EL SOLSTICIO DE INVIERNO
OVIDIO AGUILAR MEZA
PIEZA DE ARQUITECTURA DEL GRAN ORADOR FISCAL OVIDIO AGUILAR MEZA, EN LA
GRAN TENIDA BLANCA DE CELEBRACIÓN DEL SOLSTICIO DE INVIERNO.
18 DE DICIEMBRE DE 2016 (e:.v:.)
Muy Respetable Gran
Maestro de la Gran Logia de la República de Venezuela
Il:.H:. Juan Ubaldo Jiménez Silva
Venerables Hermanos Primer y Segundo Grandes Vigilantes
V:. M:. de la R:.L:. anfitriona de este acto, Porvenir Nº 18, su Junta
Directiva y todos sus miembros activos
VV:. MM:. de Respetables Logias que decoran el Or:.
Grandes Representantes del Gran Maestro
Querida Cuñada Glenda de Jiménez Silva, Presidenta del Comité Familiar de
la Gran Logia de la República de Venezuela, y Queridas Cuñadas pertenecientes a
su Comité
Amadas hijas, querida hermana, queridos familiares presentes
Queridas cuñadas y sobrinos todos
Distinguidas damas y caballeros
Queridos Hermanos todos
En primer lugar, deseo
una vez más expresar el honor que representa para mí, dirigir estas palabras a
mis Queridos Hermanos y a tan distinguida audiencia, a quienes quiero
manifestar nuestro agradecimiento por su presencia en esta Gran Tenida Blanca
en momentos de gran tensión en el país, pero que hoy aun así, valoramos el
paréntesis que han abierto a sus preocupaciones, para acompañarnos en la
celebración de una fecha de singular importancia para los masones: El Solsticio
de Invierno.
Y es esta razón
precisamente, por la cual mi disertación estará enfocada en los valores que
representan iniciática y espiritualmente esta fecha, que a través del tiempo,
en diferentes culturas y civilizaciones ha sido celebrada bajo diferentes
denominaciones hasta nuestros días, y que los masones celebramos de manera
particular por las connotaciones que representa para estos Iniciados.
Pues bien, el término SOLSTICIO, deriva del latín sol (‘Sol’)
y sístere (‘permanecer quieto’),
debido a que a simple vista pareciera que el sol se detuviese. Época cuando el
Astro Rey se encuentra en una distancia angular negativa del ecuador celeste.
Es el día más corto del año y la noche más larga, con una trayectoria que se
inicia el 21 y culmina el 24 o 25 de diciembre. Fechas de singular connotación
para el mundo occidental, llenas de espiritualidad.
Los Solsticios han
representado desde tiempos inmemoriales un misterio de gran significación para
muchas civilizaciones, a tal punto que hoy en día se reconocen 40 fiestas
asociadas al Solsticio de Invierno, en antiguas culturas tan disimiles como
distantes entre sí, como lo son, la Inca, Maya, Egipcia, Babilónica, Judea,
Romana, Pakistaní, Hindú, Celta y entre ellas, una tradición del cristianismo,
el nacimiento de Jesús, conocida como Natividad o Navidad, ya que el origen
etimológico de la palabra Navidad es eso: Nacimiento.
Solsticio simboliza El
Sol Invicto, la Luz, cuya connotación dio pie a que el cristianismo impusiera
como fecha de nacimiento de Jesús, el 24 de diciembre, con la finalidad de
contrarrestar la influencia y permanencia de las religiones paganas.
A este efecto, el
entonces Papa Juan Pablo II, en audiencia general del 22 de diciembre de 1993
expone a sus fieles:
“Amadísimos hermanos y hermanas: Hemos llegado de nuevo a la Navidad,
solemnidad litúrgica que conmemora el nacimiento del divino Salvador, colmando
nuestro espíritu de alegría y paz. La fecha del 25 de diciembre, como sabéis,
es convencional. En la antigüedad pagana se festejaba ese día el nacimiento del
Sol invicto, y coincidía con el solsticio de invierno. A los cristianos les
pareció lógico y natural sustituir esa fiesta con la celebración del único y
verdadero Sol, Jesucristo, que vino al mundo para traer a los hombres la luz de
la verdad. De acuerdo a esta tradición, era la ocasión propicia para que el
llamado Espíritu de Navidad visitase a los hombres de buena voluntad que le
daban la bienvenida, recibimiento que se retribuía con abundancia, paz y amor
para los próximos doce meses”.
Esta afirmación del
Prelado, confirma que la celebración de la fecha del nacimiento de Jesús en el
24 de diciembre, no es un hecho histórico bíblico, sino una tradición.
Siendo así, para
contrarrestar la gran influencia pagana en la fiesta de la Navidad, los
cristianos cambiaron en el año 355 la fecha del nacimiento de Cristo (Epifanía)
del 6 de enero al 25 de diciembre. Más tarde, en 381, el emperador Teodosio
declaró el cristianismo como la única religión oficial, siendo abolido el culto
a Mitras.
