ASPECTOS DE LA DOCTRINA GENERAL DEL
MARTINISMO
Robert Ambelain
Adán
y el Verbo Creador son semejantes, puesto que, el Hombre Arquetipo continúa, en
el simbólico "Jardín" del Edén, la obra comenzada por el Espíritu de
Dios. Y por tanto, este verbo creador y el Verbo Redentor son diferentes. Ciertamente, es indiscutible que Cristo (que
Martinez llama el Reparador) es a la vez dios (por su origen) y hombre (por su
encarnación). La Teología lo ha demostrado. Pero, de la misma forma que un niño
de diez años y el anciano que será más tarde son un solo y mismo ser (con caracteres
y aspectos diferentes)…, hay entre ellos continuidad de consciencia absoluta,
si no hay más similitud de aspecto o de reacciones inferiores. En un grado
semejante, el alma ha animado un cuerpo humano ordinario, después animará otro,
veinte siglos después, será siempre idénticamente la misma en sus dos
manifestaciones diferentes, aunque las susodichas manifestaciones hayan podido
ser aparentemente diametralmente opuestas, en razón del "juego"
oscilatorio definido bajo la expresión usual de "karma".
Paralelamente
al Adán Kadmon (el Hombre Arquetípico o Cósmico), existían otros Seres,
descendientes de una Creación anterior, diferente en naturaleza y en
"plano", sin conexión con la que nos detalla la Tradicióndel Génesis.
Esta creación es llamada de los "Ángeles", de los que otras
tradiciones nos hacen referencias y que analizan todas las teologías. Estas son
las dos creaciones diferentes que el Génesis sobreentiende en su primer
versículo: "En el comienzo de todo, Dios creó el Cielo y la Tierra".
Inmediatamente, el Génesis abandona la primera Creación (sobre la cual parece que Moisés no había
poseído ninguna información) y pasa a la segunda: "La Tierra estaba
informe y vacía, las Tinieblas cubrían la superficie del Abismo…" (Génesis
I, 2). Otros elementos de la Tradición
judeocristiana nos enseñan que los seres de esta Creación primitiva
(simbolizada por "el Cielo"), es decir, los Ángeles, se escindieron
en dos categorías, los Ángeles fieles y los Ángeles rebeldes, a continuación de
una prueba requerida por Dios. Esto ha
sido mal comprendido. Dios, principio de infinita perfección, no ha podido
tentar a los Ángeles después de su emanación, ni rechazarlos después de su
involución. Al contrario, ciertas entidades, llegadas al término de la Misión
por la cual Dios las había emanado (es decir, liberado, dotándolas así
necesariamente de libre albedrío), rechazan reintegrarse al Absoluto, el Plano
Divino, fuente del Soberano Bien. Ellos han preferido el yo, momentáneo,
perecedero, ilusorio, al sí mismo, eterno, real, imperecedero. Han preferido
vivir "desde afuera" de Dios, antes que reabsorberse y beneficiar así
sus perfecciones infinitas. Son por
tanto los que momentáneamente se han alejado de Dios, por un acto libre, más
bien erróneo. No ha sido el Absoluto el que les ha rechazado injustamente, ni
es la causa de su exilio. Por consiguiente, el regreso hacia atrás y la
redención, permanecen como posibles, cuando la Entidad celeste consienta en
volver a tomar el camino de lo Divino.
Pero
en espera de esta vuelta sobre la Luz y la Verdad Inmanentes, permanecen, por
su actitud egoísta: rebeldes (a la oferta divina primitiva y permanente);
extraviados (puesto que están fuera de su destino legítimo); perversos (puesto
que viven "desde afuera" del Soberano Bien, y por tanto "en el
Mal"). Ahora bien, toda cosa
corrompida tiende, por su naturaleza, a corromper a lo que está sano. Y en el
dominio de los seres espirituales, más todavía que en el de los cuerpos
materiales, pues se mezclan: la envidia o los celos (consciencia, a pesar de
todo, de una inferioridad real), el orgullo (voluntad de tener la última
palabra) y la inteligencia (lo que queda de la misma, pero con la máxima puesta
en acción de estos defectos).
