primeros cruzados a Tierra Santa y veinte
antes de la fundación de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo, en la
ciudad Fontaines-lès-Dijon; Bernardo
y su familia pertenecían a la alta nobleza de Borgoña en Francia. A los pocos
años de edad sabía que su vida estaría destinada al oficio de los monasterios,
siendo el de Claravaiux, la tierra
adoptiva que vería crecer y desarrollar a una de las almas más ilustres de
todos los tiempos. Bernardo fue un fiel seguidor de la Regla de Estricta
observancia de las escuelas benedictinas como la del Citeux, lo que hizo que a pocos años de su ingreso al claustro
cisterciense, fuese elegido junto con otros 12 miembros del monasterio, para
fundar una nueva abadía que llevaría el sello y signo de su obra y de su
elevado desarrollo espiritual. Hablamos de la Abadía de Claraval, que según
palabras de Guenon, gobernó hasta su muerte, rechazando siempre los honores y
las dignidades que se le ofrecerían tan frecuentemente en el curso de su
carrera.
Huges de Payens una vez que había fundado la Orden del Temple, sintió la
necesidad de que la misma fuera aceptada y reconocida en el seno de la
cristiandad. El papado de la época no lograba admitir como parte de la
constitución eclesiástica, a las órdenes de caballería que con tanto esfuerzo
habían librado batallas para la conquista de Tierra Santa.
Fue justo antes del concilio de Troyes que Huges de Payens había logrado una audiencia con el joven prodigio de Claraval y fue así como nace la idea de regular a la Orden del Temple con una Regla de Vida y Estricta observancia, que llenara de esencia y de una perspectiva espiritual a estos guerreros en Tierra Santa. Bernardo ya había oído hablar muchas veces de la orden Templaria y desde hacía mucho tiempo, les estaba siguiendo sus pasos.
Fue justo antes del concilio de Troyes que Huges de Payens había logrado una audiencia con el joven prodigio de Claraval y fue así como nace la idea de regular a la Orden del Temple con una Regla de Vida y Estricta observancia, que llenara de esencia y de una perspectiva espiritual a estos guerreros en Tierra Santa. Bernardo ya había oído hablar muchas veces de la orden Templaria y desde hacía mucho tiempo, les estaba siguiendo sus pasos.
La otra hipótesis que maneja la Tradición, es que San a Bernardo de Claraval, presenta al papado de su época, la idea de crear un cuerpo caballeresco pero con un doble fin o con una doble función: 1) La de resguardar el paso de los peregrinos cristianos desde Europa hasta Tierra Santa, resguardar el Santo Sepulcro, lugar donde el maestro Galileo muriese en la cruz y lugares sagrados para la cristiandad como el Río Jordán en donde fue bautizado el Cristo, el lugar en donde Josué fue arrojado a un foso por sus hermanos, la piedra en donde Maria, la madre de Jesús había guardado reposo en su viaje a Belén y otros tantos lugares de adoración para el cristiano. 2) Crear un cuerpo de iniciados de alta cualificación interior, con el fin de ir a Tierra Santa con el fin de que entrasen en contacto con las vías tradicionales existentes en Oriente y así, obtener las filiaciones iniciaticas que más tarde traerían hasta Occidente.
Sea como fuese creada la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y que no es el tema central de nuestra investigación, el hecho es que el fin siempre fue el mismo y la meta trazada por los creadores de la Orden, se llevó a cabo con total satisfacción. Dejamos al lector que elija la tesis que más llene su corazón.
Bernardo poseía la
filiación de la vía druídica que la Iglesia Celtica había conservado en el seno
de muchas abadías benedictinas. Ellas venían por parte del monje San Columbano
que había creado junto con sus discípulos, un conjunto de monasterios que recogía
en su seno la transmisión céltica y lo más excelso de la transmisión apostólica
que había desembarcado en Gran Bretaña y parte de la Europa Occidental, en los
primeros siglos después de la muerte de Cristo. Bernardo, padre espiritual de
la Orden del Temple transmitiría más tarde esta filiación tradicional al seno
que comprendía el colegio de grandes maestres de la Orden Templaria.
