La cual habla de la Orden de Caballería y del Oficio que es propio del caballero (Parte I) - Ramón Llull

LA CUAL HABLA DE LA ORDEN DE CABALLERÍA Y DEL OFICIO QUE ES PROPIO DEL CABALLERO
Parte I

Ramón Llull

       1. El oficio del caballero es el fin y la intención por los que comenzó la orden de caballería. De donde, si el caballero no cumple con el oficio de la caballería, es contrario a su orden y a los principios de la caballería arriba citados; por cuya contrariedad no es verdadero caballero, aunque sea llamado caballero; y tal caballero es más vil que el tejedor y el trompetero, que cumplen con su oficio.

       2. Oficio de caballero es mantener y defender la santa fe católica, por la cual Dios Padre envió a su Hijo a tomar carne en la gloriosa Virgen, Nuestra Señora Santa María, y para honrar y multiplicar la fe sufrió en este mundo muchos trabajos y muchas afrentas y penosa muerte. De donde, así como Nuestro Señor Dios ha elegido a los clérigos para mantener la santa fe con escrituras y probaciones necesarias, predicando aquélla a los infieles con tanta caridad que desean morir por ella, así el Dios de la gloria ha elegido a los caballeros para que por fuerza de armas venzan y sometan a los infieles, que cada día se afanan en la destrucción de la santa Iglesia. Por eso Dios honra en este mundo y en el otro a tales caballeros, que son mantenedores y defensores del oficio de Dios y de la fe por la cual nos hemos de salvar.

       3. El caballero que tiene fe y no usa de fe, y es contrario a aquellos que mantienen la fe, es como el entendimiento de un hombre a quien Dios ha dado razón y usa de sinrazón y de ignorancia. De donde, quien tiene fe y es contrario a la fe, quiere salvarse por lo que es contra la fe; y por eso su querer concuerda con el descreimiento, que es contrario a la fe y a la salvación, por cuyo descreimiento el hombre es condenado a padecer trabajos que no tienen fin.

       4. Muchos son los oficios que Dios ha dado en este mundo para ser servido por los hombres. Pero los más nobles, los más honrados, los más cercanos dos oficios que hay en este mundo, son oficio de clérigo y oficio de caballero; y por eso la mayor amistad que hubiera en este mundo debería darse entre clérigo y caballero. De donde, así como el clérigo no sigue la orden de clerecía cuando es contrario a la orden de caballería, así el caballero no mantiene la orden de caballería cuando es contrario y desobediente a los clérigos, que están obligados a amar y a mantener la orden de caballería.

       5. Una orden no está solamente en los hombres para que amen su orden, sino que está en ellos más bien para amar las otras órdenes. Por ello, amar una orden y desamar otra orden no es mantener la orden, pues ninguna orden ha hecho Dios contraria a otra orden. De donde, así como un hombre religioso que ama tanto su orden que es enemigo de otra orden no cumple con su orden, así el caballero no cumple con su oficio de caballero cuando ama tanto a su orden que menosprecia y desama otra orden. Pues si un caballero tuviera la orden de caballería desamando y destruyendo otra orden, de seguirla que Dios y la orden serían contrarios, cuya contrariedad es imposible.

       6. Tan noble cosa es el oficio de caballero que cada caballero debería ser señor y regidor de alguna tierra; pero no hay tierras suficientes para los caballeros, que son muchos. Y para significar que un solo Dios es señor de todas las cosas, el emperador debe ser caballero y señor de todos los caballeros; mas como el emperador no podría por si mismo regir a todos los caballeros, conviene que tenga debajo de sí reyes que sean caballeros, para que lo ayuden a mantener la orden de caballería. Y los reyes deben tener bajo sí condes, condores, valvasores y los demás grados de caballería; y bajo estos grados deben estar los caballeros de un escudo, los cuales sean gobernados y sometidos a los grados de caballería arriba citados.