Es
por esto que la Tradición nos dice que la Totalidad de los Seres espirituales
perversos (la egrégora del Mal), representados por la imagen de una Serpiente,
fue por envidia de este ser, superior a ellos e "imagen" de Dios del
que estas Entidades venidas a menos pretendían sustraerse. Ellos han actuado por tanto (telepáticamente
sin duda), sobre Adán Kadmon , incitándolo a franquear los límites de sus
posibilidades naturales. Ser mixto por
su naturaleza, medio espiritual y medio formal, andrógino donde la Forma y el
Espíritu se penetrarían mutuamente, el Hombre Arquetipo debía mantener una
cierta armonía, un necesario equilibrio, en el Dominio donde Dios le había
situado. Debía vigilar su disposición, y obrar, continuar la empresa de este
"Espíritu de Dios" del cual él era el reflejo, el administrador, el
celeste "maestro-Jacques" inmediato… Es a este papel de Arquitecto
del Universo al que Adán Kadmon fue encargado, pero de un Universo más sutil
que el nuestro, el "Reino" que no es de este mundo, del cual hablan
los Evangelios.
Sobre la impulsión de las Entidades metafísicas perversas, el Hombre Arquetipo es convertido en Demiurgo independiente. Reproduciendo el mismo error, ha modificado y perturbado las Leyes que tenía por labor hacer observar. Ha intentado, audaz y rebelde, hacerse creador en su viaje, e igualar por sus obras al mismo Dios. No ha logrado nada más que modificar su primitivo Destino. Son dos leyendas idénticas, la de Lucifer, primero de los Ángeles, y la de Adán, primero de los Hombres; trataremos sus desarrollos paralelos. Puede ser que esta tradición derivase en la costumbre de consagrar a los dioses o a Dios, las primicias de una cosecha o el primer nacido de los rebaños. Es un hecho que, en la simbólica historia de la Humanidad que nos cuenta el Génesis, todos los primogénitos: Caín, Ismael, Esaú, etc., son misteriosamente marcados por un destino opuesto. Pero dado que Dios, en sus posibilidades infinitas, puede sacar alguna cosa de la Nada, el Hombre, criatura de posibilidades limitadas, no puede modificar lo que ya existe, sin nada que extraer de esta misma Nada.
Sobre la impulsión de las Entidades metafísicas perversas, el Hombre Arquetipo es convertido en Demiurgo independiente. Reproduciendo el mismo error, ha modificado y perturbado las Leyes que tenía por labor hacer observar. Ha intentado, audaz y rebelde, hacerse creador en su viaje, e igualar por sus obras al mismo Dios. No ha logrado nada más que modificar su primitivo Destino. Son dos leyendas idénticas, la de Lucifer, primero de los Ángeles, y la de Adán, primero de los Hombres; trataremos sus desarrollos paralelos. Puede ser que esta tradición derivase en la costumbre de consagrar a los dioses o a Dios, las primicias de una cosecha o el primer nacido de los rebaños. Es un hecho que, en la simbólica historia de la Humanidad que nos cuenta el Génesis, todos los primogénitos: Caín, Ismael, Esaú, etc., son misteriosamente marcados por un destino opuesto. Pero dado que Dios, en sus posibilidades infinitas, puede sacar alguna cosa de la Nada, el Hombre, criatura de posibilidades limitadas, no puede modificar lo que ya existe, sin nada que extraer de esta misma Nada.
El
Hombre Arquetipo, queriendo crear seres espirituales, como Dios había creado
los Ángeles, no ha hecho más que objetivar sus propios conceptos. Deseoso de
ponerles cuerpo, solo ha podido integrarlos en la Materia más grosera.
Queriendo animar el Caos (las "Tinieblas exteriores"), como Dios
había animado el Mundo metafísico que le había sido primitivamente confiado, no
ha hecho más que hundirse a sí mismo.
