LA RENDICIÓN O RESTITUCIÓN
Edwin Arellano
Síntesis del Capitulo XII, del Libro El Retorno de Henoch o la
Masonería Primigenia del I:. y P:. H:. Fermín Vale Ámesti.
El Hombre es hijo de
Dios, no porque Dios lo ha adoptado, sino porque el hombre en su íntimo, es el
espíritu.
La Construcción del
Templo es la más grandiosa Obra que el hombre puede realizar en sí mismo y por
sí mismo. Es su propia obra íntima. Con el Trabajo Interior, el Iniciado adquiere
la cualidad de justo discernimiento, que le permite entender el conflicto
originado por la separación o desfragmentación de la Consciencia; La dicotomía
de su psiquis, dividida en «Yo Superior» y «yo inferior». Este proceso culmina
al reconocer a «Yo soy el que Soy»: el Ternario, restablece al Binario a la
Unidad.
El reconocimiento de
quien es el que Rige y la consecuente Sumisión o Entrega, es el resultado de su
Trabajo Interior, el amor en lo Divino. (Metanoia). El Iniciado, cambia su
manera de pensar, sus ideas, conducta y comportamiento; complace al Ser Intimo
y todo es hecho a la Gloria del Supremo Arquitecto. Es un Rebote en dirección
opuesta. La Sumisión comienza en la mente al comprender que cada personalidad
humana, cada consciencia personal, está completamente dependiente y bajo la
dirección de la gran Mente Universal (El Logos). Un proceso de transformación
al Hombre Nuevo; Una reversión, un cambio radical de orientación, lo opuesto de
lo que piensa y quiere la inmensa mayoría.
Para nacer en la vida
Iniciática, hay que morir a la vida profana. La tarea es desenredarse,
liberarse, para que el Alma llegue a ser un espectador del drama de su propia
experiencia, nunca dándole la espalda a la vida diaria del mundo, desde lo
material, hacia lo Espiritual. El Iniciado vive en el mundo, pero no para el
mundo; al renunciar a su yo inferior y someterse a la disposición de aquello
que actúa en su íntimo, esta como colgado por los pies, pero lo hace consciente
y sabiamente, al discernir la vanidad de las ambiciones individuales y de
comprender la fecundidad del sacrificio heroico, que llega hasta el olvido
total de sí. Para alcanzar las alturas, es necesario descender, revertir o
invertir el orden de su vida. Para hacerse consciente, hay que comprender la
necesidad de hacer el esfuerzo con el Trabajo Interior y la constante práctica
de la Ascesis que enseñan las Escuelas Iniciáticas. El Sendero Iniciático
conduce hacia una realidad espiritual.
Para los Maestros
Alquimistas, el Arcano XII, es el arcano de la Expiación, el medio de barrer
las culpas por medio del sacrificio que las repara, pero padeciendo las
consecuencias. «El sacrificio completo de la personalidad». El Colgado, es el
símbolo de la personalidad, representado en el Triángulo Invertido, sobre cuya
base se asienta la Cruz, el símbolo invertido del Azufre: «El Espirito inmerso
en la Forma». Para ello, «Debe destruir por el fuego, su naturaleza fija para
volatilizarla», usando la Ascesis o Disciplina y la Sumisión o Rendición de lo
humano, ante lo Divino. El camino del Sacrificio, de la abnegación y del
Apostolado; de quemar aquello que adoramos; el sometimiento grato y voluntario
al deber; el olvido de sí mismo, sin esperar recompensas, en fin, la Obra
Sacrificialpara la Liberación o Reintegración, sin vacilaciones y con el
corazón libre de desaliento…
Cumplir nuestro destino
es ser consciente de lo que somos en realidad y trascender la vida corriente.
Cuando el hombre espiritual, despierta y encuentra que él es el poseedor del
divino germen (la palabra de la Verdad), comienza de inmediato a hacer uso de
él. El resultado es un flujo de Luz, y la Verdad se convierte en un poder
activo e irresistible.
El Alma en su ruta de
progreso, deja su antiguo modo de vida, es decir: «sale de Egipto», venciendo
los pensamientos, deseos y tendencias que le atan al pasado, traspasa ese mar
Rojo interior y ya no puede volver sobre sus pasos. Pasa luego por un estado
transitorio, el Desierto Interior, con sus rebeliones, su disciplina, su purificación
y su Sinaí Íntimo, hasta que puede «atravesar las aguas del Jordán »: la línea
divisoria entre lo transitorio y permanente, donde finalmente «planta su pie en
la tierra prometida de Canaán» su bien ganada Heredad, la «Tierra Prometida del
Espíritu», la consciente realización, el Verdadero Ser, un nuevo estado de
consciencia de carácter espiritual. Sin embargo, una vez llegado hasta allí, se
encuentra con las Tentaciones, el período de inestabilidad mental durante el
cual sólo es posible juzgar la verdad por contraste, por el error y por
discernimiento, nacido de la acción del Yo Superior, actuando sobre el yo
inferior, hasta que el primero se convierte definitivamente en la voluntad del
Iniciado. Cuando esto ocurre se produce la Restitución de «dar a Dios, lo que
es de Dios» el genuino con-versio: «el volver los pasos hacia Él».
Cada actitud constructiva
en provecho de la Catarsis Creadora, como aspirantes al Sendero Iniciático, es
un paso firme que nos acerca a la meta, la «Tierra Prometida», y lo poco o
mucho que logremos nos pertenece para siempre, sin olvidar jamás, que cuanto el
hombre desea en su corazón, y conscientemente haga el necesario esfuerzo por
alcanzarlo, eso logrará a su debido tiempo.
Comentarios
Publicar un comentario