       7. Para demostrar el excelente señorío, sabiduría y poder de Nuestro Señor Dios, que es uno, y puede y sabe regir y gobernar todo cuanto existe, inconveniente cosa sería que un caballero pudiese por sí mismo regir todas las gentes de este mundo, pues si lo hiciera no serían tan bien significados el señorío, el poder y la sabiduría de Nuestro Señor Dios. Por ello, Dios ha querido que para regir todas las gentes de este mundo sean necesarios muchos oficiales que sean caballeros. Por consiguiente, el rey o príncipe que hace procuradores, vegueres o bailes a otros hombres que no sean caballeros lo hace contra el oficio de la caballería, puesto que el caballero, según la dignidad de su oficio, es más conveniente para señorear en el pueblo que cualquier otro hombre; pues por el honor de su oficio se le debe más honor que a otro hombre que no tenga oficio tan honrado. Y por el honor en que está por su orden, tiene nobleza de corazón, y por la nobleza de corazón se inclina más tarde a maldad y a engaño y a viles acciones que otro hombre.

       8. Oficio de caballero es mantener y defender a su señor terrenal, pues ni rey, ni príncipe, ni ningún alto barón podría sin ayuda mantener la justicia entre sus gentes. De donde, si el pueblo o algún hombre se opone al mandamiento del rey o del príncipe, conviene que los caballeros ayuden a su señor, que por sí sólo es un hombre como los demás. De modo que el caballero malvado que ayuda antes al pueblo que a su señor, o que quiere ser señor y quiere desposeer a su señor, no cumple con el oficio por el cual es llamado caballero.

       9. Por los caballeros debe ser mantenida la justicia, pues así como los jueces tienen oficio de juzgar, así los caballeros tienen oficio de mantener la justicia. Y si el caballero y las letras pudiesen convenir entre sí tanto que el caballero poseyese la suficiente ciencia como para ser juez, juez debería ser el caballero; pues aquel por quien la justicia puede ser mejor mantenida es más conveniente para ser juez que otro hombre, con lo que el caballero es conveniente para ser juez.


       10. El caballero debe cabalgar, justar, correr lanzas, ir armado, tomar parte en torneos, hacer tablas redondas, esgrimir, cazar ciervos, osos, jabalíes, leones, y las demás cosas semejantes a éstas que son oficio de caballero; pues por todas estas cosas se acostumbran los caballeros a los hechos de armas y a mantener la orden de caballería. Por ello, menospreciar la costumbre y el uso de aquello por lo que el caballero aprende a usar bien de su oficio, es menospreciar la orden de caballería.

       11. De donde, así como todos estos usos arriba citados son propios del caballero en cuanto al cuerpo, así justicia, sabiduría, caridad, lealtad, verdad, humildad, fortaleza, esperanza, experiencia y demás virtudes semejantes a éstas son propias del caballero en cuanto al alma. Y por eso el caballero que usa de las cosas que son propias de la orden de caballería en cuanto al cuerpo, y no usa en cuanto al alma de aquellas virtudes que son propias de la caballería, no es amigo de la orden de caballería, pues si lo fuese se seguiría que el cuerpo y la caballería juntos serían contrarios al alma y a sus virtudes, y eso no es verdadero.

       12. Oficio de caballero es mantener la tierra, pues por el miedo que tienen las gentes a los caballeros dudan en destruir las tierras, y por temor de los caballeros dudan los reyes y los príncipes en ir los unos contra los otros. Pero el malvado caballero que no ayuda a su señor terrenal, natural, contra otro príncipe es caballero sin oficio, y es igual que fe sin obras y que descreimiento, que es contra fe. De donde, si tal caballero cumpliese obrando así con la orden y el oficio de caballería, la caballería y su orden serían contrarias al caballero que combate hasta la muerte por la justicia y por mantener y defender a su señor.