En efecto, Dios "está" en el sentido más absoluto de la palabra ("Yo soy el que es" le dice a Moisés, en el Sinaí), ninguna Nada previa puede existir. Para crear la Materia primitiva, Dios simplemente ha retraído una parte de sus infinitas perfecciones de una porción de su infinita esencia. Este retraimiento parcial de la Perfección espiritual más absoluta ha conducido inevitablemente a la creación de la Imperfección material relativa. Esto justifica que la Creación, y lo que ella pueda ser, no podrá jamás ser perfecta. Es necesariamente imperfecta por el hecho de que no es Dios. En imitación al Absoluto, Adán Kadmon va a intentar por tanto crear una "materia primera". Alquimista inexperto, este será el origen de su Caída. El Hombre Arquetipo es un ser andrógino. El Génesis (I, 27,28) nos dice que: "Dios creó al hombre a su imagen: macho y hembra, lo creó…". Es este elemento negativo, femenino, al que Adán va a objetivar fuera de sí mismo. Es esta "cara" izquierda, femenina, pasiva, lunar, tenebrosa, material, la que va a separarse de la "cara" derecha, masculina, activa, solar, luminosa, espiritual, dando nacimiento a Eva. La Mujer Arquetipo es sacada por tanto de una de las dos "caras" del Andrógino, y no de uno de sus "costados"… (Todas las religiones antiguas han conocido un ser divino, original, que era a la vez macho y hembra).
En efecto, Dios "está" en el sentido más absoluto de la palabra ("Yo soy el que es" le dice a Moisés, en el Sinaí), ninguna Nada previa puede existir. Para crear la Materia primitiva, Dios simplemente ha retraído una parte de sus infinitas perfecciones de una porción de su infinita esencia. Este retraimiento parcial de la Perfección espiritual más absoluta ha conducido inevitablemente a la creación de la Imperfección material relativa. Esto justifica que la Creación, y lo que ella pueda ser, no podrá jamás ser perfecta. Es necesariamente imperfecta por el hecho de que no es Dios. En imitación al Absoluto, Adán Kadmon va a intentar por tanto crear una "materia primera". Alquimista inexperto, este será el origen de su Caída. El Hombre Arquetipo es un ser andrógino. El Génesis (I, 27,28) nos dice que: "Dios creó al hombre a su imagen: macho y hembra, lo creó…". Es este elemento negativo, femenino, al que Adán va a objetivar fuera de sí mismo. Es esta "cara" izquierda, femenina, pasiva, lunar, tenebrosa, material, la que va a separarse de la "cara" derecha, masculina, activa, solar, luminosa, espiritual, dando nacimiento a Eva. La Mujer Arquetipo es sacada por tanto de una de las dos "caras" del Andrógino, y no de uno de sus "costados"… (Todas las religiones antiguas han conocido un ser divino, original, que era a la vez macho y hembra).
El
Génesis nos lo dice (II, 23,24): "Y Adán dice: Esta sí que es de mi propia carne y de mis propios huesos
(el conserva por tanto el espíritu, el alma). Se va a llamar <mujer> (en
hebreo Isha), porque Dios la sacó del Hombre (en hebreo Ish)".Es esta Materia nueva, la Eva del Génesis,
la Mujer simbólica, a la que Adán "penetra" para allí crear la Vida.
El Hombre Arquetípico es así degradado en su intento de igualarse a Dios. Su
nuevo dominio, es el Mundo de la Gnosis, nuestro Universo material, mundo lleno
de imperfecciones y de mal. El poco bien que en él reside, viene de antiguas
perfecciones del Hombre Arquetípico. Pues, escindido en dos seres diferentes,
la suma de dichas perfecciones originales no puede ser total en cada uno de
ellos…, existe por tanto la Caída. Es
igualmente por esto que la Naturaleza había sido deificada por los cultos
antiguos. Ella era consecuentemente la Madre de todo lo que existe, pero de lo
que existe "bajo los Cielos", simplemente… Isis, Eva, Deméter, Rea,
Cibeles, no son más que los símbolos de la Naturaleza Material, emanada de Adán
Kadmon, personificada por las Vírgenes Negras, símbolos de la Materia
Prima.
