La Caballería Espiritual entre Occidente y Oriente (Parte IV) - Ignacio Sánchez

LA CABALLERÍA ESPIRITUAL ENTRE OCCIDENTE Y ORIENTE (Parte IV)

Ignacio Sánchez






SAN BERNARDO DE CLARAVAL

Nacido en el año 1090, diez años antes de la llegada de los primeros cruzados a Tierra Santa y veinte antes de la fundación de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo, en la ciudad Fontaines-lès-Dijon; Bernardo y su familia pertenecían a la alta nobleza de Borgoña en Francia. A los pocos años de edad sabía que su vida estaría destinada al oficio de los monasterios, siendo el de Claravaiux, la tierra adoptiva que vería crecer y desarrollar a una de las almas más ilustres de todos los tiempos. Bernardo fue un fiel seguidor de la Regla de Estricta observancia de las escuelas benedictinas como la del Citeux, lo que hizo que a pocos años de su ingreso al claustro cisterciense, fuese elegido junto con otros 12 miembros del monasterio, para fundar una nueva abadía que llevaría el sello y signo de su obra y de su elevado desarrollo espiritual. Hablamos de la Abadía de Claraval, que según palabras de Guenon, gobernó hasta su muerte, rechazando siempre los honores y las dignidades que se le ofrecerían tan frecuentemente en el curso de su carrera.



Huges de Payens una vez que había fundado la Orden del Temple, sintió la necesidad de que la misma fuera aceptada y reconocida en el seno de la cristiandad. El papado de la época no lograba admitir como parte de la constitución eclesiástica, a las órdenes de caballería que con tanto esfuerzo habían librado batallas para la conquista de Tierra Santa.

       Fue justo antes del concilio de Troyes que Huges de Payens había logrado una audiencia con el joven prodigio de Claraval y fue así como nace la idea de regular a la Orden del Temple con una Regla de Vida y Estricta observancia, que llenara de esencia y de una perspectiva espiritual a estos guerreros en Tierra Santa. Bernardo ya había oído hablar muchas veces de la orden Templaria y desde hacía mucho tiempo, les estaba siguiendo sus pasos.

La otra hipótesis que maneja la Tradición, es que San a Bernardo de Claraval, presenta al papado de su época, la idea de crear un cuerpo caballeresco pero con un doble fin o con una doble función: 1) La de resguardar el paso de los peregrinos cristianos desde Europa hasta Tierra Santa, resguardar el Santo Sepulcro, lugar donde el maestro Galileo muriese en la cruz y lugares sagrados para la cristiandad como el Río Jordán en donde fue bautizado el Cristo, el lugar en donde Josué fue arrojado a un foso por sus hermanos, la piedra en donde Maria, la madre de Jesús había guardado reposo en su viaje a Belén y otros tantos lugares de adoración para el cristiano. 2) Crear un cuerpo de iniciados de alta cualificación interior, con el fin de ir a Tierra Santa con el fin de que entrasen en contacto con las vías tradicionales existentes en Oriente y así, obtener las filiaciones iniciaticas que más tarde traerían hasta Occidente.

Sea como fuese creada la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y que no es el tema central de nuestra investigación, el hecho es que el fin siempre fue el mismo y la meta trazada por los creadores de la Orden, se llevó a cabo con total satisfacción. Dejamos al lector que elija la tesis que más llene su corazón.




Bernardo poseía la filiación de la vía druídica que la Iglesia Celtica había conservado en el seno de muchas abadías benedictinas. Ellas venían por parte del monje San Columbano que había creado junto con sus discípulos, un conjunto de monasterios que recogía en su seno la transmisión céltica y lo más excelso de la transmisión apostólica que había desembarcado en Gran Bretaña y parte de la Europa Occidental, en los primeros siglos después de la muerte de Cristo. Bernardo, padre espiritual de la Orden del Temple transmitiría más tarde esta filiación tradicional al seno que comprendía el colegio de grandes maestres de la Orden Templaria.