       13. No hay ningún oficio hecho que no pueda ser deshecho; pues si lo que ha sido hecho no pudiera ser deshecho ni destruido, lo que ha sido hecho sería semejante a Dios, que no ha sido hecho ni puede ser destruido. De donde, como el oficio de la caballería ha sido hecho y ordenado por Dios, y es mantenido por aquellos que aman la orden de caballería y que están en la orden de caballería, por eso el malvado caballero que abandona la orden de caballería, desamando el oficio de la caballería, deshace en sí mismo la caballería.

       14. El rey o el príncipe que deshace en sí mismo la orden de caballero, no solamente deshace en sí mismo su ser de caballero, sino también en los caballeros que le están sometidos, los cuales, por el mal ejemplo de su señor, y para ser amados por él y seguir sus malas costumbres, hacen lo que no es propio de la caballería ni de su orden. Y por eso los príncipes malvados no solamente son contrarios a la orden de caballería en si mismos, sino también en sus súbditos, en quienes deshacen la orden de caballería. De donde, si expulsar a un caballero de la orden de caballería es muy grande maldad y gran vileza de corazón, ¡cuánto peor obra aquel que expulsa a muchos caballeros de la orden de caballería!

       15. ¡Ah, qué gran fuerza de corazón reside en caballero que vence y somete a muchos malvados caballeros! El cual caballero es aquel príncipe o alto barón que ama tanto la orden de caballería que, pese a que muchos malvados que pasan por caballeros le aconsejan a diario que cometa maldades, traiciones y engaños para destruir en sí misma la caballería, el bienaventurado príncipe, con sola la nobleza de su corazón, y con la ayuda que le presta la caballería y su orden, destruye y vence a todos los enemigos de la caballería.

       16. Si la caballería residiera más en la fuerza corporal que en la fuerza del corazón, se seguiría que la orden de caballería concordaría mejor con el cuerpo que con el alma; y si así fuese, el cuerpo tendría mayor nobleza que el alma. De donde, puesto que la nobleza de corazón no puede ser vencida ni sometida por un hombre ni por todos los hombres que existen, y un cuerpo puede ser vencido y apresado por otro, el caballero malvado que teme más por la fuerza de su cuerpo, cuando huye de la batalla y desampara a su señor, que por la maldad y flaqueza de su corazón, no cumple con el oficio de caballero ni es servidor ni obediente a la honrada orden de caballería, que tuvo su principio en la nobleza de corazón.

       17. Si la menor nobleza de corazón conviniera mejor con la orden de caballería que la mayor, flaqueza y cobardía concordarían con caballería contra el valor y la fuerza de corazón; y si esto fuese así, flaqueza y cobardía serían oficio de caballero, y valor y fuerza desordenarían la orden de caballería. De donde, como esto no sea así, si tú, caballero, quieres y amas mucho la caballería, debes esforzarte para que, cuanto más te falten compañeros y armas y provisión, tengas mayor coraje y esperanza contra aquellos que son contrarios a la caballería. Y si tú mueres por mantener la caballería, entonces tú aprecias la caballería en lo que más la puedes amar, servir y considerar; pues la caballería en ningún lugar reside tan agradablemente como en la nobleza de corazón. Y ningún hombre puede amar ni honrar ni poseer mejor la caballería que aquel que muere por el honor y la orden de caballería.


       18. Caballería y valor no se avienen sin sabiduría y cordura; pues sí lo hiciesen, locura e ignorancia convendrían con la orden de caballería. Y si esto fuese así, sabiduría y cordura, que son contrarias a locura e ignorancia, serían contrarias a la orden de caballería, y eso es imposible; por cuya imposibilidad se te significa a ti, caballero que tienes grande amor a la orden de caballería, que así como la caballería, por la nobleza de corazón, te hace tener valor y te hace menospreciar los peligros para que puedas honrar la caballería, así conviene que la orden de caballería te haga amar la sabiduría y cordura con que puedas honrar la orden de caballería contra el desorden y la decadencia que hay en aquellos que piensan cumplir con el honor de la caballería por la locura y la mengua de entendimiento.

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