El Maestro - Federico González Frías

EL MAESTRO

Federico González Frías

Queremos aquí decir unas palabras sobre algunas malversiones vinculadas al "maestro" propias de la confusión en que se existe, las que obedecen a una dialéctica descendente del ciclo que Occidente y su influencia mundial ejemplifican, ya que este pensamiento profano se ha infiltrado en el globo entero. No nos referimos exclusivamente a determinadas apreciaciones que se hacen sobre el particular, involucradas con el simple poder personal en cualquiera de sus formas, ni a las versiones "cinematográfico-televisivas" sobre el tema. Tampoco a una forma de "sublimación", tanto sea ésta de los temas que se enseñan, como de aquéllos que los imparten.

Se teme siempre en estos casos una falsa perspectiva respecto a la auténtica espiritualidad, la que es suplantada por adhesiones afectivas, o empañadas por la penumbra de una "creencia" demasiado materializada. Todas estas posibilidades pueden encuadrarse en una perspectiva lineal y estrecha, en una visión literal y –aunque no se quiera– racionalista, cuando no sentimental y seguramente dependiente. Nos estamos refiriendo a las falsas ideas acerca del "Maestro Superman", aquél que posee mayores poderes físicos y psíquicos que los demás mortales, y al tabú de los "dones" y "ascetismo" de este personaje, al que se le destaca por sus egos, y no por sus Enseñanzas Metafísicas directamente conectadas con el Espíritu. Para peor, como algunos de estos "poderes" y "dones" simbólicos son verídicos respecto a aquéllos que van superando sus pruebas de Iniciación –aunque jamás vistos desde una perspectiva groseramente materializada– se crean muchas confusiones que son tales si no somos capaces de resolverlas.


En rigor, en la Tradición Hermética y la Alquimia, la Doctrina y la Enseñanza que el estudiante aprende es una sola y ésta es el Conocimiento de la Cosmogonía, a saber: la interpenetración de otros tiempos, espacios, ritmos y estados de conciencia distintos de los ordinarios, las que son realidades tan auténticas –cuando menos– como las concepciones tomadas del cúmulo de esfumaturas e ineficiencias que nos ofrece la sociedad contemporánea. En esta tradición los introductores e iniciadores no son considerados "maestros" en el sentido de ejercer una función de tipo psicológico o de autoridad institucional, o mismo de ejemplaridad en determinados usos y costumbres que el mundo puede cambiar una y otra vez a su antojo de acuerdo a sus modas que perennemente se quedarán en la relatividad de las formas. No se hace pues tanta cuestión con esto del "maestro", porque se enseña que la Realización es individual y que debe lograrla cada cual por sí, ineludiblemente. Por lo que se aconseja al lector que no ponga en otros lo que en verdad debe trabajar en sí. Debemos recordar que, según Platón, su maestro Sócrates identificaba su función con la de un obstetra, lo que equivale a decir que no consideraba su oficio como algo idealizado y magisterial según lo imaginan nuestros contemporáneos. 

El verdadero Maestro es una energía celeste que se hace en nosotros puesto que en nuestra interioridad existe esa posibilidad. El auténtico Maestro es divino, es el Cristo interno, como lo fue para los cristianos primitivos y como lo es para todos aquéllos que no tienen una visión infantiloide de las cosas. La dificultad de aceptar las enseñanzas de este Programa y realizarlas reside en esta cuestión, es decir, que el lector debe hacer su trabajo por sí, a la intemperie, en soledad, sin el amparo que le brinda lo que vulgarmente se entiende por un maestro, la identificación con una etiqueta o esta o aquella "institución" más o menos aceptada por el medio.

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