LO ARCANO
Ignacio Sánchez L.
Cuando
hablamos que algo tiene las características de un “arca”, es porque ese algo
tiene la condición de que alberga una gran cantidad de especies, elementos,
sujetos, objetos, etc. Nos referimos siempre a un continente que su contenido
es amplio, diverso o abundante y que al final, lo caracteriza como en
contenedor de un todo reunido en sí mismo.
El
mismo símbolo en su esencia es un arca, ya que la riqueza en conocimiento que
puede portar un símbolo es incalculable e incontable.
Por
ejemplo tenemos al rito, que siendo un símbolo compuesto de diversos elementos,
representa un gran soporte como tal, que lo hace el vehículo perfecto en la
transmisión de la Influencia Espiritual.
El
rito puede estar compuesto de elementos alegóricos, de palabras sagradas,
representaciones de psicodramaticas, de signos gestuales, de movimientos
pedestres como las marchas, de elementos decorativos tradicionales, de saludos
y signos de orden, de herramientas ligadas al oficio de la vía iniciática que
se práctica, de tapices, de signos solares y lunares, etc.
Entonces
vemos al mismo rito como un gran arca capaz de comunicarnos una realidad que va
más allá de las formas y que está preparado para ser entendido, aprehendido y
comprehendido desde los ojos del alma, es decir, la percepción del lenguaje del
alma por medio de la intuición.
Ya
lo dicen los maestros de la tradición que el símbolo vendría a representar como
género, mientras que los ritos, signos, dramas sagrados, etc.; vendrían a ser
como sus especies.
El
ejemplo del símbolo del arca que por lo general nos viene a la mente es la de “Noé”, en donde reunió a todas las especies animales en una sola gran
arca, de dimensiones épicas, con el fin de protegerlas del diluvio universal.
Vemos en esta representación sagrada un doble aspecto simbólico digno de
meditar profundamente: en primer lugar el arca que contiene a todos los pares a
la usanza de una conciliación de los opuestos y en segundo lugar, el diluvio
universal que marca como una especie de borrón y cuenta nueva, sellado con un
pacto de alianza entre Dios y los hombres debido a la perdida de una condición
espiritual de estos por los vicios y las bajas pasiones en las que habían
incurrido.
Todo
ello a la mejor usanza de una “convertio”
o de una “reflexión”, en donde una condición es modificada inversamente, como
por efecto de la acción de una influencia sagrada que ha intervenido en el
aspecto psíquico del receptor de la misma.
En
todo ello podemos ver un lenguaje simbólico que no puede ser captado por aspectos
racionales, sino intuitivos porque el alma tiene su propio lenguaje que le
permite un soporte que ha de llevarlo a otras instancias del conocimiento
sagrado. Y ese soporte es el símbolo.
Lo
arcaico por lo tanto no nos puede brindar una idea de viejo o de antiguo, sino
de primigenio y de originario, en donde a modo de “arcano”, está contenido un
mensaje, una riqueza y hasta un secreto que ha de ser develado por el ser quien
se ha puesto en contacto directamente con el símbolo que lo contiene bajo el
velo de sus formas aparentes.
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