De esta manera desde
entonces, la cristiandad y posteriormente la iglesia católica, la anglicana y
otras más, celebran la Navidad, en la fecha del Solsticio de Invierno,
destacando el hecho, que los discípulos no celebraban esa fecha.
Pero las celebraciones
del Solsticio de Invierno, también tuvieron connotación en otras tradiciones: Por ejemplo, los
personajes universales Papá Noel, Santa Claus o San Nicolás, que formaban parte
del antiguo mito solar del solsticio de invierno, era representado en esta
tradición por un obispo cristiano de origen griego llamado Nicolás que vivió en
el siglo IV en lo que hoy es Turquía. Era una de las personas más veneradas por
los cristianos de la Edad Media, del que aún hoy se conservan sus reliquias en la
Basílica erigida en su nombre: la Basílica de San Nicolás, ubicada en Bari,
Italia. De acuerdo a la tradición, este monje llevaba regalos a los niños en el
solsticio de invierno bendiciéndolos por el nuevo año que estaba por nacer. De
allí, que a través de los años se hizo una tradición la llegada de San Nicolás
en esta fecha, cargado de regalos.
Por otra parte, los
antiguos pueblos nórdicos y celtas celebraban su fe en torno a los fenómenos de
la naturaleza y atribuían a los árboles propiedades no sólo medicinales sino
también propiedades mágicas. Para ellos, la llegada del invierno era el momento
en el que la naturaleza se renovaba a sí misma para dar paso a mejores cosechas
y más abundantes.
Siendo así, para celebrar
con la naturaleza sus triunfos y pedir a los dioses mejores tiempos, estos
pueblos celebraban el momento cósmico que sucedía cada solsticio y cada
equinoccio. Grandes hogueras eran hechas en los bosques cerca de los árboles
sagrados; y los druidas, (sacerdotes de la naturaleza) dirigían rituales para
invocar las fuerzas del llamado Espíritu de la Navidad. Colocaban al pie de los
árboles venerados, ofrendas para la naturaleza, así como regalos celebrando
amistad y bienaventuranza. De allí, la tradición nórdica del Árbol en la época
de Navidad. Y esos árboles eran pinos.
Como podemos ver, muchas
son las celebraciones en diferentes culturas y religiones realizadas en esta
fecha del solsticio de invierno. Ahora bien, nos queda dilucidar y definir el
por qué los masones celebramos ambos solsticios, el de verano en Junio y el de
invierno.
Podríamos afirmar que
existe una razón exotérica con “x”, es decir, externa, y una esotérica o
interior.
Las razones se remontan a
la tradición y mitología romana de la fiesta del Sol Invicto, que representaba
la prevalencia del Sol – la Luz – sobre la Noche – la Oscuridad, ya que era el
inicio del retroceso de la oscuridad sobre la humanidad y el renacer de la vida
adormecida en la época del frío, de la hambruna, de la carencia. Fue así, que
la que fue llamada en un principio secta de los cristianos, interpretó e hizo
interpretar que Jesús era la prevalencia de la Luz, del Hijo de Dios sobre la
oscuridad y las tinieblas.
El cristianismo, captando
doctrinas anteriores a ella, adaptó la tradición Juanítica primitiva y la
asimiló a la mitología Crística, ocupando un lugar preponderante al anular las
fiestas “del asno” en verano y las “saturnales” de invierno para cambiarlas por
las fiestas de San Juan Bautista, en honor a Juan el Bautista y San Juan el
Evangelista, en honor al otro Juan, el discípulo amado de Jesús,
respectivamente.
Juan el Bautista
representó entonces al Solsticio de Verano; cabe recordar, que muchos hemos
disfrutado precisamente de los Tambores de San Juan en el mes de junio,
tradición afrodescendiente en honor al hombre que anunció al mundo a El Cordero
de Dios.
En la Edad Media el ya
entonces San Juan de los cristianos fue adoptado como “santo patrón” de los
Collegia Fabrorum de artesanos y luego de los antiguos constructores, quienes
fueron los primeros masones… masones operativos, que en sus logias, edificadas
al lado de las catedrales, eran dirigidas por un hábil maestro, a quien con el
tiempo, bajo la influencia de los monjes benedictinos, llamaron Venerable
Maestro, título que se mantiene hasta nuestros días.
En todas estas
celebraciones, el fuego formaba parte esencial del ritual practicado, como una
forma de representar la lucha del hombre en contra de la oscuridad.
Ahora bien, la razón
esotérica, la iniciática, la interior tiene una connotación hermosa para los
masones. Se trata del Nacimiento de un nuevo ciclo de la naturaleza, como
inicio de un nuevo ciclo de vida, de amor, porque la naturaleza es eso: amor, y
los masones lo convertimos en espiritualidad para compartirlo con todos.
De manera ecléctica nos
unimos a quienes comparten el Espíritu de la Navidad, porque para los masones,
esa espiritualidad es perenne entre nosotros transformada en fraternidad,
reflejado en el único título que profesamos: Querido Hermano, por encima de
profesión, condición social, económica, ideológica o religiosa.