La
esencia superior del Adán Kadmon integrada en el seno de la Materia nueva, se
vuelve el Azufre, expresión alquímica que designa el alma del mundo. La esencia
segunda, el mediador plástico, es el que constituye la "forma" de
Adán, su doble superior, se vuelve el Mercurio, otra expresión alquímica que
designa el Astral de los ocultistas, el plano intermediario. La Materia surgida
del Caos segundo, es la Sal alquímica, el soporte, el receptáculo, la
prisión. Paralelamente, podemos decir
que Adán se ha vuelto el Azufre, Eva ha dado la Sal, y el Caín del Génesis es
el Mercurio de esta simbólica tríada. Términos que la Alquimia conoce también
bajo los de Rey, Reina y Servidor de los sabios…
Se
concibe entonces porqué, en todos sus grados, la Materia Universal es viviente,
así lo admite la antigua alquimia y la moderna química, y como, en sus
manifestaciones, puede ser más o menos consciente e inteligente. A través de
los cuatro reinos de la Naturaleza, mineral, vegetal, animal y humano (entre
los cuales no existe además ninguna solución de continuidad), es el Hombre Arquetipo,
el Adán Kadmon, la Inteligencia demiúrgica primitiva, la que se manifiesta
dispersada, esparcida, encarcelada. He ahí, este revestimiento de la "piel
de animal" que nos cuenta el Génesis: "Dios el Señor hizo ropa de
<pieles de animales> para que el hombre y su mujer se vistieran,…"
(III, 21). Este Universo nuevo es igualmente el refugio de las Entidades
Caídas. Se han refugiado para distanciarse aún más del Absoluto, en la
quimérica esperanza de escapar a las Leyes eternas, siempre presentes. Los seres maléficos tienen por tanto un
interés primordial en que el Hombre, dispersado pero presente por todas partes
en el seno de la Materia constitutiva del Universo visible, continúe
organizando y animando este dominio, el suyo de ahora en adelante. Como el alma del Hombre Arquetipo está
prisionera de la Materia universal, el alma del hombre individual está
prisionera de su cuerpo material. Y la muerte física (su solo efecto marca lo
que él había conseguido, nos dice el Génesis…) y las reencarnaciones que le
suceden, son los medios por los cuales las Entidades Caídas manifiestan su
influencia sobre el Hombre. Se comprende mejor entonces la palabra del
Redentor, "entendida" por los Profetas, como Isaias : "Oh Muerte, ¿dónde está tu Victoria?. Oh
Muerte, ¿dónde está tu aguijón?…" (el aguijón de los sentidos, que
incita al alma separada a reencarnarse en un cuerpo material). El Poder, la Sabiduría, la Belleza que se
manifiesta todavía en este Mundo material, son los esfuerzos del Hombre Arquetipo
por volver a lo que él era antes de su Caída. Las cualidades contrarias, son las
entidades caídas las que las manifiestan, a fin de mantener el
"clima" que ellas han deseado hacerle creer, para subsistir tal como han
querido antaño, cuando deliberadamente interrumpieron su regreso hacia el
Absoluto. El Hombre Arquetipo no
volverá a tomar posesión de su primitivo Esplendor y de su Libertad, hasta que
no se separe de esta materia que lo engulle por todas partes. Para esto, hace
que todas las células que le componen (es decir los hombres individuales),
puedan después de su muerte natural, reconstituir el Arquetipo y reintegrarlo
definitivamente, escapando así a los ciclos de las reencarnaciones.
Entonces, los microcosmos restaurarán el Macrocosmos. Los hombres individuales, reflejos materiales del Arquetipo, son por tanto igualmente (algunos escalones por debajo), reflejos divinos. Así como el Arquetipo es, también, reflejo de Dios, del primitivo Verbo Creador o Logos, del "Espíritu de Dios" del que nos habla el Génesis. Así pues él es, el "Gran Arquitecto del Universo". Todo culto de adoración expresado a éste último es consecuentemente un culto satánico puesto que está expresado al Hombre y no al Absoluto. Es por lo que la Masonería lo INVOCA sin adorarlo. Pero, dado que el Hombre se sumerge en la atmósfera demoníaca de este Mundo Material donde respira a cada instante el maléfico intelecto, nos dice Martinez de Pasqually, pareciendo estar en mala postura para resistir allí, el Creador restablece el equilibrio desprendiendo de su Círculo Espiritual Divino un Espíritu Mayor para ser el guía, el apoyo, el consejo y el compañero del Menor, el cual emana y desciende de la Inmensidad celeste para ser incorporado al Mundo material (centro de la materia elementaria) para ir a obrar, según su libre arbitrio, en el Círculo Terrestre. Pero el consejo de un Espíritu Mayor no basta. Falta todavía el auxilio operativo de un Menor Elu. La ayuda que le aporta su "reconciliación" es doble. El le transmite directamente las instrucciones del Creador sobre el culto teúrgico que debe ser rendido; comunica a los "hombres del deseo", ante los cuales es enviado, los dones que él mismo ha recibido, destacándoles con el carácter, con el "sello" místico sin el cual ningún Menor puede ser reconciliado. Esta ordenación misteriosa es la condición esencial de su "reconciliación", puesto que sin ella, cualesquiera que sean sus méritos personales, un Menor queda "en privación", es decir, sin comunicación con Dios. Daremos todavía algunas precisiones sobre la Pneumatología de Martinez.