ORIENTE Y OCCIDENTE

            Existieron otras órdenes de caballería tan importantes como la Templaria. Entre ellas contamos con Los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, Los Hospitalarios de San Lázaro de Jerusalén, la ya nombrada Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén y otras con creación posterior como la Orden de los Caballeros Teutónicos del Hospital de Santa María de Jerusalén.  Todos ellas seguidoras de las Reglas de estricta observancia dictaminadas por el sacerdote del monasterio al cual estaba afiliada la orden en particular. Los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén en primera instancia habían adoptado la Regla de San Basilio, pero pronto sería reemplazada por la de San Agustín de Hipona. Lo mismo ocurrió con la Orden de los Hospitalarios de San Lázaro de Jerusalén.

            Pero no solamente eran detentadoras de las reglas y de las filiaciones tradicionales que llegaban desde Occidente. Las órdenes de caballería pronto entrarían en contacto con las diversas vías a los Misterios Mayores que hacían vida en el Eje del Mundo que representaba Jerusalén, la Palestina de los romanos que había visto morir a Jesús en la Cruz un milenio antes.  




La Orden Templaria al ser considerados como “guardianes de Tierra Santa” o “los protectores del Agartha”, reflejo inmanente del centro primordial y perenne; y entraron en contacto con órdenes de caballería que en Oriente estaban destinadas a conservar y proteger la misma Tierra Santa que defendían los templarios. Hablamos de órdenes como los Hassasin o los Assasins (hashshashín). Su sheick era Hassan ibn Sabbad un ismaelí nazarí que pretendía reformar la tradición de Ismael, en contra de la vía ismaelita de los fatimíes del Cairo. Los Assasins eran detentadores de la “gnosis ismaelita” y al entrar en contacto con los templarios, intercambiarían conocimiento, filiación y simbolismos. Los templarios de igual manera, al igual que los miembros del Hospital de San Juan de Jerusalén había recibido la filiación cabalística por parte de los miembros que impartían su instrucción y su vinculación tradicional, en los restos de lo que había sido el fabuloso Templo que el Rey Salomón había mandado a erigir para la Gloria de Dios; en el mismo lugar que había sido destinado para la conformación y la “instrucción” de los caballeros templarios, cerca de las caballerizas ubicadas en el muro de los lamentos. Los templarios eran portadores y había recibido la filiación a la gnosis de Isaac, padre de las doce tribus de Israel, y continuador de la síntesis de Abraham que más tarde sintetizaría Moisés, con el conjunto de leyes que representarían la esencia del pueblo hebreo.

            Todo este conocimiento, todas estas filiaciones y toda esa riqueza simbólica, había sido traída hasta Occidente, por responsabilidad en gran parte de las órdenes de caballería, pero en especial la del Temple, por sus numerosos enclaves templarios y por los monasterios y abadías benedictinas esparcidas a lo largo de Francia, España, Portugal y Gran Bretaña. La Orden Secreta u Operativa de los Templarios, destinada a los maestres y grandes maestres de la misma y denominada “Los hijos del Valle” tal y como lo asegura el escritor Jesús Ávila Granados en sus obras, representaba la orden interior que tenía una  fuerte presencia en la península ibérica y en donde operó muchos años después de la caída de la organización administrativa del Temple. Esta orden interior sería el centro, el núcleo y la Hermandad encargada de comunicar las filiaciones de las cuales eran detentadora la Orden a las diversas corporaciones de caballeros posteriores a la Orden del Temple, como la Orden de Cristo en Portugal de la cual fue miembro Cristóbal Colón y a las Logias Masónicas con las cuales siempre habían tenido comunicación directa. Es así como nacen esas logias masónicas - templarias como la Orden Heredom Kilwining y las diversas logias que eran detentadoras de un grado espiritual en particular que luego sería comunicado a sus miembros. Todos ellos con notoria presencia del simbolismo caballeresco del cual habían sido detentadores. 



La Masonería de altos grados y también llamada Escosista, es testigo de ello. El principal responsable y artífice de su estructuración y de la comunicación de este simbolismo, del que podemos  hoy día vivenciar y recibir estas diversas formas de comunicación tradicional, en parte de se debe al maestro Martínez de Pasqually por haber recibido la patente de la Orden del Cardo de mano de los Estuardos, llevando éste todo ese conocimiento y todo el simbolismo al seno de la Masonería inglesa y francesa de la época.





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