Hoy nos unimos igualmente a quienes esperan la Noche de Pascua o Nochebuena, porque esa Pascua y
bienaventuranza la celebramos con el solsticio de invierno. Porque compartimos
los antiguos ágapes fraternales con las cenas en compañía de seres queridos.
Porque en cada Solsticio
de Invierno como este, invitamos a todos nuestros familiares, amigas y amigos a
que compartan con nosotros momentos de esperanza a través de un mensaje de paz,
de armonía, de fe en un futuro mejor que merecemos como sociedad. Y hoy, más
que nunca, ante las circunstancias que está viviendo nuestra patria,
circunstancias que no las creamos ni las inventamos, pero que somos víctimas
como todos, deseamos dar el paso hacia adelante en la inacabada búsqueda de un
presente mejor, exhortando a que todos pongamos lo mejor de sí para lograr el
futuro que prometimos un día a nuestros hijos, y que merecemos también
disfrutar. Los masones somos filósofos del porvenir.
Pero sin darnos cuenta,
todos nos hemos olvidado del tiempo de recogimiento que nos acogía a medida que
avanzaban los alegres días decembrinos hacia la Navidad y el nuevo año haciendo
votos por uno mejor. Sin embargo, esos votos no eran porque el año viejo
hubiese sido malo, no, era porque el próximo fuese mejor. Mejor en todo, mejor
en salud, en armonía, en bienestar, en prosperidad, en unión, en paz… en
felicidad.
Hoy pareciera que nos
hemos olvidado de la alegría, de la bienaventuranza, nos estamos olvidando de
vivir la felicidad como sociedad. Se nos olvidó pensar en los demás, porque los
demás tampoco piensan en nosotros… ¿Cómo puede una sociedad surgir así,
progresar con esa desunión? Se nos olvidó ser felices como sociedad, felices
como país… porque éramos un país feliz.
¿Dónde están aquellos
amigos con quienes en diciembre nos íbamos a disfrutar a cualquier parte de
parranda, a hacer las hallacas en sus casas sin tratar temas que generaran
discusiones? Eran conversaciones de puntos de vista fraternos y respetuosos,
para luego seguir amigos, seguir familia, seguir queriéndonos… ¿Dónde está el
vecino de toda la vida a quien íbamos a abrazar y compartir la cena de navidad?
¿Dónde está aquella familia que siempre nos esperaba para celebrar el Espíritu
de la Navidad?... el tío, primo, hermano que nos alegraba visitar y recibirlo
felices en nuestra casa en diciembre... ¿Dónde están todos?
¿Se han ido? No, siguen
allí, sucede que hoy son solamente personas, pero no son, no están los amigos,
los panas, los compadres. Se han separado de nuestros corazones y nosotros del
de ellos, nos han alejado de sus cariños y de sus reuniones… ya no está el
primo, el tío, el cuñado… no, se convirtieron en simples parientes…. se nos ha
ido el amor fraternal a nuestros seres queridos.
Sin embargo hoy deseo
transmitirles el más grande amor colectivo que podamos tener: el amor a la patria.
Sí, QQ:.HH:., amigas y amigos, nuestra patria nos reclama amor como ciudadanos,
no como simples habitantes. Nos hemos olvidado de ella, nos hemos olvidado de
amarla, de ser felices como sociedad…
Reflexionemos QQ:.HH:. y
amigos todos, y hagamos el mejor esfuerzo en reconquistar aquel país que todos
construimos y construíamos a diario, sin exclusiones, sin egoísmos, sin odio,
sin resentimientos, sin diatribas… sí, es posible que tuviese muchos defectos,
pero también poseía muchas virtudes, y al fin y al cabo, era nuestro país hecho
a nuestra medida.
Hoy se ha desdibujado
completamente, lo desconocemos, esa no es mi Venezuela, esta no es la patria
que vivimos y amábamos. Pero luchemos por un mejor presente, volvamos a soñar
por un mejor futuro y no dejemos que nuestro pasado sea borrado. Queremos que
se lleven en el día de hoy salud para todos, fuerza para luchar y unión para
triunfar. Seamos todos albaceas del futuro.
Pensemos todos que sí
vale la pena luchar, que nuestra patria bien vale la pena. Y ustedes mis
QQ:.HH:. no dejemos que el enlozado sea solamente de cuadros negros, olvidando
que al lado hay uno blanco esperando por nuestro paso. Somos agentes de cambios
sociales, podemos y sabemos hacerlo. La historia lo dice.
Reciban pues todos, en
nombre del Muy Respetable Gran Maestro y de la Junta Directiva de la Gran Logia
de la República de Venezuela, un feliz Solsticio de Invierno, una Feliz
Navidad, Felices Pascuas… como deseen llamarlo, un venturoso año nuevo y un
fuerte abrazo en nombre de todos los masones.
Muchas gracias.
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