Entonces, los microcosmos restaurarán el Macrocosmos. Los hombres individuales, reflejos materiales del Arquetipo, son por tanto igualmente (algunos escalones por debajo), reflejos divinos. Así como el Arquetipo es, también, reflejo de Dios, del primitivo Verbo Creador o Logos, del "Espíritu de Dios" del que nos habla el Génesis. Así pues él es, el "Gran Arquitecto del Universo". Todo culto de adoración expresado a éste último es consecuentemente un culto satánico puesto que está expresado al Hombre y no al Absoluto. Es por lo que la Masonería lo INVOCA sin adorarlo. Pero, dado que el Hombre se sumerge en la atmósfera demoníaca de este Mundo Material donde respira a cada instante el maléfico intelecto, nos dice Martinez de Pasqually, pareciendo estar en mala postura para resistir allí, el Creador restablece el equilibrio desprendiendo de su Círculo Espiritual Divino un Espíritu Mayor para ser el guía, el apoyo, el consejo y el compañero del Menor, el cual emana y desciende de la Inmensidad celeste para ser incorporado al Mundo material (centro de la materia elementaria) para ir a obrar, según su libre arbitrio, en el Círculo Terrestre. Pero el consejo de un Espíritu Mayor no basta. Falta todavía el auxilio operativo de un Menor Elu. La ayuda que le aporta su "reconciliación" es doble. El le transmite directamente las instrucciones del Creador sobre el culto teúrgico que debe ser rendido; comunica a los "hombres del deseo", ante los cuales es enviado, los dones que él mismo ha recibido, destacándoles con el carácter, con el "sello" místico sin el cual ningún Menor puede ser reconciliado. Esta ordenación misteriosa es la condición esencial de su "reconciliación", puesto que sin ella, cualesquiera que sean sus méritos personales, un Menor queda "en privación", es decir, sin comunicación con Dios. Daremos todavía algunas precisiones sobre la Pneumatología de Martinez.
Prepararemos
además un estudio especial sobre su Doctrina y sus Trabajos.
MUNDO
DIVINO
a) Los Seres Espirituales son los
Eones de la Gnosis, las Ideas-Madres que viven en el seno de la Divinidad.
b) Los Espíritus Superiores, llamados todavía
Espíritus Denarios o Espíritus Divinos, son las entidades sefiróticas de la
Kábala, los Nombres de Dios.
MUNDO
CELESTE
Los Espíritus Mayores aseguran
la correspondencia del Hombre con Dios, limitando el dominio inferior, compuesto
de los mundos celestes y terrestres.
- Agentes de las Leyes del Universo, están encargados de la conservación del
"Tiempo", es decir, de la energía Vital en el Mundo material, pero no
tienen poder de producir esencias materiales.
- Los Espíritus inferiores aseguran la existencia misma de la Materia.
Estos son de alguna forma los Poderes de los Elementos, los Seres de la Región
Astral Superior, los Genios
Planetarios, Estelares, etc. …
MUNDO TERRESTRE
-
Los Espíritus Menores, o Menores Espirituales, aseguran la edificación del
Mundo material; estos son especialmente las Almas Humanas.
-
Esta última clase se subdivide en cuatro series:
a)
Menores Elus. Son los diez grandes guías de la
Humanidad: Abel, Enoch, Noé, Melkisedec, José, Moisés, David, Salomón,
Zorobabel y Jesús 1.
b)
Menores Regenerados. Son los Adeptos, los maestros de
la doctrina espiritual. Este estado es el alcanzado por los Réaux-Croix.
c)
Menores Reconciliados. Son los Iniciados en la Orden
de los grados inferiores. d) Menores en
Privación. Son los Profanos.
NOTAS
1) Esta
lista es simbólica. Toma en cuenta el espíritu del momento… No se podían
incluir allí a los considerados "herejes", tales como Buda, Pitágoras
o Zoroastro.
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