LOS CICLOS CÓSMICOS Y EL RETORNO DE HENOCH
Ignacio Sánchez
Vivimos actualmente la fase final de un Ciclo Cósmico, la
parte de la declinación final del Kali – Yuga, “La Edad Negra” o “Edad de
Hierro”, la “Era de los Demonios”; el período más sombrío de maldad, de guerras
y revueltas sin fin, que ya está próximo a concluir…
“Los Manvantaras, o eras de Manús sucesivos, son en número de
catorce, formando dos series septenarias de las cuales la primera comprende los
Manvantaras pasados y aquél en el que
estamos actualmente, y la segunda los Manvantaras
futuros. Vaisvaswata es el Manú de la
Era actual. Cada Manvantara se divide en cuatro Yugas; pero de un Yuga al otro,
la degeneración se acompaña de un decrecimiento en su duración:¨la
aceleración de los tiempos¨.
¨Manvantara o Manu – Antara es, pues, un período entre dos Manús. Manú Svayambhuva o Swayainbhuva es el Hombre Celeste Primordial, el Adam Kadmon de la
Cábala, la síntesis de los 14 Manús; es el primero de los manús y el progenitor
de la humanidad. También en la Cábala Hebrea de las “Siete Tierras”, figuradas
exteriormente por las mismas divisiones de la Tierra de Canáan, están puestas
en relación con los Reinos de los “Siete Reyes de Edom”, que corresponden muy
manifiestamente, a los Siete Manús de
la primera serie y a las correspondientes humanidades anteriores”[1].
Leemos en
Génesis 31, 36: “y estos fueron los reyes
que reinaron en la Tierra de Edom, antes de que reinase rey sobre los hijos de
Israel”. El libro cabalístico que más trata acerca de esto es el Siphrad´tzeniutha (Libro del Misterio
Oculto). Dicho libro comienza describiéndose como “El Libro del Equilibrio o
Balanza”, y afirma: “Porque antes de que
hubiera equilibrio, el semblante no contempló semblante. Y los Reyes de
Antiguos Tiempos estaban muertos, y sus coronas no fueron ya encontradas, y la
Tierra estaba desolada”.
En el largo
proceso de nuestra evolución, la atmósfera psíquica de la Tierra, interferida
por un psiquismo cósmico inferior y degradante, va quedando “cargada” por una
acumulación de residuos larvarios de “cadáveres psíquicos”, producto de la
disolución de cosas pasadas, que las generaciones desaparecidas van dejando
tras de sí en su paso por nuestro mundo; un verdadero tremedal o “pantano
astral” de vestigios corrompidos, que obscurece y obstruye o interrumpe el
acceso de la Luz Espiritual. Es un mundo que la Cábala designa como Olam
Qlipphot: “el Mundo de las cortezas”, donde quedan los “Antiguos Reyes de
Edom”, que representan los residuos inutilizables de los Manvantaras ya pasados.
Esa carga de
residuos es lo que origina, entre muchísimas otras cosas negativas, lo que podríamos
llamar “el mal organizado y dirigido”, que va, desde la simple “borrachera”
materialista en la que vive inmersa la gran mayoría de los seres humanos,
continuando con la intolerancia, madre de innumerables crímenes, tanto
religiosos como políticos, la tiranía y la opresión, hoy convertida en sistema,
bajo coberturas diversas y numerosos “ismos”, los cultos satánicos, la
hechicería y la brujería en todas sus manifestaciones y todo lo que es el
psiquismo inferior, hasta la nueva modalidad de guerra no declarada: el
terrorismo internacional, aliado y protector del gansterismo, del hampa común,
del tráfico de drogas, de la prostitución y el homosexualismo, en fin, de todo
cuanto pueda debilitar, dañar, desestabilizar y destruir a las personas, a la
familia y a la sociedad como un todo. Es una verdadera y autentica obra
satánica, al mismo tiempo que una “fabulosa industria” de miles de millones de
dólares, producto maldito de inmenso mal que es impuesto a miles de millones de
seres y que van a parar al bolsillo de unos pocos, los verdaderos culpables de
tanto daño y sufrimiento que las fuerzas satánicas, hoy más que nunca desatadas
por el mundo, auxiliares de la Contra – Providencia, van diseminando como un
terrible cáncer generalizado en todo el cuerpo de una Humanidad doliente.
Este mal,
perfectamente organizado, tiene sus
raíces invisibles en los planos hiperfísicos y su “espoleta activadora” en la
mente inferior de casa ser “utilizable”, por tan nefasta influencia. Por eso
Martínez de Pasqually enseñó a sus discípulos como combatir y expulsar del Aura de la Tierra a esas Potencias Demoníacas, y por medio de una Poderosa Teúrgia,
evocar las Potencias Celestes y atraerlas a la misma Aura Terrestre,
produciendo de ese modo un equilibrio reparador. Tal es la Teúrgia de sus
Electos de Cohen (Electos de Henoch), Teúrgia que sigue siendo porque esa
Cadena Teúrgica no está muerta…
Debido a esa
periódica “carga” de energía psíquica negativa que produce vibraciones de
maldad, su “sobrecarga” llega hasta reprimir la vida evolutiva del hombre sobre
la Tierra. Cuando ese momento llega, aparecen grandes seres que vienen a
nuestra Tierra a recordarnos a los hombres y mujeres que en ella vivimos, “El
Camino de la Sabiduría” o “El Sendero de la Paz”, y a levantar un poco la pesada
carga de sufrimiento y angustia que agobia al mundo.