ORIENTE Y OCCIDENTE
Existieron
otras órdenes de caballería tan importantes como la Templaria. Entre ellas
contamos con Los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, Los Hospitalarios de
San Lázaro de Jerusalén, la ya nombrada Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén y
otras con creación posterior como la Orden de los Caballeros Teutónicos del Hospital de
Santa María de Jerusalén. Todos ellas seguidoras de las Reglas de estricta observancia dictaminadas por el sacerdote
del monasterio al cual estaba afiliada la orden en particular. Los
Hospitalarios de San Juan de Jerusalén en primera instancia habían adoptado la
Regla de San Basilio, pero pronto sería reemplazada por la de San Agustín de
Hipona. Lo mismo ocurrió con la Orden de los Hospitalarios de San Lázaro de
Jerusalén.
Pero
no solamente eran detentadoras de las reglas y de las
filiaciones tradicionales que llegaban desde Occidente. Las órdenes de
caballería pronto entrarían en contacto con las diversas vías a los Misterios
Mayores que hacían vida en el Eje del Mundo que representaba Jerusalén, la
Palestina de los romanos que había visto morir a Jesús en la Cruz un milenio
antes.
La Orden Templaria al ser
considerados como “guardianes de Tierra Santa” o “los protectores del Agartha”,
reflejo inmanente del centro primordial y perenne; y entraron en contacto con
órdenes de caballería que en Oriente estaban destinadas a conservar y
proteger la misma Tierra Santa que defendían los templarios. Hablamos de
órdenes como los Hassasin o los Assasins (hashshashín). Su sheick era Hassan ibn Sabbad un ismaelí nazarí que
pretendía reformar la tradición de Ismael, en contra de la vía ismaelita de los
fatimíes del Cairo. Los Assasins eran
detentadores de la “gnosis ismaelita” y al entrar en contacto con los
templarios, intercambiarían conocimiento, filiación y simbolismos. Los
templarios de igual manera, al igual que los miembros del Hospital de San Juan
de Jerusalén había recibido la filiación cabalística por parte de los miembros
que impartían su instrucción y su vinculación tradicional, en los restos de lo
que había sido el fabuloso Templo que el Rey Salomón había mandado a erigir
para la Gloria de Dios; en el mismo lugar que había sido destinado para la
conformación y la “instrucción” de los caballeros templarios, cerca de las
caballerizas ubicadas en el muro de los lamentos. Los templarios eran
portadores y había recibido la filiación a la gnosis de Isaac, padre de las
doce tribus de Israel, y continuador de la síntesis de Abraham que más tarde
sintetizaría Moisés, con el conjunto de leyes que representarían la esencia del
pueblo hebreo.
Todo
este conocimiento, todas estas filiaciones y toda esa riqueza simbólica, había
sido traída hasta Occidente, por responsabilidad en gran parte de las órdenes
de caballería, pero en especial la del Temple, por sus numerosos enclaves
templarios y por los monasterios y abadías benedictinas esparcidas a lo largo
de Francia, España, Portugal y Gran Bretaña. La Orden Secreta u Operativa de
los Templarios, destinada a los maestres y grandes maestres de la misma y
denominada “Los hijos del Valle” tal y como lo asegura el escritor Jesús Ávila Granados en sus obras, representaba la orden interior que tenía una fuerte presencia en la península ibérica
y en donde operó muchos años después de la caída de la organización
administrativa del Temple. Esta orden interior sería el centro, el núcleo y la Hermandad encargada de
comunicar las filiaciones de las cuales eran detentadora la Orden a las
diversas corporaciones de caballeros posteriores a la Orden del Temple, como la Orden de Cristo en Portugal de la cual fue miembro Cristóbal Colón y a las
Logias Masónicas con las cuales siempre habían tenido comunicación directa. Es
así como nacen esas logias masónicas - templarias como la Orden Heredom Kilwining y las diversas logias que eran
detentadoras de un grado espiritual en particular que luego sería comunicado a
sus miembros. Todos ellos con notoria presencia del simbolismo caballeresco del
cual habían sido detentadores.
La Masonería de altos
grados y también llamada Escosista, es testigo de ello. El principal responsable
y artífice de su estructuración y de la comunicación de este simbolismo, del que
podemos hoy día vivenciar y recibir estas diversas formas de comunicación
tradicional, en parte de se debe al maestro Martínez de Pasqually por haber
recibido la patente de la Orden del Cardo de mano de los Estuardos, llevando
éste todo ese conocimiento y todo el simbolismo al seno de la Masonería inglesa
y francesa de la época.
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