El título de
“El Retorno de Henoch” señala la inminente “llegada” de una poderosa “infusión”
de Fuerzas Espirituales elevadoras que ya comienza a das sus frutos mediante la
“siembra” de sus “semillas – pensamiento” en la mente de los seres que levantan
sus ojos al Cielo “para contemplar las estrellas”. Henoch, el Maestro de
Justicia /el Gran Copto) y Revelador de la Gnosis, regresa con su Balanza para equilibrar las Fuerzas de nuestro
Universo y la armonía de los corazones. Para que cada uno pueda matar a “los
Reyes de la Fuerza desequilibrada” en su propia naturaleza. Es el Poder de Luz
Inmanente fluyendo, hacia la Individualidad, hacia el “hombre inferior”, porque
el estado de equilibrio interno es la base de la Gran Obra.
Aunque siempre
el Mal ha sido derrotado por las Potencias de La Luz, debemos estar conscientes
de que es necesario para ello, que quienes vivimos en este mundo, apliquemos
nuestras propias Fuerzas de lucha para ayudar a las Fuerzas Superiores que
actúan desde su propio dominio. Es pues, aquí y ahora en el diario acontecer de
nuestras vidas que la victoria debe ser ganada. Pero no olvidemos que todas las
Fuerzas y Poderes que se encuentran en el Universo externo, todas ellas, están
dentro de nosotros mismos, desde los más elevados hasta los más rastreros.
Si nos
sometemos al Yo Superior, al “Yo Soy”, y le entregamos “la casa”, él destruirá
en nosotros todo el mal que puede haber sido parte de nosotros mismos. “Él
transmutará lo vil y lo corrompido en lo noble y lo íntegro que debe ser
dirigido al bien por la experiencia real. El Fuego todo lo redime (Igne Natura Renovatur Integra)”. El
Retorno de Henoch, o la “aparición” anunciada por la Tradición Iniciática
Occidental no debe necesariamente tomar la forma de un ser humano, porque
tampoco lo fue “en los orígenes”, ya que como lo hemos dicho antes, Henoch
representa y simboliza la Tradición Iniciática, la Escuela con su Doctrina
desde la remota Época antediluviana. La profunda crisis espiritual que estamos
viviendo en nuestro mundo de hoy, justamente en los momentos más próximos a
trasponer un Nuevo Ciclo; crisis que ha producido la más grande alteración de
todos los valores espirituales y éticos de la humanidad; que ha exacerbado el
materialismo, la subversión y la anarquía en todos los órdenes, y que va
minando cada día más a la frágil y corruptible naturaleza humana, desviándola
hacia los fines inconfesables de la Gran Confabulación, sólo aspira a convertir
al hombre en un simple “robot”, a fin de poder manipularlo de acuerdo con los
más infames, humillantes y sucios intereses. Todo eso debe hacernos comprender
que nunca como hoy se hace imperativa una escogencia selectiva de las minorías
más calificadas en el ámbito espiritual, para construir el fermento de una
Nueva Cultura y una nueva Civilización, que pueda orientar y dirigir a todos
los seres de buena voluntad, como una minoría rectora del Nuevo Ciclo que se
inicia; para que los mejores elementos humanos que son la esperanza para el
establecimiento definitivo y permanente de la Fraternidad y de la Paz sobre la
Tierra. Contrariamente a las civilizaciones que cuanto más antiguas y próximas
a su ocaso más se acompaña su agonía de emanaciones nauseabundas provenientes
de una especie de putrefacción espiritual, un egregor, una “entidad, un mito
una divinidad, cuanto más antiguos son más poderosos. Y cuando se cree que los
dioses o las potencias cósmicas han “muerto”, ello no es sino en la frágil
memoria humana. Ellos no mueren, sino “duermen”, aguardando para manifestarse,
que los Iniciados hábiles (“Hombres Verdaderos” con Potestas Ligandi el Solvendi),
les preparen el camino de retorno, como mediadores entre la Escuadra y el
Compás, entre el Cielo y la Tierra.
El Retorno de
Henoch es el retorno de la tendencia progresiva de evolución espiritual,
polarizada en los seres humanos, “despiertos” que van a estructurar e impulsar
la renovación, la revivificación (Nashar)
y enderezamiento o reparación de la Tradición Iniciática en la Nueva Edad que
comienza, a fin de que la Humanidad pueda ser conducida en su esfuerzo
ascendente, por medio de la recuperación de una Vía Espiritual que restablezca
todas las cosas en el orden natural y restaure a su “estado primordial” su
unidad originaria.
Después de
siglos y siglos de ocultación forzosa, de sombras y de cruentas persecuciones,
la Tradición Iniciática vuelve a renacer en el espíritu de los hombres y
mujeres “despiertos” de nuestro tiempo. Va a comenzar una nueva y maravillosa
Edad en la historia de la humanidad. Acojamos con ardoroso entusiasmo ese
impulso espiritual de renovación creadora que ha comenzado a manifestarse en el
Mundo. Nunca antes como hoy está justificada la antigua divisa “quiero saber para poder servir”. Por eso
fue dicho “por sus frutos los conoceréis “. Esa es la verdadera Obra de
Construcción que el esfuerzo creador del genuino Masón puede y debe ofrecer y
aportar para el progreso espiritual de la Sociedad en que vive. Su deber es
crear, es decir, de rendir fruto de los dones “talentos” que ha recibido.
Después de su lucha en el mundo íntimo, debe comenzar su realización en el
mundo que lo rodea, ayudando a esclarecer el pensamiento de la Humanidad que
está al borde de la demencia y amenaza por los más terribles acontecimientos
que jamás se creyeron posibles. En esa
tónica de vida que debe ser la acción creadora de a vivencia diaria, de la Vida
Iniciática de cada uno, la tarea concreta del Iniciado es obligante e impostergable,
pues no solamente le corresponde la auto exigencia de su propio
perfeccionamiento, sino también la lucha contra las condiciones adversas de la
vida que, actualmente, la hacen alienante y casi insoportable.
Todo verdadero
Masón que ha sentido en su corazón lo que significa El Retorno de Henoch debe,
con pleno conocimiento de causa, aprovechar el poderoso brote de genuina
espiritualidad que ha comenzado a señalar su presencia y a evidenciar la fuerza
de un nuevo despertar Iniciático que va a servir de “canal”, de mediador, de
“puente”, para que el luminoso impulso Espiritual que ya muchos han comenzado a
“percibir”, nos ayude a restaurar la Luz que extinga definitivamente las
Tinieblas del Ciclo, que fenece, y podamos volver
a unir aquello que la ocultación había dispersado. Estamos en la Aurora de
una Nueva Civilización. Sin embargo mantengamos los ojos anímicos bien
abiertos. No esperemos “cambiar al mundo” por decreto, con teorías y
especulaciones, por más atractivas y convie Es una obra de Reintegración conforme al Orden. En esto se basa todo
el Simbolismo Constructivo de la Masonería. Por el contrario las fuerzas
oscurantistas de la limitación y la ignorancia, siempre han sido y continúan
siendo, las desmembradoras del Templo, “de la Casa del Eterno Espíritu”. En el
simbolismo Tradicional Iniciático de los Misterios de Isis y Osiris del antiguo
Egipto, Tset, a quien los griegos dieron el nombre Tifón, representan el “poder
de las Tinieblas”, el símbolo de la ignorancia y de confusión, siempre en
oposición sistemática contra los más altos principios; es el adversario del
Espíritu, la personificación de las Tinieblas y el error.
Solo la
Sabiduría de Lo Alto, la Sabiduría Divina, llamémosla Sophia, Notredame, Isía o
Isis, es capaz de recoger los preciados miembros y reunirlos hasta restaurar el
cuerpo entero del Hombre Arquetípico, simbolizado en Purusha o Prajapati de la
Tradición Védica, el Adam Kadmon de la Cábala, Osiris o Dionisios (o Hiram).
La Renovación y reapertura de la Gnosis Eterna
en nuestro tiempo, tiene que originarse como un “fermento” dentro de un
ambiente Iniciático propicio, emanado de la Tradición Única y enriquecido con
las conquistas y progresos de los Iniciados y Adeptos a través de los siglos
que reanime las aspiraciones de buena voluntad poseedores de las calificaciones
prescindibles, que anhelan reconstruir el Templo del Espíritu, bajo la sublime
Ley del Amor y del Servicio, sin calculadas esperanzas de recompensa, sino pura
y simplemente “a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo” (“Non Nobis dimone, non nobis, sed nomini tuo
da gloriam”), sin que esto signifique la “continuación” de algo que
pertenece al pasado y que en su momento cumplió la Misión Espiritual que le
correspondía, ya que semejante pretensión de “continuidad” sería una usurpación
de nombre y por lo tanto un fraude “enmascarado”.
Sabemos por voceros de la Tradición legítima,
que el triunfo aparente de las nefastas fuerzas oscurantistas de la contra –
iniciación, nos será sino pasajero, ya que en el momento cuando parecerá ser el
más completo, será destruido por la acción de las Fuerzas Espirituales que
intervendrán entonces para preparar inmediatamente el “enderezamiento” final.
Por eso se ha dicho “que es cuando todo parecerá perdido que todo se salvará”.
Este trabajo es una síntesis del Capítulo XIV: “Los Ciclos Cósmicos y El
Retorno de Henoch”, de la Obra “El Retorno de Henoch o la Masonería
Primigenia”; del Q:. H:. Fermín Vale Amesti (Albanashar Al-Walÿ).
De igual forma, este trabajo está dedicado con todo el amor fraternal del mundo a nuestro Maestro en el Sendero de Retorno hacia la Unidad.
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